Inés Del Carmen Bruno Flores
San Marcos Sierra, Córdoba, Argentina
Me levanto. Preparo el jugo de naranjas y el mate, prendo la compu, el cursor no me deja poner la letra en 14, sigo igual, escribo para Nosotras en Libertad. Acá en San Marcos Sierras la vida fluye tranquila, es un lindo día de sol y con un viento fresco. Nos avisan que hay llamas cerca de Casa de Piedra, los bomberos de La Cumbre y San Marcos están yendo, se activan las brigadas que se armaron para los incendios de hace unos días. La brigada de Botiquín Natural prepara las cremas y los colirios.
Aquí en este pueblo, gran parte de la población se organizó, involucró y participó para combatir estos incendios: brigadistas que fueron a ayudar a los bomberos, logística en base de la localidad de Santa Isabel y confección de herramientas como chicotes y mochilas de agua. La comisión de comida acercaba a la pasarela, sobre el río San Marcos, cajas con comidas elaboradas, frutas, agua y todo lo necesario para que la gente que estaba en el frente combatiendo el fuego estuviera bien atendida.
Se quemaron más de treinta mil hectáreas de bosque nativo, con la total parsimonia y desatención de las autoridades de todos los niveles. Sabemos de la intencionalidad de los incendios para el agronegocio y la especulación inmobiliaria. Ahora seguimos en asambleas a fin de dar continuidad a la tarea emprendida, hacernos cargo de la situación y prepararnos para eventuales incendios. Todo esto en articulación con las asambleas ambientales de la provincia, el país, América y el mundo.
El geógrafo Joaquín Deón, becario del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), brigadista y de la Coordinadora Ambiental y de Derechos Humanos (DDHH) de Sierras Chicas, en un conversatorio virtual, mostró el planisferio con todos los incendios en los sures del planeta: América y África están en llamas.
No pude obviar esta situación por la que estamos atravesando. Ahora paso a narrar mis días desde que me dieron la libertad, a fines de diciembre de 1977.
En ese momento salimos varias compañeras y nos llevaron a Coordinación Federal, después nos enteramos que éramos cuatroscientas las personas liberadas. Al mismo tiempo le dieron la libertad a mi amiga Olga. Con ella participamos de un grupo de jóvenes que hacíamos teatro, leíamos filosofía, era como un espacio de contención en esos momentos tan difíciles del Mundial de fútbol de 1978. Formé pareja con uno de los varones del grupo. Una compañera de la Escuela de Turismo me ofreció atender la oficina de su agencia, las dos éramos Técnicas en Turismo y por un tiempo trabajé allí.
Salí de Devoto con un sentimiento de participar de una vida en comunidad, fue muy fuerte esa vivencia de las rejas para adentro, y quise llevarla a mi vida en libertad. Alquilé una casa fuera de la ciudad e invité a parte del grupo a convivir pero no logré lo que había experimentado con las compañeras. Los varones con los que convivía, entre ellos mi pareja, eran machistas y patriarcales y lamentablemente acepté esas condiciones. Hoy lo veo como algo por lo que debería haber peleado, venía de una familia que siempre democratizó las tareas de cuidado, creo que desde ahí empecé a sentirme feminista.
Siempre tuve la idea de irme del país pero no me animaba a hacerlo sola. Con Daniel nos casamos por civil y nos fuimos a Bolivia, nuestro destino era Cuzco pero nos quedamos en el Altiplano, en Puno, durante tres meses porque la visa la daban por ese tiempo. Regresamos a La Paz y allí en una peña universitaria conocimos a compañeres argentines que conformaban el Comité de Solidaridad con el Pueblo Argentino (COSPA) al cual me integré. Realizamos varias acciones para difundir el terrorismo de Estado en Argentina. También ingresé en la carrera de Sociología. Trabajamos de artesanes y formamos un grupo de títeres.
Corría los años ’79 y ’80, primavera democrática para Bolivia, experiencia profunda en lo vivencial espiritual. Respirabas libertad, democracia, ancestralidad. Hermoso lugar La Paz en esos tiempos. Hicimos amigues entrañables hasta que vino el golpe del 6 de agosto del ’80. Fue muy duro, habíamos decidido ser madre y padre y resolvimos irnos ya que estando en Copacabana, a orillas del Titicaca, como parte del Plan Cóndor había llegado un comando hasta el convento donde estábamos alojades.
Con dos meses de embarazo nos llevaron en camiones militares a La Paz, creía que era el fin y me resigné. Llegamos al Ministerio del Interior a la noche y se escuchaba al ministro García Meza decir: “Tienen que traer bolivianos subversivos, no extranjeros”. Y nos dieron la libertad. Entonces, decidimos desocupar la casa y emprender el viaje hacia Brasil, pedimos dinero a nuestras familias. Pasamos y estuvimos en Cochabamba, Quillacollo, en la fiesta de la Virgen de Urkupiña, para vender nuestras artesanías. Finalmente, salimos a Brasil con algunas direcciones donde recurrir.
Allí pasamos por Matto Grosso del Sur y fuimos a vivir cerca de Ouro Pretto, éramos pobres pero teníamos libertad y en mi panza crecía nuestre future hije. Ya cerca del parto decidimos regresar a Córdoba. El médico naturista que me atendía recomendó no parir en la casa, tengo RH negativo. Nuestras familias contentas nos recibieron en el aeropuerto. Parí el 27 de febrero de 1981 en la Maternidad Provincial de San Vicente una beba de tres kilos y medio.
Vivíamos en casa de mis viejes y seguíamos con nuestro trabajo de artesanías. Nos organizamos con otras familias artesanes y el 12 de septiembre del ’81 inauguramos la Feria Artesanal del Paseo de las Artes, en pleno barrio Güemes, mi barrio.
Después de tener a mi hija Luz María, hace ya treinta y nueve años, intenté seguir estudiando. Si bien ya me había recibido de Técnica en Turismo quería continuar mis estudios de Historia en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Lo hice durante dos años, ya viviendo en las sierras, a 30 kilómetros de Córdoba capital.
En esos tiempos, por los años 1983-1984, trabajaba de maestra en la escuelita del barrio Moreira Río Ceballos, me encantaba. En esos momentos ya estaba la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) y fui a dar mi testimonio. Resultó útil en el juicio de la megacausa La Perla, Campo La Rivera y otros, en los cuales fui testigo.
Luego recorrí otros caminos donde la solidaridad y la búsqueda de ampliación de derechos estuvieron presentes siempre. Por ellos voy caminando, tropezando pero concretando algunos sueños y delineando otros nuevos.