Lilian María Videla
San Luis, Argentina
Cuando surgió la idea entre compañeras de que contáramos nuestras vidas a partir de recuperar la libertad, se tambaleó mi estructura de contadora -en la que todo está prolijamente ordenado- y empezaron a agolparse recuerdos compartidos: padecimientos, broncas, alegrías, esperanzas y aprendizajes.
Pensaba entonces qué difícil sería poder poner en palabras los horrores vividos, hechos que generan sentimientos encontrados y que no es fácil trasmitir. Soy ex presa política detenida en San Luis desde diciembre de 1976 hasta junio de 1979. Me preguntaba cómo hacer para contar lo que vivimos y hacer que los demás entiendan que en ese encierro también cantábamos, reíamos, creíamos y tejíamos el futuro ¿Podríamos trasmitir los sentimientos contradictorios que nos embargaban cuando nos daban la libertad, cuando reíamos de alegría y llorábamos porque nos dolía dejar a las compañeras?
¡La libertad! ¿Qué difícil nos resultó a todas recordar cómo era apagar una luz, cerrar una puerta, tener noción del espacio amplio y no llevar la cabeza baja y las manos atrás? Qué difícil nos resultó encontrar con quien compartir las noticias de los diarios y con quien charlar los viernes los problemas vecinales.
Mi salida en libertad tuvo la gran contención de mi familia materna, oriunda de San Luis que se mudó luego a Mendoza. No estaba mi madre que había fallecido días antes de mi detención pero sí mi hermano -que padecía una seria deficiencia mental-, mis tíos, primos y también muchos amigos y colegas. Todos ellos permitieron que prontamente me reintegrara a la “vida laboral” y rápidamente tuve alumnos particulares. Más tarde, pude reintegrarme como docente de escuelas secundarias y contadores colegas me invitaron a participar de la comisión directiva del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de San Luis. Esto permitió que un colega me propusiera abrir un estudio contable y administrativo que hasta la fecha mantenemos pese a mis cincuenta años de profesión. Pero no sabría hacer otra cosa más que impuestos y contabilidad.
Si bien pude reintegrarme al mundo laboral sin mayores problemas, sin duda la cárcel marcó mi vida para siempre. Puedo afirmar que no me quedé prendida a ese hecho usando mi condición de presa: retomé mi vida de trabajo y lucha. Por la memoria de los que fueron muertos y desaparecidos por la dictadura, debíamos exigir Juicio y Castigo, teniendo presente la generosidad y entrega de quienes ofrendaron su vida sin esperar jamás retribución alguna.
Permítaseme manifestar que considero que mi lucha de tantos años bregando por encontrar justicia no fue en soledad: no creo en las acciones individuales, el hombre es fundamentalmente un ser gregario y por la tanto para realizarse en la vida necesita del otro. Y así es mi vida hasta hoy, de compromiso junto con muchos otros compañeros que constituimos la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDHAsamblea Permanente por los Derechos Humanos, constituida en 1975 y compuesta por sectores sociales, politicos, intelectuales, sindicales y religiosos argentinos.). El compromiso en la búsqueda de la verdad lo asumimos algunos que hoy estamos desde aquellos años, otros muchos que hoy no están y los que se fueron sumando a lo largo de estos veinticinco años, con la convicción de que el genocidio nos toca a todos y está en todos la responsabilidad de exigir justicia.
Personalmente solo quise darle a mi vida el contenido que aprendí en mi hogar, esto es, intentar realizar un proyecto de vida basado en la igualdad entre los hombres y no la desigualdad y los privilegios de unos pocos. Basado en la solidaridad entre los hombres para construir un mundo al servicio de todos y no un mundo organizado por unos hombres en provecho de sí mismos y que hunde en la desolación material y espiritual a la mayoría.
Todos los organismos de Derechos Humanos (DDHH) -incluida la Asamblea- con el retorno de la democracia comenzamos a formar equipos jurídicos. Así a nuestra Asamblea se incorporaron abogados del foro local y representantes, en su mayoría de partidos políticos. Otros miembros trabajamos en la investigación de los distintos casos y ayudamos en el armado de las causas. Para ello varios de nosotros recorrimos toda la provincia en búsqueda de familiares, conocidos y todo aquel que pudiera dar información, tratando de atravesar el muro de silencio que había dejado la dictadura.
Ese trabajo sirvió de base para la información que requería la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), que finalmente quedó plasmada en el Nunca Más. Sirvió de base para iniciar las demandas judiciales exigiendo justicia. En 1985 se presentó el primer juicio por delitos de Lesa Humanidad en la provincia de San Luis, pero fue cerrado como consecuencia de la sanción de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y, luego, los indultos. El pueblo y las organizaciones de DDHH, resistimos y expresamos en todo momento la firme voluntad de mantener la vigencia de las instituciones, mejorarlas y avanzar en la exigencia de Verdad y Justicia.
Recién en 2005, al sancionarse la ley que declaró nulas las leyes de la impunidad, se abrió la posibilidad de reabrir las causas por todos los crímenes aberrantes producidos por los genocidas en el país. Desde la APDHAsamblea Permanente por los Derechos Humanos, constituida en 1975 y compuesta por sectores sociales, politicos, intelectuales, sindicales y religiosos argentinos. San Luis -juntamente con el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (Mendoza) y familiares de detenidos desaparecidos- en agosto de 2006, pedimos la reapertura de todos los juicios. Se logró que todas las causas que habían quedado pendientes se reanudaran. De este modo, se hicieron tres grandes juicios contra los responsables militares, policiales, funcionarios judiciales, civiles y hasta contra el obispo Laisser, colaborador de la dictadura -logró salir del país rumbo al Vaticano, que no permitió la extradición- y murió en Italia sin ser juzgado.
Toda esta lucha fue sostenida por muchas actividades, como el acompañamiento a las víctimas que debían dar testimonios en los juicios y la solicitud de las leyes reparatorias. Colaboramos con el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) en la toma de muestras de sangre a familiares y también en las investigaciones para localizar posibles lugares de enterramiento de las víctimas, fundamentalmente en las unidades militares. Desde 2004 formamos parte de los nodos de Abuelas de Plaza de Mayo, colaborando en la búsqueda de los nietos y nietas apropiados.
Desde la APDHAsamblea Permanente por los Derechos Humanos, constituida en 1975 y compuesta por sectores sociales, politicos, intelectuales, sindicales y religiosos argentinos. siempre nos ocupamos mayormente de los DDHH referidos a las violaciones políticas: torturas, detenciones, asesinatos y persecuciones pero sin descuidar las violaciones de otros derechos. Así, trabajamos con personas en situación de calle, asistimos a internos de la cárcel local y hemos acompañado a barrios marginales llevándoles bibliotecas, charlas, música con el apoyo personal de Miguel Ángel EstrellaMúsico, pianista y militante argentino nacido en la provincia de Tucumán. Exiliado en Uruguay fue detenido, secuestrado y torturado durante la última dictadura cívico militar en ese país. . Llevamos a cabo innumerables charlas en escuelas. Intentamos hacerlo también en la cárcel -junto con un grupo de abogados de APDHAsamblea Permanente por los Derechos Humanos, constituida en 1975 y compuesta por sectores sociales, politicos, intelectuales, sindicales y religiosos argentinos. nacional- a los penitenciarios, pero se dio la orden de que se suspendieran.
En este tiempo de pandemia hemos atendido muchísimas denuncias de violencia policial, entre ellas dos asesinatos en dependencias policiales. Creemos que hoy nos urge atender los derechos económicos, sociales y culturales que generan millones de desempleados en el mundo, miles que mueren en accidentes laborales, el trabajo esclavo de niños y mujeres, la contaminación de mares y los miles de niños que mueren de hambre o enfermedades curables. Ese es nuestro compromiso hoy, junto a la comunidad, ya que los DDHH son una construcción de todos.
En este tiempo de reflexión he pensado que una manifestación de la derrota en el campo popular es que no podemos encontrar el camino de la unidad y nos seguimos dividiendo y separando. Somos en lo político la expresión de la fragmentación social y, a pesar de pertenecer a un todo, no tenemos capacidad para juntar los pedazos. Nos olvidamos de sumar y multiplicar, pareciera que solo sabemos restar y dividir.
Quiero finalizar convocándolos a revivir esas épocas llenas de utopías, a no renunciar a los valores que nos guiaban, a ser solidarias y solidarios, a estar atentos y en guardia contra la absurda imagen del mundo que se nos muestra y a las falsas promesas empleadas para justificar la necesidad criminal de vender y la insaciable necesidad de consumir. A volver a tener esperanza.
Necesitamos tolerancia, grandeza de espíritu, compromiso y respeto para discutir y resolver las graves cuestiones pendientes. De nosotros depende lograr el salto cualitativo de construir una sociedad más humana.
Esta tarea emprendida por un grupo de compañeras ex detenidas nos lleva a reflexiones, balances, saldos y conclusiones que necesariamente orienten el futuro y sirvan a las próximas generaciones. Sabemos que los grupos dominantes y sus personeros siempre han acallado las voces de la “otra historia” y han desvalorizado a sus actores despojándolos de su esencia de militantes comprometidos.
Etiquetas: ACTIVIDAD COMUNITARIA, DERECHOS HUMANOS