Entre sierras valles y ríos

La vida y la política

Norma Susana San Nicolás

Córdoba, Córdoba, Argentina

En la tarde noche del 16 de octubre de 1982 las paredes de la cárcel de Devoto se estremecían con el golpeteo de los puños de las presas políticas. En esos tiempos, este rito solo podía significar una buena noticia: alguien salía en libertad. Las campañas de denuncias en el exterior y en el país sobre las violaciones a los Derechos Humanos (DDHH), la crisis económica y social y la derrota en la Guerra de Las MalvinasArchipiélago de América del Sur situado en el mar argentino a 500 kilómetros de la costa. El 2 de abril de 1982 la dictadura cívico militar inició el desembarco de tropas en las Islas Malvinas, dando comienzo al conflicto bélico con Gran Bretaña. El enfrentamiento dejó un saldo de 650 combatientes nacionales y 255 soldados ingleses muertos. El 14 de junio de 1982 Argentina presentó la rendición. provocaron el aislamiento del gobierno militar. Antiguos cómplices y aliados como la cúpula de la Iglesia Católica, de los partidos políticos tradicionales, empresarios, jueces y medios empezaban a tomar distancia. Por primera vez se vislumbraba un posible camino a elecciones para la democratización del país.

En ese contexto visitó la cárcel el general Ibérico Saint Jean, jefe del Primer Cuerpo de Ejército, y entrevistó a varias de nosotras. Aprovechando la oportunidad hicimos nuestros reclamos. Preguntamos dónde estaban los desaparecidos, exigimos mejoras en las condiciones de vida y en mi caso le recriminé el asesinato de los presos políticos en la cárcel de CórdobaEn 1976 fueron asesinados veintinueve presos políticos en la Unidad Penitenciaria Nº 1 de San Martín (Provincia de Córdoba) que estaban a disposición de la Justicia Federal.. Eludiendo el tema dijo: “Usted mejor piense lo que hará una vez en libertad”. Y agregó: “Nosotros ganamos la batalla militar, pero ustedes ganaron la batalla ideológica”. Extendió la mano y, aunque al principio dudé, le respondí el saludo. 

Si bien anhelábamos la libertad, nos parecía un horizonte muy lejano. Los diarios, que nada podían decir sobre la situación de los desaparecidos, venían publicando listados de presos políticos liberados en cuentagotas. Incrédulas leíamos y yo bromeaba con que solo saldría en libertad si me la daban el 26 de julioDía del fallecimiento de Eva Perón, en 1952., el 7 de septiembre o el 17 de octubreTambién llamado Día de la Lealtad. Conmemora una gran movilización obrera y sindical en la Plaza de Mayo de Buenos Aires realizada el 17 de octubre de 1945, que exigió y obtuvo la liberación del entonces coronel Juan Domingo Perón, detenido pocos días antes. El hecho es considerado el nacimiento del peronismo y uno de los momentos más importantes de la historia del movimiento obrero argentino. . Después, todas reíamos alegres y cambiábamos de tema. Por eso, cuando la celadora gritó: “San Nicolás,¡traslado con efectos!”, caí en la cuenta de que saldría en libertad. Cuando abrió la celda salí a recorrer el pasillo para despedirme de las compañeras agolpadas en las mirillas. “¿Vieron? ¡me voy porque es 17 de octubre!”.

Los vínculos de compañerismo y solidaridad que logramos en esa situación son indestructibles. Este humor, propio de las presas, sirvió en los mejores y peores momentos. No solo fue un mecanismo de defensa sino una parte vital de la resistencia al plan de destrucción física, moral y política que implementaban sobre nosotras.  Pasadas las 12 de la noche salíamos de Devoto con Liliana Salvador, Blanca Becher y Berta Horen, entre otras que mi memoria no recuerda, tal vez por no haberlas conocido desde antes. Por suerte, la guardia de las familias de Buenos Aires, siempre atentas, esperaban en la puerta. La familia de Berta Horen me acogió cariñosamente ese día, hasta que pude viajar a Córdoba. Estuve detenida en la cárcel de Devoto desde el 1 de diciembre de 1976 hasta ese día, 17 de octubre de 1982.

La vida en libertad

Un año después, en el ’83, vino la democracia. Y con ella el Juicio a las JuntasProceso realizado por la Justicia Civil en 1985 por decreto N° 158/83 del presidente Raúl Ricardo Alfonsín. El decreto ordenó someter a juicio sumario a nueve militares de las tres armas que integraron las Juntas y dirigieron el país desde el inicio del golpe cívico militar hasta la Guerra de las Malvinas en 1982. La sentencia dictada el 9 de diciembre de 1985 condenó a cinco acusados y absolvió a cuatro de ellos. . En ese marco, una de las primeras acciones que emprendimos fue recoger testimonios y documentación para aportar a los juicios de los fusilados en la cárcel de Córdoba y del obispo cordobés Monseñor Angelelli asesinado en La Rioja. En esos tiempos nos conectamos con Liliana Lesgart, única sobreviviente de una familia de cinco hermanos que aún vivía en Francia y, más tarde, integró el Servicio Paz y Justicia (SERPAJ) en Córdoba. Había causado en nosotros un fuerte impacto ver en la ronda de Plaza de Mayo las fotos ampliadas con los rostros de los compañeros. Liliana consiguió doscientos dólares de la solidaridad internacional, que utilizamos para ampliar las fotos de los desaparecidos de Córdoba. Poner sus rostros en la ronda de la Plaza San Martín era una acción de trascendencia simbólica, pero esencialmente política. Parecía que las desapariciones, la estigmatización y el miedo daban sus frutos en la sociedad cordobesa. Que los militares habían logrado no solo hacer desaparecer los cuerpos sino también los nombres, la historia personal, la trayectoria social y política de tantos compañeros y compañeras. Por eso era importante darles visibilidad, entidad e identidad y mostrar sus rostros para reavivar la memoria colectiva. Recoger entre los familiares las fotos de nuestros compañeros fue una tarea delicada, comprometida, y esencialmente amorosa. Significó hablar con cada uno, explicar el proyecto y convencerlo de que al menos por unos días se desprendieran de ese recuerdo, de ese tesoro. 

Poco a poco obtuvimos las fotos que fueron copiadas y ampliadas por los fotógrafos Horacio Rata Liendo y Lucía Seguí. Ella clausuró su baño y armó un laboratorio en su bañadera para revelar las fotos de gran tamaño. Después fueron colgadas en pancartas de cartón prensado y madera. Al principio sin los nombres. Después nos dimos cuenta que era importante incluirlos logrando así que caminaran junto a nosotros alrededor de la plaza. Con el tiempo resultaron pesadas y hubo que modernizar los soportes. Pero esa es otra historia. 

Nuevas formas de protagonismo y representación. El Movimiento Cordobés

En un contexto político y social complejo, como el de post-dictadura, percibimos que en los barrios de Córdoba, persistían pequeños “fueguitos” organizativos que habían resistido al vendaval represivo. Con mucho trabajo vecinal y una gran decepción de los partidos políticos que insistían en ignorar sus reclamos, muchos vecinos se mantenían nucleados en espacios comunes como dispensarios, parroquias, clubes, bibliotecas, cooperadoras, cooperativas e incluso sindicatos. A pesar de provenir de esos partidos, las críticas sobre todo a los radicales y al peronismo, se centraban en la elección a dedo de sus candidatos sin dar participación ni consultar a sus propios afiliados. Que además, en general, desconocían las problemáticas y necesidades de sus “representados”. La pretensión era, de mínima, obtener algún concejal surgido de entre los vecinos y elegido en asamblea. Las premisas eran claras y expresaban ese descontento. “Señor vecino, ¿conoce usted a su concejal?”, “Elija al mejor del barrio, al mejor del pueblo”, estas eran algunas consignas que se pintaban en las paredes. Así surgió el Movimiento Cordobés como partido vecinal y propuesta para dar unidad y dirección común a estas experiencias dispersas y a la necesidad de involucrarse en cambiar las realidades de injusticia y desigualdad dentro de la vida de barrios y villas. 

Las elecciones fueron en octubre de 1987. Los partidos políticos tradicionales, furiosos con la insolencia del Movimiento Cordobés, recién surgido y tan cuestionador, desplegaron sus inmensos aparatos propagandísticos en contra del pequeño David que pretendía disputar el espacio territorial a Goliat. Y aunque no alcanzó para tener un concejal la experiencia organizativa sirvió para consolidar nuevos intentos. Algunos compañeros disputaron y ganaron sus gremios, otros comisiones vecinales y todos ganamos en experiencia de trabajo político aportando al proyecto nacional y popular. Quizás siga pendiente el encontrar los mecanismos de participación efectiva en los sistemas electorales que mejoren la representación política y sea capaz de alcanzar las demandas sectoriales de mayores derechos expresados en gran parte en movimientos y organizaciones sociales. 

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