Graciela Boffelli
Santa Fe, Santa Fe, Argentina
El 2 de febrero de 1984 cuando se abrieron las puertas de Ezeiza estaba eufórica: por fin abrazaría a mis hijos, de ocho y seis años, a mi familia y amigos. Recuerdo que vino Raque a buscarme ya que no tenía un peso ni sabía cómo llegar a tomar el cole para Córdoba. Nos bajamos en Congreso, donde había una manifestación reclamando por la libertad de los presos políticos. Me encontré con la Paragua en un abrazo fundente, entre lágrimas y risas.
Dos días después me fui a Córdoba donde estaban mis niños con su padre, quien se encontraba en un estado lamentable por su enfermedad. Me esperaban con tanto amor. Y la pena por mi compañero. La cabeza me giraba a mil.
Y como decíamos con las cumpas: “Bueno, lo primero es lo primero”. Viajamos a San Vicente para encontrarnos con el resto de mi familia. Mis hermanos nos esperaban en el cruce de un pueblo y mientras nos saludábamos se acercó al grupo un señor anciano con traje, muy alto, de pelo blanco y me dijo: “Señora, ¿me permite?” y me abrazó muy fuerte llorando. “Ustedes tuvieron a Videla, nosotros a Franco ¡bienvenida!”, expresó. El sentimiento de hermandad y cariño que experimenté en ese momento me cobijó por mucho tiempo. Lo sentí como un regalo de libertad, de la vida, y pensé en todas las compañeras, en cuánta falta me hacían.
No quiero entrar en la cantidad de dificultades que fuimos sorteando con los chicos, que me seguían a todos lados como pollitos que habían encontrado por fin a su mamá. Mudanza casi escapando de la violencia, abrigo en mi casa familiar, divorcio y tenencia, enorme vorágine con terror y volver a sentir esa desazón de las horas más críticas.
Después de asentarnos en mi pueblo comencé a trabajar en la Escuela Técnica donde enseguida me sentí muy bien, muchos de mis alumnos eran hijos de mis compañeros de escuela lo cual acercó más los vínculos. Me planteé una enseñanza libre con mucha salida a la comunidad, con trabajos que comprometieran a todos los sectores: la comuna, el comercio y grupos familiares.
Uno de estos trabajos fue con las pilas como desechos químicos que contaminan el agua. Los chicos se apropiaron de esta idea y lo llamaron “energía descartable”. Lograron que las familias pusieran en frascos de vidrio los desechos o que las dejaran en los comercios donde las compraban. Las pilas botón, altamente peligrosas ya que cada una contamina seiscientos mil litros de agua, se dejaban en joyerías para que el vendedor las devolviera a la empresa que las fabricaba.
Nuestra defensa ambiental tenía la consigna de no hacernos cargo de la basura y desechos de las grandes fábricas que ganaban fortunas, lo cual está bien pero debían tener los medios para resolver la cuestión de los desechos.
Volqué toda mi energía de militancia en sembrar valores de solidaridad, entusiasmo para resolver problemas y espíritu crítico para que pudieran visualizar la forma en que se degradaban los campos con la patria sojera, que solo llenaban de riquezas a pocos grupos económicos dejando a su paso desiertos y tierras pobres.
Cuando llegó la edad en que mis hijos debían ir a la Facultad nos trasladamos a Santa Fe con la gran ayuda de dos compañeros hermanos, Ale y Miguel. El encuentro más asiduo con mis compañeras me llenó de fuerzas, la lucha ahora era más participativa en el gremio: reuniones y marchas por nuestros derechos y en contra de la Ley Federal de EducaciónLey Federal de Educación N.º 24.195. Fue una Ley que regulaba el derecho de enseñar y aprender en todo el territorio nacional. La implementación estuvo antecedida por el Pacto Federal Educativo que significó la transferencia de la educación primaria y secundaria del Estado nacional a las provincias. Sancionada el 14 de abril de 1993, durante el gobierno de Carlos Saúl Menem y derogada en 2006 mediante la Ley de Educación Nacional N° 26.206. .
En la plaza llena me encontraba con Anita y la Nigro, además de otras compañeras. Pero las destaco por todo lo vivido antes y por la enorme afinidad que teníamos. Anita se nos fue, y con ella una compañera de lujo, admirada por todos, íntegra y leal. Ella sigue en nuestro pensamiento aferrada y presente.
En la marcha de los 24 de Marzo infaltables, todos unidos, organizando las baldosasBaldosas que se colocan en distintas veredas en homenaje a detenidos-desaparecidos durante la última dictadura cívico militar. de la plaza y formando comisiones para presentar libros y hacer charlas en colegios.
Comenzaron los juicios. Acompañamos con banderas y cánticos a cada uno de los compañeros y compañeras que declaraban. Estaban las Madres de la Plaza, los familiares, y nosotros. Fuimos a Rosario, Córdoba, Paraná y Tucumán. Fui querellante en la mega causa de La Rioja y declaré desde Rosario. Presentamos nuestro libro Nosotras, presas políticas en diferentes lugares y viajamos a Reconquista a las escuelas de la cuña boscosa.
Y así seguimos hasta que la pandemia y los años nos ralentizaron. Pero en nuestra conciencia sigue prendida la llama, no se apaga.
Etiquetas: ACTIVIDAD GREMIAL, EDUCACIÓN