Cristina Sánchez
Tristán Suárez, Buenos Aires, Argentina
Soy una militante de principios de los años ’70, con Unidad Básica y la constante charla con los compañeros. Juntos veíamos las necesidades y construíamos los caminos para pedir por nuestros derechos y mejorar nuestras condiciones de vida. Hoy es más difícil, esto casi no existe. Primero, porque hay otra forma de hacer política y, además, por la pandemia que agudiza esta situación. Pero sin embargo, mantengo la costumbre de la charla -ahora por el teléfono-, sigo leyendo el diario y me doy tiempo para pensar la realidad, tal cual como en aquellos tiempos de la Unidad Básica en lo de Lizaso, en Córdoba, donde la política era junto al otro, construyendo con el otro. Aún recuerdo cuando los compañeros nos daban cinco páginas de un libro para capacitarnos en la fábrica, de esa manera fuimos aprendiendo.
Cuando recuperé la libertad -estuve detenida desde 1976 hasta 1983-, los primeros años los dediqué a construir la relación con mi hijo y mi familia y la búsqueda de trabajo. El peronismo siempre pensó que el trabajo era el gran organizador social y allí, en el trabajo y donde vivo, es donde construyo mi identidad militante. Y sigo hablando con mis compañeros, hilvanando los hilos de política, escuchando lo que dice Cristina, lo que hace Alberto, lo que dice “mi muñeco KicillofAxel Kiciloff, gobernandor de la provincia de Buenos Aires y ex ministro de Economía del gobierno de Cristina Fernández.” -inteligente muchacho- y lo que aportan los compañeros por teléfono y personalmente. Porque a la política hay que masticarla, hay que acompañarla con mates, un puchito, tiempo y pensamiento. Esa fue nuestra forma de hacer política, porque si la cosa es solo dar un paquete y no trabajamos el porqué, porque si es solo hacer una obra o un programa de gobierno y no explicamos el porqué, da lo mismo que lo hagamos nosotros o el gatoAlusión al ex presidente Mauricio Macri.. O sea, hay que aprender a patear la calle y trabajar con el otro. Algunos lo hacen pero muchos son militantes de escritorio y de redes. Y no es así, hay que construir un pensamiento común que sostenga las políticas de gobierno, sino ¿qué dirigentes son?
Y entre mate, teléfono y puchito reflexiono: estamos transcurriendo el peor momento de la pandemia. La cantidad de muertos, infectados y la ocupación de los establecimientos de salud están en pleno ascenso. Cuando apareció el Covid-19 hubo muchas opiniones. La mayoría defendió la cuarentena y en contra estuvieron aquellos que priorizan el sistema financiero, la misma línea del gobierno anterior, que generó endeudamiento y abandono de políticas afines a las grandes mayorías. Eso trajo como consecuencia un país fundido, siendo responsables Macri y sus amigos. Y así hemos quedado todos con lo justo. Por eso colaboro en el barrio preparando comida. Apenas estoy económicamente un poco mejor y junto con el otro sigo dando lo mejor.
Llama la atención que sabiendo quienes tienen responsabilidades de esta situación -los gatos y no las ratas, son quienes abandonan el barco- no se tomen las medidas pertinentes. Ningún juez lo vio venir, nadie de migraciones lo vio salir, ningún político pudo denunciar. Señores, como decía el General: “Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar” y este gobierno que ganó en las urnas debe hacerlo para la mayoría, que es para quienes se deben poner los esfuerzos. Los monopolios no perdonan, los bancos extranjeros no perdonan, la entrega no admite exclusiones ni favores personales. La ostentación que realizan estos sectores contrasta con la grave situación económica que sufre el pueblo argentino y esto sucede por las nefastas consecuencias sociales y económicas en que dejó al país el gobierno de Mauricio Macri entre 2015 y 2019. No pedimos venganza pero sí sostenemos que debe existir justicia. Al ladrón, juzgamiento y pena.
Sabemos que el gobierno trata de hacer esfuerzos pero hay que tener siempre claro para quien se está gobernando, si para el pueblo o para aquellos que fundieron el país, llevaron nuestras reservas al exterior sin que se las haya repatriado, los que ni siquiera se dignan a pagar un 1 por ciento de impuesto para ayudar al país, los que pusieron presos a nuestros compañeros. O para aquellos que nos opusimos en la calle a todas las medidas antipopulares que venían de la mano de los decretos de necesidad y urgencia y los proyectos de los sectores del supuesto cambio. Recobremos el rumbo, los Estados nacionales al servicio del pueblo. Ya que son la única posibilidad de dar una respuesta efectiva y organizada a la crisis, después de casi medio siglo de políticas neoliberales que siempre beneficiaron a los mismos. Por eso repudiamos la anomia, por eso pedimos que se agudice una política de redistribución del ingreso y la riqueza. Con políticas de alto consumo interno, con suba de salarios y consolidación industrial. Con un control estatal del comercio exterior. Además, con un aumento en ciencia y técnica, con especial atención a políticas tecnológicas y energéticas nacionales que aumenten el desarrollo de un país con empuje propio. Eso lo aprendimos ya hace mucho tiempo.
Sabemos que algunas cosas no se pueden y tendremos que esperar. Pero muchas sí. Y mientras hacemos esto, que la Justicia se mueva, que analice como sucedió este desfalco al país y vayan presos los que delinquieron. Parecen vivir en otro mundo en tanto el poder legislativo, ese que cada dos años viene a pedir el voto de apoyo que dicte las leyes pertinentes. Para que tengamos efectiva y definitivamente un país grande por el cual nosotros siempre hemos trabajado. Justo, libre, soberano y solidario.
Lo que digo no es nuevo, es parte de muchas de nuestras experiencias, las mejores hay que recuperarlas. En lo que nos equivocamos hay que cambiarlo pero para eso hay que pensarlo mucho, hay que charlar mucho y hay que patear el territorio y levantar una nueva manera de construir la patria.
Etiquetas: DERECHOS HUMANOS