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No es arbitrario iniciar este desarrollo en 1945. La mayoría de nosotras, ex presas políticas, nacimos entre 1945 y 1955, en un país de luchas, desencuentros y proscripciones, con proyectos antagónicos desde antes de la conformación del Estado-Nación en el siglo XIX, época de caudillos federales enfrentados a la oligarquía agroexportadora y al centralismo porteño, aliados al imperio inglés.
Desde 1930 los gobiernos elegidos por el voto popular fueron violentamente interrumpidos por golpes militares. Casi no habíamos vivido en democracia. La crisis internacional de 1929-1930 obligó a iniciar un proceso de sustitución de importaciones, de industrialización y urbanización. En Argentina, con la dictadura de Uriburu -derrocamiento de H. Yrigoyen- el Estado empezó a intervenir en la economía, aunque siguió respondiendo a los intereses de la oligarquía.
Nuestra generación estuvo cruzada por una nueva forma de ver el mundo. Influida por pensadores, artistas, cantantes populares, escritores y cineastas que buscaron representar los movimientos culturales en vinculación estrecha con las ideas políticas de nuestras juventudes.
La irrupción de estos discursos en el espacio público fortaleció las miradas, profundizó los debates y construyó un imaginario del que fuimos protagonistas.
Estas expresiones corren por nuestras venas, se hicieron parte del camino y en cada momento de nuestras luchas nos susurraron el latir del pueblo.