Dora Ester Bar
CABA, Argentina
El 31 de diciembre de 1982 por fin ¡llegó la libertad! Nuevos caminos a transitar. Sentimientos y emociones muy variados: alegría, miedos, inseguridades, añoranzas y dolores por los y las que ya no están. Después de estar seis años detenida sentía una avalancha de nuevos deseos para reconstruir mi vida y unas ganas enormes de encontrarme con compañeras que habían pasado por lo mismo y ya estaban en libertad. También con ganas de conocer nuevos compañeros con otras historias de resistencia y encontrarnos para compartir sueños, angustias y proyectos.
Conocí a quien sería mi pareja y conformamos una familia con dos hijos que recibimos como a tesoros y nos ayudaban a mirar hacia el futuro. Eran épocas muy duras, de mucha precariedad económica. Estábamos iniciando largos recorridos en búsqueda de trabajo para encontrar un sustento económico. Tuvimos la suerte de contar con muchas manos solidarias, como los militantes del Movimiento Ecuménico de Derechos Humanos (MEDH), que nos fueron guiando y tendiendo puentes para poder asentarnos.
Y por esas paradojas así llegamos a la ciudad de Libertad, en Merlo. Empezamos a rearmar nuestras vidas en una casa humilde y muy significativa para nosotros, ya que ahí había habitado antes la familia de un compañero desaparecido. Esa característica que tiene la historia de acercarnos y entrelazar tantas historias de lucha.
Estábamos siempre atentos y ávidos por conocer las nuevas redes que se iban construyendo dentro del Partido Justicialista (PJ) y en sindicatos con el fin de aportar, reunirnos y seguir fortaleciendo lazos colectivos. Nos movía el deseo de insertarnos socialmente para seguir luchando por los sueños de una Patria más justa, con mayor igualdad y oportunidades para todos y todas.
El camino me fue llevando a la docencia como continuidad de la experiencia de alfabetización de adultos que había desarrollado en 1974 desde la Campaña de Reactivación Educativa de Adultos para la Reconstrucción (CREAR), en la que lo más importante era la significatividad en los aprendizajes para las compañeras del barrio y la villa, donde implementábamos el método sugerido por Paulo FreirePaulo Freire (1921-1997). Pedagogo y filósofo brasileño. Impulsor de la pedagogía crítica y autor del texto fundante «Pedagogía del oprimido». sobre educación popular y seguíamos con interés la lucha de Tupamaros en Uruguay. Además, estudiábamos a Marx. Con esta concepción teníamos muy presente sus vivencias, sus necesidades presentes para acercar las palabras aprendidas a su contexto de pertenencia. A través de la alfabetización, el objetivo era proveer de herramientas para analizar críticamente sus vidas. No solo ser un sujeto activo en su proceso educativo sino, además, posibilitar nuevas prácticas sociales. Creíamos que la educación era imprescindible para lograr la transformación social con sujetos participativos que lucharan por sus derechos.
Por eso, mi elección de las escuelas donde trabajé posteriormente también estuvo ligada al compromiso con los sectores más necesitados y en barrios populares donde era necesario poder incentivar el deseo de aprender valorando su historia, sus saberes, su cultura.
Al mismo tiempo, me motivaba acercarme al movimiento docente que luchaba por mejoras salariales, reclamos de mejoras edilicias y útiles escolares. Pero para lograr fuerza en la lucha era imprescindible la unificación de todas las agrupaciones docentes divididas por distritos, en un sindicato provincial: Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación (SUTEBA). Militamos entonces la modificación de los contenidos impuestos, las concepciones sobre la evaluación de los aprendizajes, la mirada hegemónica y la reproducción de valores que estaban al servicio de quienes querían la perpetuación del status quo. Desde allí también impulsamos fuertemente la incorporación de lo sucedido durante el Terrorismo de Estado a los contenidos curriculares.
Siempre estaré agradecida a las docentes que con tanta solidaridad compartían saberes cuando no tenía posibilidades económicas de hacer cursos de capacitación. Me ayudaron a estimular el deseo de saber más para mejorar mi proceso de enseñanza-aprendizaje y de incentivar el espíritu crítico. También aprendí la importancia de fortalecer los lazos con las familias y la comunidad educativa, a fin de escuchar y comprender cómo el contexto social y económico que atravesaban intercedía en la vida escolar.
Aprendí mucho con mis queridas compañeras maestras, siempre solidarias. Nunca olvidaré cuando les conté que me robaron el sueldo entero al salir del banco. Iba con mi hijita a upa y con mi hijo tomándome el brazo para no perderse y en la bolsa que usaba como cartera hicieron un tajo. Sentí una desesperación total. Y al contarlo, ellas organizaron una vaquitaModismo en Argentina que significa hacer una colecta, donación o fondo común de dinero. para ayudarnos ¡Cómo olvidar esas manos tendidas!
Tampoco olvido a los directivos que acomodaban horarios para posibilitar encuentros con compañeras y capacitarnos compartiendo experiencias. Fueron estos ejemplos de acompañamiento y valoración del trabajo docente los que me estimularon para rendir concursos a cargos directivos y trabajar, junto con otros docentes, con mejores métodos y con contenidos significativos. Tenía que ser un desafío para cada maestro y maestra que nadie quedara afuera del aprendizaje y cada niño y niña puediera seguir aprendiendo.
Sentía que además de tener presente a los compañeros y a las compañeras desaparecidas en mi vida, en mi militancia cotidiana y en las marchas contra el Terrorismo de Estado, era necesario que diera testimonio acerca del horror que se vivió en el Centro de Informaciones de Rosario. Lo hice en la Causa Feced, para que se hiciera justicia por quienes habían estado detenidos allí y luego fueron desaparecidos o aparecían en los diarios como “muertos en enfrentamientos” pero habían sido bestialmente torturados y asesinados en el centro clandestino.
Nada de esto hubiera sido posible sin los organismos de Derechos Humanos (DDHH) y el coraje y la decisión política de Néstor y Cristina de convertir a la Memoria, la Verdad y la Justicia en políticas públicas que definitivamente signifiquen “Nunca Más”.
Es un orgullo para mí seguir aprendiendo y construyendo con mis compañeras, luchando contra el individualismo, organizando de forma colectiva y transmitiendo a las nuevas generaciones que, definitivamente, “la Patria es el otro y la otra”. Y militando hasta que se cumpla nuestro sueño compartido: un mundo con justicia social.
Etiquetas: ACTIVIDAD GREMIAL, EDUCACIÓN