Los 60. Las formas de la dependencia y las resistencias

La ideología liberal y el desarrollismo dieron lugar a la nueva inserción dependiente de la economía en la etapa de internacionalización del capital bajo la hegemonía norteamericana. Ya se cuenta con importantes ventajas: con un mercado interno amplio y diversificado, con recursos naturales, mano de obra calificada, desarrollo de infraestructura e importante producción de bienes duraderos de consumo.

A pesar de que se produjo un permanente desplazamiento de ingresos desde la clase obrera hacia sectores dominantes, Argentina todavía seguía siendo un país de pleno empleo, el país de mayor igualación social de la región.

A diferencia de otros países latinoamericanos, su estructura social es compleja, con un sector terrateniente que defiende sus intereses, una burguesía nacional -cada vez más débil- con un importante mercado interno y una clase obrera industrial organizada y movilizada. Se va consolidando una gran burguesía industrial ligada al capital transnacional. La organización y movilización de obreros y sectores medios impiden que algún sector dominante logre la hegemonía. Esta situación no hizo posible que en Argentina hubiera un “milagro” como el de Brasil o un desarrollo con estabilidad como en México.

La inestabilidad política con sucesión de gobiernos civiles -desarrollistas- y dictaduras militares, fue lo que caracterizó al país hasta 1976.

1959. Revolución cubana
La Habana era conocida como el “gran burdel” de los marines y ricos estadounidenses. El 26 de julio de 1953, Fidel Castro intentó provocar una insurrección asaltando el cuartel Moncada. A pesar de que fracasa, la repercusión de esta acción y el alegato de su defensa en el juicio conocido como “La historia me absolverá”, lo convierten en una figura popular. Liberado al poco tiempo, conforma el Movimiento 26 de Julio (M 26). A fines de 1958 las columnas del Ejército Rebelde dirigidas por Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos derrotaron al ejército del dictador Fulgencio Batista. El 1° de enero de 1959 las fuerzas del Ejército Rebelde, encabezadas por Fidel Castro, ingresaron victoriosas en Santiago de Cuba y el dictador huyó hacia EEUU. La revolución cubana se convirtió en un símbolo de todos los pueblos latinoamericanos y de otros lugares del mundo, que se plantearon la lucha armada como única posibilidad de cambio.

1958-1962. Arturo Frondizi 

Se consiguió llegar a las elecciones con el peronismo proscripto. Arturo Frondizi asumió la presidencia el 1º de mayo de 1958. Su mandato fue interrumpido por un golpe militar en marzo de 1962. Durante el gobierno de Frondizi se puso en práctica el Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado), uno de los precursores de la doctrina de la Seguridad Nacional, que consistió en poner a las Fuerzas Armadas y de seguridad a disposición de la represión interna, permitiendo la militarización de los grandes centros urbanos, allanamientos y detenciones de líderes opositores.

Frondizi adhirió al programa de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), organismo que consideraba que el desarrollo económico en América Latina se lograría a partir de la industria de base o pesada. Con ese objetivo, el gobierno alentó de diversas maneras la inversión extranjera directa. El líder radical se opuso a la exclusión de Cuba del sistema interamericano e intentó mediar entre Estados Unidos y el bloque socialista. El 18 agosto de 1961 se entrevistó con  el Che, en ese entonces ministro de Relaciones Exteriores de Cuba. Este hecho generó malestar en las Fuerzas Armadas. Pocos meses más tarde Frondizi sería derrocado. 

1962-1963. José María Guido 

Guido, presidente provisional del Senado y dirigente de la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), según lo estipulado por la ley de Acefalía, se hizo cargo de la presidencia, con la tutela de las Fuerzas Armadas, desde el 29 de marzo de 1962 hasta octubre de 1963. 

En materia económica, Guido propició una vuelta a la Argentina liberal y agroexportadora. Entre los funcionarios de la cartera de Economía se destacaron los tristemente célebres José Alfredo Martínez de Hoz y Álvaro Alsogaray. Durante el gobierno de Guido fue secuestrado, torturado y desaparecido Felipe Vallese, obrero metalúrgico, considerado el primer desaparecido de la ola masiva de desapariciones forzadas que caracterizaría al terrorismo de Estado en Argentina en las décadas de 1970 y 1980.

En ese período se produjeron una serie de enfrentamientos armados entre grupos del ejército, el último con veinticuatro muertos y ochenta y siete  heridos. Si bien ambos bandos se encontraban alineados bajo la tutela de EEUU y la política de la Guerra Fría, se diferenciaban respecto al peronismo. Los azules -apoyados por el desarrollismo- proponían integrar al peronismo a la vida democrática aunque sin Perón, porque a pesar de la “demagogia y los abusos”, era una fuerza nacionalista y católica. Los colorados -constituidos por liberales y ex funcionarios de la Revolución Libertadora- consideraban al peronismo un movimiento clasista afín al comunismo, que debía ser erradicado. El triunfo de los azules, luego del último enfrentamiento interno en 1962, permitió a Guido avanzar con la “integración” del peronismo y al Gral. Juan Carlos Onganía asumir como comandante en jefe del ejército. Nuevamente hubo elecciones con el peronismo proscripto. 

1963-1966. Arturo Illia
En octubre de 1963 Arturo Illía, dirigente de la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP), asumió la presidencia. Illia anuló los contratos petroleros firmados por Frondizi, por considerar que lesionaban la soberanía nacional. A comienzos de 1964, se sancionó la Ley de Medicamentos, bajo el impulso del ministro de Salud Arturo Oñativia, que estableció una política de control sobre las empresas farmacéuticas, mayoritariamente de origen extranjero. En ese contexto, la CGT encaraba su plan de lucha por diferentes reclamos laborales pero, sobre todo, para que el peronismo  deje de estar proscripto.
La presión de las grandes empresas, los medios de comunicación y los sectores externos con intereses en la producción del petróleo y los medicamentos llevaron al golpe contra Illía.

1966-1970. Juan Carlos Onganía
El 28 de junio de 1966 la “Revolución Argentina” encabezada por los titulares de las tres Fuerzas Armadas designó a Onganía como nuevo presidente, un nacionalista católico, quien contó con el apoyo de los tradicionales sectores de poder y del sindicalismo burocrático.
Su proyecto avizoró un sistema de representación corporativa de distintos sectores de la sociedad, disolvió los partidos políticos, intervino los sindicatos y las universidades, a las que consideraba núcleo de la subversión. Su intención era mantenerse por veinte años en el poder. Su lema, “No tengo plazos sino objetivos” constituyó el denominado “Estado burocrático-autoritario”.
Las medidas adoptadas agudizaron la conflictividad política y social que se manifestó en tomas, huelgas y puebladas en todo el país, que fueron siempre reprimidas con dureza.

La noche de los bastones largos
En julio de 1966, a un mes de asumir, Onganía embistió contra la Universidad, que hasta ese momento mantenía su autonomía y el gobierno tripartito de acuerdo con los principios de la Reforma Universitaria de 1918. No solo la intervino, subordinando todas las casas de estudios al Ministerio del Interior, sino que impuso el examen de ingreso y cerró los comedores universitarios.
La respuesta de la comunidad universitaria no se hizo esperar. Las autoridades y claustros de la Universidad de Buenos Aires (UBA) resolvieron realizar la toma pacífica de las instalaciones permaneciendo docentes, egresados y estudiantes dentro de los edificios. La noche del 29 de julio de 1966, alumnos y docentes de la UBA, de las Facultades de Ciencias Exactas y Naturales y de Filosofía y Letras, fueron expulsados de esas casas de estudios a bastonazos por la policía federal.
En los meses siguientes se aplicó la censura sobre los contenidos de enseñanza, fueron despedidos cientos de profesores y otros obligados a renunciar. Cerca de trescientos científicos de distintas universidades optaron por abandonar el país, provocando lo que se denominó “fuga de cerebros”.
Ante estos sucesos, en Córdoba los estudiantes recrearon nuevas formas de resistencia. A pocos días de la intervención, se decidió en una asamblea multitudinaria una huelga general por quince días. El movimiento obrero acompañó la medida, con ollas populares en los sindicatos, ante el cierre del comedor universitario, ya que muchos estudiantes eran también trabajadores. En septiembre de 1966, luego de participar en una asamblea, un policía asesinó a Santiago Pampillón, estudiante de ingeniería mendocino y obrero metalúrgico.
Adalbert Krieger Vasena, ministro de Economía de Onganía, aplicó medidas económicas de neto corte liberal, devaluó un 40 por ciento la moneda, logró la sanción de la Ley de Alquileres que facilitó los desalojos y la Ley de Hidrocarburos que permitió la participación de empresas privadas en la industria petrolera, suspendió los aumentos de salarios y aumentó las tarifas. Suprimió las medidas proteccionistas perjudicando a productores regionales del Chaco, Tucumán y Misiones. La gran burguesía industrial fue su principal beneficiaria. A través de un tipo de cambio diferencial se permitió importar bienes de capital que posibilitaron el crecimiento de las industrias de bienes de consumo durable con una fuerte presencia del capital extranjero.
Entre 1966 y 1967 fueron intervenidos diecinueve ingenios azucareros en Tucumán, once de ellos fueron cerrados definitivamente, produciendo el cese laboral de veinte mil trabajadores y la concentración monopólica. La comisión de Azucareros Argentinos (CAA) directamente beneficiados por estos cierres, estaba integrada por Fernando de Prat Gay (ingenio Leales, Tucumán), Carlos Pedro Blaquier (Ingenio Ledesma, Jujuy), José María Paz (Ingenio Concepción, Tucumán), Ambrosio Nougués (Ingenio San Pablo y Providencia, Tucumán), Patrón Costas (Ingenio El Tabacal, Salta). En enero de 1967, durante las manifestaciones contra el cierre de los ingenios fue asesinada la trabajadora de la industria azucarera Ilda Guerrero de Molina.  

Puebladas
En 1969, el gobierno de Onganía intentó relanzar su gestión con el inicio de un “tiempo social”. En distintos puntos del país, se sucedieron constantes revueltas sociales. Entre enero y abril de 1969, la huelga obrera por el cierre del ingenio y una papelera en Villa Ocampo, Santa Fe, desencadenó una pueblada insurreccional.
El 15 de mayo, en Corrientes, las protestas por la privatización del comedor de la Universidad, que afectaba principalmente a estudiantes chaqueños y correntinos, derivaron en represión policial, con el asesinato del estudiante Juan José Cabral, generando la reacción de la población.
El 17 de mayo, en Rosario, la policía asesinó al estudiante Adolfo Bello. Ante el hecho, la Confederación General del Trabajo de los Argentinos (CGTA) declaró el estado de alerta y movilización. Sectores sindicales y estudiantes fueron reprimidos. Los manifestantes ocuparon el rectorado y la sede de una radio en Rosario. Durante la represión policial, fue asesinado Luis Norberto Blanco, un joven de quince años.
Entre el 21 y el 25 de mayo de 1969, una huelga de estudiantes secundarios se generalizó en Salta, recibió el apoyo sindical y de la población que enfrentaron a la policía.
En Tucumán, el 27 de mayo de 1969, se produjo un movimiento estudiantil junto a la Federación Obrera Tucumana de la Industria del Azúcar (FOTIA) que convocaron a una marcha de “Silencio” por las muertes provocadas por la policía en Corrientes y Rosario, sumándose la población de la zona.

29 Y 30 DE MAYO DE 1969. CORDOBAZO. FOTÓGRAFO LUIS ARDILES 

Cordobazo

En Córdoba, la quita del sábado inglés fue la chispa que encendió la rebelión popular. Los obreros “mejor pagos” y los estudiantes produjeron las movilizaciones más contundentes contra el gobierno con paros activos y tomas de fábricas.

Durante el mes de mayo se produjeron movilizaciones de los mecánicos -con represión- que fueron despertando la reacción de otros sectores sindicales y principalmente de los estudiantes, hasta llegar al plenario de la CGT que decidió por primera vez decretar un paro activo a partir de las 10 de la mañana del día 29. A sabiendas de que habría represión, se prepararon una serie de pertrechos, clavos miguelitos, gomeras, bolitas de acero y hasta bolsitas con bicarbonato para poder soportar los gases. Desde la zona Sur ingresó la columna del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA) con unos diez mil obreros conducida por Elpidio Torres y desde la zona Norte, Luz Y Fuerza, con Agustín Tosco a la cabeza y tres mil trabajadores.

La represión se inició cuando la policía abrió fuego sobre la columna del SMATA, en la esquina del boulevard San Juan y Arturo M. Bas, hiriendo de muerte a Máximo Mena. Este hecho provocó la reacción de la población que se sumó a la movilización y armó barricadas en las calles. El gobierno militarizó la ciudad y envió al Ejército para recuperarla. Hubo un saldo de once muertos, decenas de heridos y cientos de detenidos. Entre ellos Elpidio Torres y Agustín Tosco, a los que se les hizo Consejo de Guerra. La movilización popular y la resistencia obrera estudiantil, hirió de muerte a la dictadura de Onganía que empezó a resquebrajarse mucho antes de los veinte años que pretendía mantenerse en el poder. 

CGT de los Argentinos

El Programa de Huerta Grande fue retomado por la CGTA en 1968. Raimundo Ongaro y Agustín Tosco fueron dos de sus principales dirigentes. La CGTA confrontó contra la tradicional dirigencia vandorista, desprestigiada por su actitud frente al gobierno militar. Se constituyó en la referencia social de los sectores opositores a las políticas dictatoriales. Convergieron en ella militantes del peronismo revolucionario con sectores de la izquierda sindical y del movimiento estudiantil. Tosco y Ongaro articularon el desafío de la construcción nacional de una alternativa pluralista y anticapitalista.

En 1968, la CGTA lanzó el “Programa del 1° de mayo” donde denunció que durante 1967 se había completado la entrega del patrimonio económico del país a los grandes monopolios norteamericanos y europeos. Lograron convocar al empresariado nacional, estudiantes, pequeños comerciantes, religiosos y militares con vocación de defender a la patria, a movilizarse para combatir de frente al imperialismo, los monopolios y el hambre. 

La CGTA  obtuvo importantes apoyos sindicales de las seccionales del interior, en particular las de Córdoba y Tucumán. También de partidos políticos y sectores sociales. En ese año ´68, la central acompañó numerosos conflictos obreros en diferentes lugares del país ocasionados por cierres de fuentes de trabajo y quitas de derechos laborales. En esta etapa hubo pérdidas importantes: la muerte de John W. Cooke y la captura en Taco Ralo de los miembros de las FAP. Muchos de sus integrantes pasaron luego a formar parte de organizaciones más radicalizadas como el Peronismo de Base, la FAP, el MR 17 de Octubre, el PRT, etc.

En junio de 1969 un comando que no se identificó, mató al dirigente metalúrgico Augusto T. Vandor, caracterizado como un traidor a la resistencia peronista por el vínculo que mantenía con Onganía y la construcción del proyecto de un peronismo sin Perón. 

Los curas del pueblo 

Entre 1962 y 1965 sesionó el Concilio Ecuménico Vaticano II ante la necesidad de plantear reformas que les permitiera acercarse a la feligresía. Las misas ya no se darían en latín y con el cura de espaldas a la gente. En 1968, en Medellín, se realizó la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano con el objetivo de adecuar la Iglesia latinoamericana a las innovaciones que introdujo el Concilio Vaticano II. Allí se empezó a gestar la denominada Teología de la Liberación que manifestó su “opción preferencial por los pobres”.

En su afán de resolver el problema de la pobreza se relacionaron con los cientistas sociales que desarrollaron la “teoría de la dependencia”. En mayo de 1969 el episcopado argentino difundió el documento de San Miguel, en sintonía con las declaraciones de Medellín. 

En Argentina, el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo (MSTM) fue producto del Concilio Vaticano II y bregaba por una iglesia que esté junto a los pobres en las luchas por la liberación. Se instalaron en villas, ligas agrarias y sindicatos. Muchos jóvenes católicos y también algunos curas se integraron a las organizaciones político-militares que surgieron a finales de los ´60.

Teoría de la dependencia
Conformado por cientistas sociales latinoamericanos que unieron teoría y práctica política y que se sumaron a la lucha revolucionaria de finales de los  ́60. Afirmaban que el mundo estaba dividido en centro y periferia, por lo tanto, la condición de desarrollo de los países centrales estaba en el subdesarrollo de los países periféricos. El saqueo del oro y la plata de América, el exterminio y la esclavización de poblaciones indígenas, la conquista y saqueo de las Indias Orientales, la apropiación de la inmensa riqueza del África, sumado a la comercialización de esclavos, constituyeron los factores determinantes para la acumulación originaria de capital de los países que pasaron a conformar el centro dominador, más tarde capitalista.
Las clases y sectores dominantes -en el caso de Latinoamérica, las oligarquías-, permitieron que esta relación centro-periferia se garantice hasta el presente. La dependencia es la situación que condiciona nuestro desarrollo. Solo rompiendo esta interdependencia se puede salir del atraso y el subdesarrollo.