Ana María Garraza
San Luis, Argentina
La vida se configura por una multiplicidad de palabras. Palabras que nos constituyen como personas y que nos otorgan identidad. Esa identidad que no es sinónimo de individualidad. Es colectiva, porque representa una amalgama de diversidades y complejidades. Es historia que se va estructurando a partir de las memorias que nos anteceden, puntos de partida que recogemos, asimilamos, descartamos, renovamos, fortalecemos, modificamos, excluimos… Una historia de palabras que va construyéndonos -a veces lentamente y otras a empujones- como una imagen que va irguiéndose en movimiento permanente, entrelazándose con otras figuras.
Probablemente esta fascinación por las palabras me impulsó a elegir la Fonoaudiología como disciplina formadora y docente, después de siete años, un mes y trece días de prisión. Prisión que truncó, a mis diecinueve años, la continuidad de la carrera de Medicina. La noche del 19 de octubre de 1976 las palabras familiares se interrumpieron por los gritos, los empujones, los golpes, las amenazas, el atropello de aquella patota de hombres uniformados y sin uniformes, armados hasta los dientes, que allanó mi hogar y nos secuestró. Se prohibían las palabras… la vida.
La dictadura se ensañaba con las ideas y con los cuerpos, se obstinaba en cercenar los vínculos, en mutilar los lazos de solidaridad y organización. Y entonces intentaba negar a mi corazón las palabras: madre, padre, hermanas. Jamás lo logró.
Palabra: madre
Chabela, una mujer inagotable, fresca, íntegra, orgullosa, a veces impenetrable, a veces inflexible, sin filtros, apasionada y valiente. Compañera, maestra, madre, gremialista, presa, luchadora, abuelaza, organizadora permanente. No partió en 2013, continúa un itinerario que nos guía y nos orienta. Jamás podrán sus verdugos vencer su bravura. Ella siempre será un ejemplo de fortaleza, un paradigma de amor, una demostración de dignidad.
Palabra: padre
Pedro, ese hombre que nunca claudicó. Aún se recuerdan sus palabras expresadas ante los jueces, fiscales y abogados en 2014 detallando los horrores, las atrocidades y el espanto. Casi tres horas de pormenores sobre secuestros, cárceles, traslados, padecimientos y angustias que permitieron ratificar que no hay tiempo que borre la esperanza. Compañero, dirigente gremial, padre, preso, luchador, abuelo protector, lector inagotable. Hombre pleno que hoy con ochenta y ocho años es ejemplo de coraje e integridad.
Palabra: hermana
Marisa, esa niña que quedó en orfandad absoluta a los ocho años pudo corroborar que la solidaridad no era un valor perdido, siempre hay amparos acogedores. Experiencias imborrables y arraigadas. Niña-mujer tempranamente, hija, hermana, estudiante, docente, profesional comprometida, madre, compañera. Corazón intrépido que construye su propio nido familiar y una vocación por el conocimiento, traducida amorosamente en su rol de docente universitaria.
Palabra: hermana
Lina, aquella joven de veintidós años a quien pretendieron arrebatarle la vida y la posibilidad de amar. Sin embargo, las palabras la enamoran, en cartas entre cárceles, sin verse, sin acariciarse, sin mirarse a los ojos, un intercambio que cimenta la raíz de su familia y reafirma las convicciones. Joven militante, hermana, estudiante, presa, madre, profesional, compañera, mujer con el compromiso intacto en la lucha por la igualdad de oportunidades, en la construcción de una comunidad con libertad y equidad.
Palabras: compañero de vida
Raúl. Ahora, a diez meses de su partida, la mirada se hace aun más compleja, dolorosa muchas veces, pero permite corroborar que los abrazos han sido más valiosos que los conflictos. Más de tres décadas de convivencia consolidaron mis logros y nuestras conquistas. Adolescente exiliado, estudiante, padre, profesor de adolescentes, artista, compañero. Probablemente el triunfo más valioso sean las características diversas que distinguen a cada una de nuestras hijas, una crianza que les ha permitido constituirse como seres singulares, con libertad, con identidades propias.
Palabra maravillosa: hijas
Ellas, tres mujeres que me ofrecen una expansión de anhelos y promesas, señales inevitables de una trascendencia que exige celebrar la propia vida. Paula, Andrea y Diana son pilares fundantes de la proyección de mis ideales. Son esa garantía del itinerario íntimo que procura establecer huellas y reafirmar la certeza de que no se vive en vano. Niñas intrépidas, adolescentes desafiantes, jóvenes singulares, diferentes, amorosas, expresivas, trabajadoras, estudiosas, discutidoras, compañeras, enérgicas, tenaces, emprendedoras… Simbolizan un desafío cotidiano en mi camino. Representan el fundamento de mi propia existencia.
Palabras… esas construcciones que me otorgan vida. Las reconozco en el devenir de las decisiones que asumí, al recuperar la libertad en diciembre de 1983. Un equilibrio difícil entre ser paralelamente estudiante, esposa, madre, trabajadora, hija, hermana, compañera y militante. Momentos que verifican la determinación de no renunciar jamás a la insistencia de pertenecer, proyectar y transformar. Una convicción que estimula a reconocerme como parte de la universidad pública, procurando después, desde la docencia, la formación del espíritu crítico, de la reflexión y el debate. Una pasión que revitaliza la discusión constante: no existe una sola verdad, ni una única interpretación del conocimiento. Con un convencimiento insistente: la enseñanza disciplinar que no origine formación ciudadana no puede cimentar el saber. La educación pública es un derecho inalienable, no solo porque así se garantiza constitucionalmente sino porque esa es la razón de las luchas históricas de nuestro pueblo. Fundamento de una identidad como país, ejemplo para el continente y el mundo.
Palabra: identidad
Mi identidad, una fusión que contiene a las demás. A las palabras que mis raíces familiares fueron consolidando paulatinamente, a las palabras que en la militancia temprana aprendí (las palabras son acciones y viceversa). Incluye las palabras fundamentales que mis compañeras de prisión grabaron a fuego en mi juventud encarcelada. Asimila las palabras largamente discutidas con colegas de la institución universitaria. Abraza las palabras constantes de mi compañero, las palabras provocadoras de mis hijas y de la juventud actual que interpelan y demandan. Incorporan mis palabras expresadas en los juicios por delitos de Lesa Humanidad en San Luis, testimonios inapelables para ensamblar las palabras memoria, verdad y justicia.
Y esa, mi identidad sembrada en mi libro, cuyo título es precisamente: Las esquinas de la vida.
Quisieron prohibir, prohibirme las palabras. Vano intento de quienes siempre pugnaron por sus intereses minoritarios. Deben comprender que la historia de los pueblos posee sus propias palabras: imposible ha sido, es y será suprimirlas.
Identidad… esa continuidad que hoy, en mi rol de decana de la Facultad de Ciencias de la Salud -elegida y reelegida por la votación directa de todos los claustros- me encuentra realizando proyectos que, como siempre, procuran afianzar el acceso a la salud y a la educación como derechos básicos y fundamentales para nuestro pueblo. Un esfuerzo cotidiano que intenta homenajear a quienes el terrorismo de Estado nos arrebató, a quienes pretendieron quitarles las palabras. Y en ese juramento me identifico con las palabras mujeres de mi tierra. Con la historia que me trae a Micaela Bastidas, a Juana Azurduy, a la Delfina, a las obreras textiles, a las descamisadas, a Eva Duarte, a las militantes obreras y estudiantiles de los ’60 y ’70, a las mujeres de las Ligas Agrarias, a todas las mujeres luchadoras, apasionadas e invictas. A las valientes e invencibles Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, a las luchadoras sociales, a las mujeres sobrevivientes y testimoniantes, a las organizadoras en sus barrios, las maestras, las mujeres trabajadoras desocupadas, las manifestantes, las jóvenes estudiantes, las dirigentes políticas del campo popular, las gremialistas… a CristinaCristina Fernández de Kirchner. Política y abogada argentina, presidenta de la Nación entre el 10 de diciembre de 2007 y el 9 de diciembre de 2015 Actualmente, vice presidenta., la mujer presidenta argentina durante ocho años y hoy vicepresidenta. Palabra: Mujeres.
Palabras: historia, madre, padre, hermanas, militancia, cárcel, compañeras, compañero de vida, hijas, docencia, colegas, estudio, trabajo, maternidad, juventud, memoria, testimonio, verdad, proyectos, educación, salud, justicia, decana, abrazos, desafíos, pueblo, lucha, país, mujeres.
Palabra: identidad.
Palabra: vida.
Etiquetas: EDUCACIÓN