Bonaerenses

Allá por 1990

Silvia Emilia Martínez

Mar del Plata, Buenos Aires, Argentina

Me motivan a escribir sobre Nosotras en libertad y me engancho enseguida porque me encanta la idea, pero la verdad es que después me cuesta empezar. Es como que esta pandemia me anula bastante, me tiene un poco asustada e inmovilizada. Así que juntando de por aquí… de por allá, empiezo diciendo que soy correntina, que me detuvieron en mi casa una madrugada de agosto del ’76, cuando tenía veinticinco años, y estuve presa hasta marzo del ’80.

Pasé por varios lugares de los que rescato, sin ninguna duda, aquellos en los que pude convivir e interactuar con compañeres e incluso aquel donde cada atardecer, en absoluta soledad, podía cantar una o dos canciones, arrimada a las rejas de la ventanita, hasta que alguno me mandaba callar, tratándome de loca.

Si bien soy correntina, debo contar que a los cinco o seis meses de salir en libertad, me fui a vivir a Ushuaia, Tierra del Fuego. Esto fue luego de haber coincidido en un restaurante con quien fuera uno de los jefes de la patota, Juan Carlos DemarchiEx militar y empresario. Fue condenado en la causa Regimiento 9 de Infantería de Corrientes (2008) a veinticinco años de prisión por once hechos vinculados a asociación ilícita, tormentos agravados, privación ilegítima de la libertad agravada y desaparición forzada., que me sacó a los empujones de mi casa y a quien padecí los primeros meses de mi detención. Era uno de los que estaba a cargo del pabellón donde nos metían a todos los detenidos hasta que decidían sobre nuestra vida o nuestra muerte. Y me fui a la otra punta del mapa, en eso del exilio interno, sintiendo que sería imbancable soportar otro  encuentro “casual” y seguir como si nada.

Una de las experiencias que me interesa compartir se desarrolló precisamente en el sur, allá por 1990, en Ushuaia, Tierra del Fuego, donde nos fuimos juntando un grupo de mujeres de distintas profesiones y actividades y con un único interés: empezar a trabajar por las problemáticas femeninas en la ciudad. 

Conformamos áreas de trabajo; hubo emprendedoras, educadoras, trabajadoras sociales, abogadas y médicas. Creamos una Organización No Gubernamental (ONG), formamos y participamos de grupos de autoayuda y hasta llegamos a realizar ferias productivas y prácticas de participación electoral. Pero la cuestión que nos demandó la mayor atención fue la violencia doméstica, al punto que pocos años después alcanzamos la ley provincial N° 39 de protección para la mujer y la familia. Fue la primera ley en el país referida a este tema, todo un logro y mucho orgullo.

Acompañadas decididamente por el gobierno de una mujer en la isla, pudimos organizar: una Casa Refugio para las víctimas de violencia, una Casa de la Juventud, un Club de Día para la tercera edad y un equipo interdisciplinario en el Hospital Regional Ushuaia. Desgraciadamente la llegada de un gobierno conservador al Estado provincial desarmó esos espacios, lo que no impidió que quedaran funcionando los grupos de autoayuda coordinados por Mara Martín en los barrios y la impronta de un grupo de mujeres capaces de trabajar por sus pares y en total horizontalidad.

La otra experiencia que deseo compartir se acerca ya a estos años, dado que al jubilarme obligadamente muy joven, producto de esos engendros para achicar el Estado, en 2001, me encontré imprevistamente desempleada. Esto me llevó a vivir a Mar del Plata, con tres hijos prontos a intentar sus respectivas carreras en una ciudad con buena oferta estudiantil y donde mi jubilación podía “rendir” o alcanzar para la mantención y aspiraciones de todo el grupo.

Al tiempo de estar en Mar del Plata, y a través de compañeros de militancia, me contacté con una reconocida dirigente comunitaria, la señora Ana María Levaggi de Ithurrart, cofundadora de varios centros de jubilados y al frente de uno de los mejores organizados en la ciudad. Me ofrecí a colaborar y hasta hoy es mi lugar de participación social y de militancia.

En ese espacio he ido trabajando solidariamente, junto con la comisión directiva, por y con los asociados. Dado el fallecimiento de la querida Chola, actualmente me encuentro al frente del centro y sobrellevando esta pandemia, manteniendo la interacción con un grupo numeroso de integrantes y el mínimo de tareas administrativas posibles para realizar ante el Programa de Atención Médica Integral (PAMIPrograma de Atención Médico Social de jubilados y pensionados nacionales. Fundado en el año 1971.) y la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSESAdministracion nacional de la Seguridad social), pese a la adversidad en la que todos nos hallamos. Un WhatsApp con más de sesenta participantes y una página de Facebook a nombre del centro que hemos creado hacen posible mantener una comunicación permanente y un lugar virtual de encuentro, información y acompañamiento.

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