Navegando el Paraná

Fragmentos

Diana Guastavino

Santa Fe, Santa Fe, Argentina

“Cuando la ciencia deja de reflexionar sobre sí misma inicia un proceso por cual tiende a imponer verdades en relación con una naturaleza a la que supuestamente habría que domesticar”.

Max Horkheimer-Theodor Adorno, Escuela de Franckurt.

Presentación

Mi nombre es Diana Guastavino, nací en Gualeguaychú, Entre Ríos, y actualmente vivo en Santa Fe. A los dieciocho fui a estudiar Psicología a la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), lo que significó para mí un acercamiento no solo a la carrera sino sobre todo al conocimiento desde un modo amplio.

Fue conmovedor cruzar el umbral de la Facultad y encontrarme con grupos de estudiantes debatiendo problemas académicos o sobre el país. Percibí toda una apertura a la diversidad de ideas y una invitación al protagonismo. Las nuevas visiones del mundo se abrían ante mí como abanico de posibilidades, incluso interpelando mis propias estructuras tradicionales y mandatos. Eran épocas de urgencias, de creación de proyectos políticos y de acciones. La Facultad comenzó a significar para mí un lugar de pertenencia y las asambleas, espacios de aprendizajes.

En mis primeros tiempos realicé algunos trabajos informales y más adelante logré entrar en el Ministerio de Economía como “contratada”, trabajo que realizaba en paralelo a los estudios. Pronto los contratados comenzaríamos las luchas por el ingreso a la planta permanente. Estos fueron mis primeros pasos en las luchas gremiales: la relación con el sindicato y los reclamos al Estado. Con las movilizaciones en las calles logramos que el sindicato se pusiera al frente de los reclamos y luego de algunos años concretamos el pase a planta permanente, cuestión que celebramos como gran triunfo. En estas movidas conocí la propuesta de Frente de una organización maoísta, el Partido Comunista Marxista Leninista (PCML), que me resultó amplia y democrática. Le presté atención y pronto me uní a trabajar con ellos. Más tarde conocí su propuesta general para el país y, en aquellos momentos, me resultó viable y apropiada a nuestra realidad.

La detención

En junio de 1975, pleno “Rodrigazo”, fui detenida en La Plata por la Alianza Anticomunista Argentina (AAA), grupo parapolicial que actuaba persiguiendo y secuestrando activistas y opositores con el aval de la policía y el Estado. Me llevaron a Coordinación Federal, en Buenos Aires, que ya era un centro de detención y tortura. Luego de varios días me legalizaron entregándome a la Unidad N° 2, la cárcel de Villa Devoto. Vale recordar que esta banda armada inició sus acciones con el atentado al senador Hipólito Solari Irigoyen en el ’73 y continuó haciéndolo hasta el golpe de Estado, quedando incorporada al aparato represivo. En febrero de 1975 la presidenta promulgó la Ley Antiterrorista dejando a los militares con las manos libres para reprimir en todo el país. A propósito de la AAA, hasta la fecha la causa iniciada contra este grupo parapolicial continúa abierta.

La libertad: aspectos

Después de siete años y tres meses, en septiembre del ’82, salí en libertad y me quedé en la casa de mi madre, en Buenos Aires. Como muchos, yo lo había perdido todo: marido desaparecido y familiares desaparecidos. Quedé sin hogar ni vínculos.

Fue emotivo y a la vez doloroso el encuentro con mi gente: sentía que tenía que acomodar mi cabeza a un mundo desconocido y del que no entendía las reglas. El clima de alegría por la libertad se enrarecía por las ausencias presentes. Es contradictorio expresarlo en estos términos pero era el sentimiento que sobrevolaba nuestros espíritus.

Aquello que creía haber comprendido y aceptado como real, afloraba como negación desde los abrazos, miradas o gestos que al evitar hacer nombres nombraban las ausencias. Pronto percibí la dificultad en la comunicación con mi gente y con el mundo al que llegaba. La vida había cambiado demasiado y las  palabras -que hacía muy poco me servían- habían perdido su sentido y su funcionalidad. Las palabras apenas flotaban en la superficie de las cosas ¿Qué nos pasó? Era la pregunta retórica que colgaba de las horas y los días. La experiencia se hacía intransferible, no por falta de voluntad sino por imposibilidad. Fatigosamente  el tiempo abriría caminos a hachazos. Quizá la vida cotidiana, sus quehaceres y banalidades fueron introduciendo preocupaciones del presente. Más tarde, la inserción laboral también haría lo suyo. 

En el ’83 llegó la Democracia y con ella el Juicio a las Juntas, impulsado por Alfonsín, como una gran puesta en común de una sociedad que condenó a la dictadura. No obstante, algunos partidos y otros actores pedían la amnistía para los represores. De todos modos, el Nunca MásInforme producido por la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP) que dio cuenta del accionar del terrorismo de Estado en la Argentina. significó uno de los grandes consensos sociales que marcó un límite contundente al terrorismo de Estado y colocó a la Democracia y sus instituciones en el centro de la vida ciudadana. Otro aire comenzó a respirarse y las atrocidades fueron develándose. 

Agradecimiento eterno a Madres de Plaza de Mayo, la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEPComisión Nacional de Desaparición de Personas creada durante el gobierno de Raúl Alfonsín en 1984. Fue conformada por personalidades de diferentes ámbitos y espacios políticos. Presentó el informe Nunca Más. ), organismos de Derechos Humanos (DDHH) y actores que acompañaron, defendieron y difundieron las condiciones de los campos de concentración, las cárceles y las situaciones en las que vivía nuestra gente.

Vuelta a la Universidad

En el ’85 decidí iniciar Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA): quería volver a los libros con nuevas preguntas y entré con expectativas. A mitad de la carrera la familia -yo ya con marido e hijos- debió  trasladarse a Santa Fe. Ubicados en la ciudad, busqué la chance de retomar la carrera en la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER). Allí finalicé la Licenciatura en Comunicación Social -con altas y bajas- en 2011 con la tesis “Arte-Biografía y Comunicación”, que surgió como corolario de un largo trabajo de investigación sobre la trayectoria del plástico Arturo Gerardo Guastavino (1897-1978), quien fuera hermano de mi padre. Arturo se destacó en Gualeguaychú en el dibujo y la caricatura. Fue becado para formarse en Buenos Aires. Llegó a la ciudad en 1924. Allí trabajó en periódicos como caricaturista. Luego, indagó en la escultura y, posteriormente, se dedicó de lleno a la pintura hasta el final de su vida. Sus mayores reconocimientos los obtuvo entre 1930 y 1950. 

Mi interés por este trabajo surgió a fines de los ’90 leyendo un periódico en el que su discípulo Egon Paul Hoffman, que vivía en Bariloche, mencionaba con orgullo a Arturo Guastavino como su maestro. Mi sorpresa fue grande ya que mi tío había fallecido y yo carecía de toda información sobre su obra. Creo que así se inició mi inquietud y decisión de investigarla. Comencé con la ubicación del discípulo, quien gratamente se puso a mí disposición y me permitió obtener material e información diversa para avanzar con el trabajo, que me llevó más de diez años. Lo demás lo podrán ver en la web que dejo al final. El objetivo medianamente se cumplió: intentar otorgar mayor visibilidad a esta obra reconocida y olvidada por las mareas de los tiempos. Rescato sobre todo el aprendizaje que hice conmigo misma, con las debilidades y fortalezas siempre en tensión, siempre por abandonar el barco. No lo sé pero quizá no sea solo el esfuerzo lo que cuenta sino también el placer de ir sorteando dificultades y valorar esto como enriquecimiento. 

Breves reflexiones (a vuelo de pájaro)

En términos generales los ’70 fueron tiempos de urgencias, de acciones y transformaciones. Quizá las urgencias impidieron a los intelectuales introducirse en otras lecturas, desde la Teoría Crítica. La idea de Razón que predominó perdió su sentido crítico y se transformó en razón instrumental, en verdad absoluta y, en política, en autoritarismo. El disenso y el debate hacia el interior de los grupos fue difícil o imposible. Y al no haber debate lo que existe es el “pensamiento único”. Por otra parte, al dejarse de lado la perspectiva del “Pensamiento Complejo” el análisis de la realidad llevó a simplificaciones y reduccionismos que impidieron elaborar respuestas adecuadas. 

Debieron pasar muchos años para poder acceder a otras lecturas, que existían antes. No obstante no hemos arribado a una puesta general común todavía.  

Desde mi perspectiva rescato aportes de pensadores de la Escuela de Frankfurt, Theodor Adorno, Walter Benjamin, Max Horkheimer, Herbert Marcuse, Bourdieu y Foucault, entre otros. Son autores que me ayudan a abrir conceptos de entonces y analizarlos desde este presente y por el presente.

A modo de cierre

A pesar de los años o con los años a favor continúo haciéndole preguntas al mundo y a la condición humana. Creo que aún desde la incertidumbre es posible crear espacios y acciones de libertad para imaginar otros modos más humanos e inclusivos de estar en el mundo.

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