Navegando el Paraná

Desde afuera

Susana Benedetti

Oberá, Misiones, Argentina

Salí en libertad el 28 de diciembre de 1983, ya en democracia. En principio, me propuse abocarme a mi familia. Tuvimos que producir en la chacra de mis suegros para poder subsistir: plantábamos tabaco, hacíamos huerta y cosechábamos yerba mate. Estábamos llenos de planes y proyectos. Pronto llegaron mis hijos: primero Catriel y luego, Eva Luz. Si bien mi vida transcurría dentro de los proyectos familiares siempre me sentí un ser social, nunca pude mirar para otro lado cuando alguien necesitaba una mano, un abrazo, una palabra de aliento. Siempre colaboramos dentro de la comunidad, con la Iglesia, el puesto de salud y las comisiones de la escuela.

A comienzos de 2002, en plena crisis económica, surgió el trueque, que fue una muy linda experiencia, con una organización ejemplar, solidaria y amena. La comunidad tenía la oportunidad de intercambiar sus productos y todos se iban con algo. Era satisfactorio formar parte de algo así en momentos tan difíciles. Para entonces me había separado y necesitaba una forma de generar ingresos y subsistir de manera independiente. 

Un tiempo después, en 2003 aproximadamente, surgieron las Ferias FrancasPuestos de venta directa de productos libres de agrotóxicos. La primera se asentó en Oberá, provincia de Misiones, en 1995 con productores del Movimiento Agrario Misionero (MAM) vinculados con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). como otra oportunidad de trabajar con gente de mi comunidad y también de vender mis productos. Así, junto con otras dos compañeras, empezamos a vender en Oberá y después ampliamos el grupo y empezamos a intentar comercializar en Posadas (a cien kilómetros de distancia). Esto implicó redoblar esfuerzos, puesto que íbamos cinco productores, en forma rotativa, para vender la producción de veinte familias. Salíamos a las 2 de la madrugada y a las 6 ya teníamos los productos presentados y listos para la venta. Todos tuvimos que aprender sobre ventas, presentación de los productos, contabilidad, valor al producto y seguridad e higiene, entre tantas otras cosas. Lo hicimos de cara a la experiencia, como así también a través de cursos de capacitación. 

Las Ferias Francas significaron una experiencia trascendental para todo el grupo de productores que las integraron, pero ese impacto fue mayor en las mujeres, dado que la mayoría jamás había manejado dinero: nunca se habían capacitado ni formado parte de una organización. Fue una forma de descubrir un mundo desconocido, se fueron independizando y perdiendo el miedo. Conocieron lugares, habilidades propias y se relacionaron con otras mujeres, compartiendo espacios y emociones que las fortalecieron y les dieron identidad propia. 

Fue a través de la Feria Franca que restablecí mi relación con el Movimiento Agrario de Misiones, la cooperativa Río Paraná y todas las organizaciones que en ese momento surgían en nuestro contexto: la Red de Agricultura Orgánica (RAOM), la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos (APDH), la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) y el Movimiento de Mujeres Campesinas y Aborígenes de la República Argentina (MUCAAR) que integramos junto con un lindo grupo de mujeres de diferentes lugares de la provincia y de todo el país. 

Además, tuve la oportunidad de trabajar en el Programa Social Agropecuario (PSA) con familias de Colonia Alberdi, donde formamos nueve grupos de comercialización de productos. Esto me llevó a integrar una comisión de mujeres de todo el país, donde nos abocamos a trabajar sobre el rol de la mujer y su protagonismo dentro de la agricultura familiar. 

Hoy, ya jubilada, disfruto de una preciosa etapa de mi vida en la que el sentir se hace más fuerte y cada instante tiene un sabor a vida único. Comparto con mis hijos y mis tres nietos, que son mis fuerzas y mi esperanza de ese mundo mejor que antes soñamos y que nunca dejamos de construir. 

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