Las del puerto

Cartas en el exilio

Sara Melul

CABA, Argentina

El libro digital “Nosotras en libertad” es una maravillosa creación de nuestras compañeras que ya escribieron “Nosotras ex presas políticas”. 

Luego de cuarenta y cinco años de haber logrado la libertad, saliendo desde el Pabellón 49 de Villa Devoto al exilio en México, en marzo de 1975, he conservado milagrosamente algunas cartas de mis compañeras que continuaban presas. A través de amigos o familiares me las hacían llegar al Correo Central, en la ciudad de México. Estaban dirigidas a Poste Restante, así recibíamos la correspondencia en esas épocas para no dar direcciones ni paraderos.

Cada visita a ese maravilloso edificio del correo era una fiesta de noticias, tanto de la familia como de las entrañables compañeras del Pabellón 49.

Salía de ese palacio y llegaba al lobby del hotel del Prado, frente a La Alameda, donde pararon tantos compañeros argentinos llegados al exilio. Me sentaba en sus mullidos sillones a leer las cartas utilizando el privilegio de ser gueritaRegionalismo utilizado en México, Honduras y otros países de América Latina para referirse a personas rubias o de piel blanca. y que no me corrieran ya que podía ser una turista.

Quiero publicar aquí algunos párrafos de esas cartas con el recuerdo de cada una de las entrañables compañeras.

Irma Nesich

Inolvidable compañera, con quien compartía el sector de la entrada del Pabellón 49, cerca de la reja. Teníamos interminables charlas y lecturas de diarios. Además, pertenecíamos al mismo grupo de fajina. Nos gustaba mucho cocinar juntas para todas las compañeras y, algunas madrugadas, cuando nos tocaba fajina, hacíamos dulce de leche. En la carta que me escribió durante mi exilio en México relató su próxima posible salida en libertad.

Otra queridísima compañera de la que guardo sus cariñosas cartas y de la cual no conozco su paradero es Paloma. Ella es chilena, con un carácter muy alegre. Era de baja estatura, delgada, de pelo negro y siempre cantaba esta canción de Violeta Parra:

También recuerdo a nuestra compañera Gabriela Sartoris del Pabellón 49, que hoy vive en Italia y a quien ella le enseñó a tejer Jackard.

Tengo muchas cartas de Gabriela Sartoris y de otra compañera que se llama Teresa, a la que yo le decía Margarita. Hermosas y muy cariñosas cartas. De ella tampoco conozco su paradero. 

Ojalá este libro y estas publicaciones de sus cartas me acerquen a encontrarlas, ahora en libertad.

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