Cristina Ibáñez
Catamarca, Argentina
Estaba en Alemania hacia muy poco tiempo. Recién comenzaba a estudiar el idioma y ¡obviamente no entendía nada! Porque, además de ser alemán, en esa región se hablaba un dialecto.
Era septiembre. Iba en un bus y miraba aquel paisaje que se volvía rojo, ocre y amarillo. Los árboles eran un espectáculo en sí mismos y para mí ya hacía mucho frío. Iba mirando y comparando. Recordando septiembre en la Argentina. En Catamarca.
Un hombre sentado frente a mí, leía el diario. Distraídamente lo miré. Miré los títulos. Todo en alemán. En ese momento pensé que no manejar el idioma me estaba jugando una mala pasada. Que lo que estaba leyendo respondía a mis deseos, a fantasías del exilio. No podía ser. Era mucho. Más que mucho.
Cuando volví al departamento que compartía con una pareja de alemanes, con mucha excitación me preguntaron si me había enterado que Somoza(1925-1980). Anastasio Somoza Debayle. Dictador militar e ingeniero hidráulico nicaragüense. Ejerció el poder desde 1937 hasta 1979, cuando renunció tras las revolución popular. Fue ejecutado en 1980 por un comando Sandinista en Asunción, Paraguay. había muerto en su refugio de Paraguay y que era un comando argentino el que había ejecutado la acción.
Me quedé de una pieza. Un tirano había encontrado castigo. Y mi “dominio” del alemán me había permitido leerlo y entenderlo. Lo que me faltaba era confianza en creer. Creer que podía entenderlo y también creer que la justicia popular seguía siendo un objetivo irrenunciable ¡Seguir creyendo en las utopías! Y que se podían alcanzar.
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