Entre sierras valles y ríos

La casita

Estela María Escobar

Córdoba, Córdoba, Argentina

Cuando salí en libertad, allá por el ’80, mi único objetivo era recomponer la relación con mis hijos. Sobre todo con el más pequeño, que nació cuando estaba en la cárcel de San Martín. Lo tuve conmigo apenas unas horas. No fue fácil, porque para él yo era una ilustre desconocida. Además, recomponer la relación con los dos mayores y la familia en general. En principio costó reintegrarme a la vida cotidiana de la familia, incluidos mis propios hijos. A veces sentía que era una visita, una extraña.

Cuando mi compañero recuperó la libertad, tuve tres hijos más y la casa quedó chica. La vendimos y compramos otra en el barrio SEPBarrio sindical de empleados públicos de la ciudad de Córdoba.. Es allí que retomé la militancia y me dediqué al barrio, a trabajar en reclamos de la situación de los vecinos, de la realidad de los adultos mayores, de los niños y los jóvenes.

En ese momento, con un grupo de mujeres, ganamos el Centro Vecinal del barrio. Trabajamos mucho en lo social, lo comunitario. Siendo la presidenta del centro vecinal comenzamos a trabajar en atletismo con el negro Ramallo -una persona muy querida en el sector- y los chicos del barrio. Empezamos sin elementos, sin nada de nada. Por ejemplo: para tiro de jabalina usábamos cañas que cortábamos en un cañaveral cercano y el disco eran piedras. Desde la municipalidad de Córdoba se organizó una competencia de atletismo en el Chateau CarrerasEstadio olímpico de la ciudad de Córdoba. Hoy, estadio Mario Alberto Kempes. y ¿saben que? ¡los niños del Centro Vecinal del barrio SEP ganaron el primer premio! Siete días en un hotel de Chapadmalal. 

Cumplido el mandato vecinal quedamos como vacías ¿qué haríamos de ahí en más?

Con la indemnización para los ex presos políticos compré una casita en el barrio y cuando nos quedamos sin un espacio para funcionar y no había forma de alquilar algo decidí que esa casa -que estaba cerrada- se usaría para trabajar con las mujeres. Hicimos unos arreglos y comenzamos a armar allí un espacio de contención para toda la familia. Se convirtió en un lugar de encuentro y me dediqué de lleno a la militancia social, aunque siempre me comprometí con lo gremial, a través de mi trabajo y lo político.

Un día, caminando por el sector comercial del barrio, un comerciante me llamó y me contó que cinco hermanitos -de cinco años la mayor y de nueve meses la menor- quedaban con su abuela cuando la mamá se iba por varios días. Pero la abuela había fallecido y los niños estuvieron con ella en la cama durante cinco días hasta que su mama volvió. Este señor nos preguntó si nosotras podíamos hacerles de comer. Ellos nos daban el dinero para las compras. Así fue como nos hicimos cargo de esos niños. Hacíamos la comida, los buscábamos en su hogar, les dábamos de comer y los reintegrábamos a su casa. 

Durante la crisis de 2001 presentamos un proyecto al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación para la apertura de comedores comunitarios en todo el país. En este proyecto tuvimos que argumentar porqué nos presentábamos, describir la situación social del barrio y de los diferentes grupos etarios y, también, presentar presupuesto de todo lo que necesitábamos. Mucho trabajo pero era tanta nuestra alegría y entusiasmo que no importaba, nos pellizcábamos para saber si no estábamos soñando: imagínense lo que era presupuestar desde una cucharita hasta un freezer, una cocina y una heladera, entre otras cosas. A partir de que aceptaron nuestra propuesta nació el Grupo de Trabajo Comunitario Asociación Civil. Y conformamos un espacio donde lo principal era la alimentación: almuerzo y merienda. 

Hoy la comida es para ciento ochenta personas, con talleres de capacitación y reflexión para todas las edades. Por ejemplo, para jóvenes hay talleres de oficios, sexualidad y recreación. Para mujeres se ofrece tejido artesanal, maquillaje, costura, biblioteca y apoyo escolar, que aún hoy mantenemos. Con este grupo de mujeres, y específicamente del taller artesanal, hoy tenemos un stand en la Feria Internacional de Artesanías con sede en Feriar.

Hoy “la Casita“, como la llama el barrio, es un espacio de referencia para todo el sector y todas las edades. Pero todavía faltaba algo para que los y las jóvenes siguieran al lado nuestro: así nació la murga El remate. Organizamos nuestro propio carnaval en el barrio y los chicos se han adueñado del espacio. Lo más importante es que los niños y jóvenes de la murga son reconocidos por el espacio de las Murgas Cordobesas. Además, siempre están presentes en los eventos de nuestro barrio y de los barrios vecinos.

En 2014, invitados por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, viajamos con la murga a Buenos Aires con motivo de la Conmemoración de los veinticinco años de la Convención de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes. Durante este evento la murga actuó frente a representantes de todo el país, con una excelente acogida por parte de todas las delegaciones. En marzo de 2015 viajamos a Paraná invitados por el mismo ministerio, en el marco del programa Nuestro Lugar, en el que obtuvimos un gran reconocimiento por el trabajo realizado por los chicos de la murga. Allí tuvieron la posibilidad de actuar frente a delegaciones de las provincias del centro y del norte de nuestro país. 

A través de los sindicatos hemos podido viajar a distintos puntos de las sierras donde los niños conocieron un río y vieron por primera vez una montaña. Hay una anécdota que pinta esto que digo: el primer viaje que hicimos con los pibes y las pibas del comedor fue a Carlos Paz. Allí fuimos a la aerosilla y en el camino un peque me preguntó: “Mary ¿eso qué es?” , señalando la ventanilla. Asombrada le pregunté: “¿No sabes qué es?” y él contesto que no. ¿Saben qué era? las sierras de Carlos Paz. Estos niños subieron y bajaron la montaña no puedo decir cuantas veces y terminamos ese viaje almorzando a orillas del lago. Con el correr del tiempo, hubo varios viajes a distintos puntos de las sierras con la ayuda de distintos sindicatos.

Con las mujeres del curso de tejido y telar participamos de la feria de artesanías de Feriar, en Córdoba, en la feria de la Estación de Santa Fe y en la del Tejido en Capilla del Monte, entre otras.

Hace tres años incorporamos la sala cuna Duende saltarín, con cuarenta bebes. El programa Sala Cunas es del gobierno provincial. La organización destina el espacio y el Estado, los recursos económicos. 

Releo lo escrito y pienso ¡cuántas cosas podemos realizar! Buenas, malas, otras más o menos pero así es la vida ¿Verdad?

No quiero dejar de agradecer a todas las personas, sobre todo a mis hijos que me han acompañado en todo este camino que es mi vida, que siempre han estado a mi lado. Leo lo que escribí y, convengamos que no es una obra literaria, ¡es Mi vida!

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