Raquel Mac Donald
CABA, Argentina
Cuando se levantó el Estado de Sitio en Argentina volví a Buenos Aires, el mismo 24 de mayo de 1973, para la asunción de Cámpora Héctor José Cámpora (1909-1980). Político argentino. Secretario de Juan Domingo Perón durante su proscripción en el exilio. Presidente de la Nación Argentina entre mayo y julio de 1973.. Nos esperaban unas compañeras y sentí una alegría infinita y difícil de explicar. Al día siguiente, fuimos a Devoto. Los que teníamos familiares detenidos entramos a visitarlos y decidimos quedarnos hasta su liberación. Los pabellones estaban abiertos y se podía circular. Me encontré con compañeras con las que había estado en Rawson. Me miraban incrédulas: “¿Qué hacés vos acá?”, me decían. Pasamos toda la noche. Se veían a lo lejos, en la oscuridad, las columnas con las antorchas que llegaban compactas, estaban cada vez más cerca. Haidar, trepado a las rejas de una ventana carcelaria hablaba “a las masas”, como él decía. Esa noche, con Paquito Urondo(1930-1976). Francisco Paco Urondo. Escritor, poeta, guionista, periodista y militante político de la organización Montoneros. Fue asesinado en una emboscada por fuerzas conjuntas de la policía y el Ejército en Mendoza., se grabó la entrevista con María Antonia, Alberto Camps y el Turco Haidar. Después, daría origen a la publicación Patria Fusilada, que termina con estas palabras del Turco:
“Quería decir que nosotros cuando hablamos estamos un poco contando las experiencias de otros, de los que murieron y de los que vivieron, es una cosa totalmente impersonal. Si algo tenemos que hacer, si para algo sobrevivimos nosotros, es para transmitir todo eso que los otros, por haber muerto, no pueden hacer”.
Se abrieron las puertas de Devoto y se produjo la ansiada liberación. Era la alegría del triunfo. El aplauso, los saludos, las felicitaciones, el futuro que se habría tras las rejas. Me sentía también partícipe de esa liberación, porque si bien hacía ocho meses que había salido con la opción, nunca pude olvidarme de las compañeras presas ni de sus sufrimientos. Allí se había producido también mi propia liberación. No voy a olvidar jamás esos días de mayo, de un mayo argentino: la gente en la calle cantaba, paseaba sin rumbo, sin miedo, parecía una ciudad que despertaba de un letargo, había alegría por todos lados. Se respiraba libertad. Comenzaron a vivirse “los cuarenta y nueve días de la patria liberada”, como dijera una vez en un discurso Susana ValleHija del General Juan José Valle. Nacida en Capital Federal (otros dicen Avellaneda) el 26 de noviembre de 1936. Una vez fusilado su padre en 1956, fue una de las miles de mujeres que sumó su esfuerzo a la Resistencia Peronista. También integró la JP en lucha contra las dictaduras militares. http://www.robertobaschetti.com/biografia/v/22.html.
Después de la renuncia de Cámpora, de la asunción de Perón, de su muerte y de la presidencia de Isabelita, comenzaba una creciente represión que culminaría con el terrible golpe cívico militar eclesiástico del ’76. La represión que he vivido en el período de mi prisión considero que fue brutalmente superada. Aquella fue el prolegómeno del terror que sucedería después. Ese período de mi vida me marcó para siempre.
Cuando estuve en libertad volví a mi trabajo barrial, en Santa Fe. Me integré a la docencia en la Escuela Industrial Superior de Ingeniería Química donde fui coordinadora del área de Ciencias Sociales. Me uní a mi compañero, Guillermo Alberto Perot y bendijo nuestra unión el padre Esteban de Quirini de la Congregación Hermanos de Foucauld, en la capilla de Intiyaco. Allí, Esteban desarrollaba su trabajo social y religioso. Luego tuvimos la gran alegría del nacimiento de nuestra hija Guillermina.
Cuando comenzó la represión nos tuvimos que ir a vivir a Rosario. Con el golpe del ’76 secuestraron a Guillermo y lo hicieron desaparecer. Hicimos, junto con su mamá y dentro de nuestras posibilidades, una búsqueda que resultó infructuosa. En esa búsqueda fuimos a ver al obispo de Rosario, Guillermo Bolatti, y nos atiendió quien se identificó como su secretario: Rodolfo Yaquinto. Nos dijo que muy poco podían hacer y que lo sigamos buscando. Además, que se decía que los tenían en un lugar como rehenes sin reconocerlos para cuando la subversión hiciera algún atentado, matarlos y dejarlos en un lugar público como represalia. También fuimos a otros lugares y a la cárcel de Coronda, donde el capellán que nos recibió nos dijo que allí no estaba.
Vine a vivir a Buenos Aires con mi hija, que aún no tenía tres años, contando con el apoyo de mi mamá, de la familia de Guillermo y de muchos compañeros que me ayudaron de una u otra forma. Acá me integré a la lucha por la libertad de las presas y los presos políticos y por la “aparición con vida” que fue iniciada por los Familiares y las Madres. Me integré a la Comisión Peronista de Derechos Humanos y a los Talleres de Hijos de Desaparecidos. Trabajé en el diario La Voz y, por un período de unos quince años, en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en apoyo a la investigación. Luego y hasta mi actual jubilación estuve en el Centro de Protección de los Derechos de la Víctima, dependiente primero de la Secretaria de Derechos Humanos y luego del Ministerio de Justicia de la provincia de Buenos Aires. De allí, nuestro equipo pasó a Victimología de la ciudad de Buenos Aires, dependiendo del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.
En mi trabajo en Víctimas pude aportar mi experiencia militante a favor de los sectores más vulnerables. Ellos son generalmente los que sufren una mayor marginación de la Justicia, el gatillo fácil y la cárcel. También nos ocupamos de casos de violencia de género, abuso infantil y violaciones. Con un abordaje integral e interdisciplinario intentamos reducir la vulnerabilidad de la víctima y/o su grupo familiar, al tratar de propiciar un acceso sin demoras a la justicia. Además procuramos solucionar problemas de salud, vivienda y otras necesidades inmediatas. Con la intervención por presencia, se comienzan a derrumbar los estereotipos existentes, entre otros, los de género. La víctima comienza a sentirse como sujeto de derecho y va transformando su dolor en acción. Es fundamental la celeridad en la intervención y la creación de un vínculo de confianza, de acompañamiento y de fortalecimiento de la víctima y/o su familia.
He intervenido con los equipos interdisciplinarios, entre otros casos, en: la tragedia de República Cromañón; la tragedia de Carmen de Patagones -donde un alumno disparó contra sus compañeros, dando muerte a tres e hiriendo a cinco-, y en la Unidad 28 del penal de Magdalena, en octubre de 2005. En este último caso, trabajé en el reconocimiento y la entrega de los cuerpos de los fallecidos y en asistencia y acompañamiento a sus familiares. Además, he asistido también en situaciones de desaparición de personas. Así, viajé a Misiones para el reconocimiento, identificación y traslado del cuerpo de un joven desaparecido de la provincia de Buenos Aires. En dos ocasiones fui a Uruguay con representantes de las áreas del equipo de Víctimas explicando, en mi caso, la forma organizativa de abordar la intervención. También fueron parte de nuestro trabajo casos de accidentes graves. He recorrido, por diversas situaciones como audiencias, actos, conferencias y búsquedas, muchos municipios de la provincia de Buenos Aires y varias ciudades argentinas.
Me he sentido muy útil y contenida en este trabajo pese a que la tarea con víctimas acarrea muchos conflictos, sinsabores y presenta aspectos muy dolorosos. Pero también depara muchas satisfacciones. Es un trabajo que considero como parte de mi militancia. Establecí lazos muy firmes y afectuosos tanto con los compañeros de trabajo como con las víctimas y familiares en la búsqueda permanente de verdad y justicia.
Etiquetas: DERECHOS HUMANOS, EDUCACIÓN