Andes, Pampa y Patagonia

Búsquedas y nuevos encuentros

Marta Candia

Santa Rosa, La Pampa, Argentina

“El peronismo está para la felicidad, para el goce”.
Daniel Santoro. 

Al salir de la cárcel viví veinte años en Buenos Aires y fueron suficientes. Para quienes nos criamos entre pueblo, campo y viajes la gran ciudad aprieta, no deja respirar.

La Pampa, en cambio, significó para mí un reencuentro con la naturaleza de mi niñez y el amor de mi juventud. Santa Rosa es una ciudad con la escala urbana deseable. Si alguien creyó que el interior profundo es tedioso y aburrido o que no hay nada que hacer “no sabe lo que es La Pampa”, “el país de las calandrias”, cantó el BardinoApodo de Julio Domínguez, poeta y músico pampeano..

Como beneficio adicional, es una provincia en la que gobierna el peronismo desde 1983. Fue llamada provincia Eva Perón hacia 1952 y protagonizó la resistencia al golpe militar de 1955 en junio del ’56, al mando del capitán Philippeaux. 

En pocos años, junto con mi pareja -que en los ’70 fue compañero de estudios en Arquitectura y con quien nos reencontramos luego de treinta años-, pude recorrer los rincones más escondidos de la región. Para el relevamiento de su patrimonio cultural caminé por salinas rosadas y salares tan quemados como los trabajadores que se refugiaban del sol en vagones oxidados. Un museo espontáneo con increíbles hallazgos en un galpón donde un hombre guardó y clasificó trofeos de sus travesías por el mundo y por el desierto cercano. O un pintor español de las cortes europeas refugiado con su mujer holandesa en medio del verde mar de Caldén. Tantas historias secretas, calladas, o anécdotas divertidas. La gente se saluda y me sorprendo cuando lo hacen conmigo, lejos de esa frialdad del centro porteño que mira al techo del ascensor para no intercambiar palabra ni mirada. 

El desplome nacional de inicio del milenio provocó mutaciones económicas en la mayoría. Nosotros atravesamos la economía del trueque con comerciantes que solo podían pagar los servicios profesionales con ropa o pizzas que nos sirvieron de alimento complementario. Pero en un año o dos el remate de campos -resistido por las pampeanas Mujeres Agrarias en LuchaMovimiento de Mujeres que se opuso al remate de los campos en el contexto de crisis económica generada por las políticas neoliberales de la década del ´90. – había quedado atrás. El giro político de 2003 suturó varias heridas y rellenó muchos agujeros: los del hambre y los de las rutas que nos alejaban desde este interior profundo.

Por aquella época se formaron los nodos de las Abuelas de Plaza de Mayo. En este nuevo destino para mi vida, con un grupo diverso de compañeras, organizamos la Red por el Derecho a la Identidad. Y la Red a su vez fue parte de muchas expresiones dinamizadoras. A partir de 2005 la política nacional de Derechos Humanos (DDHH) se replicaba en radios y televisoras locales: el monumento a la memoria de los muertos y desaparecidos pampeanos, las baldosas de la memoria en la puerta de las instituciones educativas donde ellos estudiaron, murales y presencia cuando los actos del 24 de marzo en las escuelas despertaban conciencias aquietadas y ojos infantiles asombrados por la crueldad de un pasado oculto. “¡La Pampa no fue una isla!”, decía el slogan a contracorriente de quienes creyeron que por aquí no había pasado la dictadura. 

Luego vinieron los juicios de Lesa Humanidad de la llamada Subzona 14, en lo que se expusieron ante la sociedad los delitos, sus ejecutores y las víctimas en la provincia. Fueron varios los policías y militares condenados. Edgar Morisoli -nuestro querido escritor que ya no está- en su poema “Los puentes” me lleva a recordar la imagen del cuerpo sin vida del pampeano Carlos Davit, colgado del puente de un arroyo en Bahía Blanca. Y muy cerca de allí la herejía de cadáveres dinamitados en La AdelaSitio de Memoria ubicado en la ciudad homónima de la provincia de La Pampa. En homenaje a los ingenieros Juan Carlos Prádanos y Daniel Riganti, oriundos de la ciudad bonaerense de Bahía Blanca, quienes fueron secuestrados por la dictadura cívico militar el 21 de marzo de 1976 y encontrados en dicho lugar. , entre tantas atrocidades. Los juicios a los genocidas, las condenas y las políticas de DDHH señalan hitos éticos y castigo por esos delitos, pero no erradican de por sí la cultura patriarcal puertas adentro y en las estructuras que conforman las comunidades.  

Hay una interfaz entre la defensa de los DDHH y el feminismo en sus expresiones más politizadas. La lucha de las mujeres enfrentó al autoritarismo en la municipalidad de Santa Rosa en 2007. Siempre hay un “bolsonarito” anidando en el subsuelo de cualquier partido político. La indignación ante su violencia creció, se multiplicó y se extendió como una mancha multitudinaria en la cual, por primera vez, las pibas de la escuela secundaria también marchaban con nosotras anticipándose una década a la manifestación nacional y mundial del “Ni Una Menos”, frente a los femicidios. Esa gestión política municipal, violenta y desenfrenada, terminó de este modo en apenas tres meses.  

Así también el peronismo empezaba a renovarse a sí mismo en unidad con otras expresiones antes enfrentadas. Viejas prácticas caudillistas se fueron corriendo de lugar -no sin lucha- ante los movimientos de mujeres y de los jóvenes. Las Mujeres por la Solidaridad, los encuentros provinciales de Mujeres, las luchas contra los femicidios, el cierre de cabarets con sus farolitos rojos bordeando las rutas, la lucha contra la trata y muchas nuevas expresiones se multiplicaron. Ocurrieron así sucesos que terminaron con la lenta rutina provinciana. No finalizaba el conflicto frente al autoritarismo local cuando estallaba una parte del campo contra el gobierno nacional. Ese intento golpista para poner a un vicepresidente “no positivo”, de presidente que fracasó. 

Formamos Carta AbiertaCreado en 2008 por intelectuales de amplia trayectoria para respaldar al gobierno de Cristina Fernández., acortando distancias entre el peronismo y sectores de la intelectualidad de centro izquierda. Y empezamos por recuperar espacios abandonados entre ellos, un programa en la primera radio nacional que fundó el peronismo en el interior: LRA3 Nacional Santa Rosa. En paralelo, con un grupo de mujeres en una FM, hablábamos de los cambios y de lo que no decían tantos medios nacionales. La Lucha por democratizar la comunicación, la cultura y la información, llamada Ley de Medios, acercó a sectores antes enfrentados y trabajamos para esto. La Cooperativa Popular de Electricidad pudo al fin estrenar su canal de TV y servicio de cable.  

Todo estaba en movimiento y no paró más. El peronismo continuó gobernando la provincia y en la lucha por la unidad, en 2019, lxs pampeanxs fuimos protagonistas y ejemplo. Y para no desmentir a Heráclito ni a Hegel, la historia es un constante devenir. Así nos llegó esta súbita desaceleración de la humanidad que nos confina y nos lleva a otras búsquedas. Sabemos -por los siete años de experiencia carcelaria- que el tiempo de encierro se afronta con rutinas pero siempre son rutinas en movimiento y en comunicación, como este libro que hacemos hoy entre todas.


2011-2015: Nos integramos a la función pública municipal. Asumimos como grupo político “Nac y Pop” en la Secretaría de Cultura y sus direcciones. En mi caso, como directora de Gestión Cultural. Las obras quedan y nunca nos preguntamos quién lo hizo. El tiempo borra las huellas. Pero no dejamos de asombrarnos cuando la gente nos recuerda por nuestros hechos: convertir a la ciudad en una fiesta en los barrios y el centro, potenciando el movimiento cultural joven y barrial. También el cambio de nombre de la avenida Roca por San Martín, con Bayer que nos visitó, trabajando el tema indígena. El circo, murgas, ferias y festivales, plazas renovadas acompañando los cambios de la ciudad y grandes artistas visitantes.
Las ferias de artesanos y de trabajadores de la tierra tuvieron su carpa cultural. Y avanzando en lo que venía, construimos el Área Audiovisual del Municipio con chicos cineastas y un programa Todo es Cultura, que aún permanece con otra gestión en el Canal Cooperativo. Además, organizamos cursos de formación audiovisual y los primeros concursos de cine local llenaron las butacas del teatro. Conseguimos frecuencia de FM y en lo que fue la cámara frigorífica de un antiguo mercado hoy funciona la Radio Municipal y, más allá, el espacio del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). Tiempos de alegría que con otras generaciones y protagonistas sé que volverán. 

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