Celia Chacón
Rawson, Chubut, Argentina
A la querida memoria de Enrique Guastavin
El tejido empieza
en un escalofrío.
Un punto dentro de mí.
Es mi big bang,
mi estallido.
Fuegos vacíos infinitos nombres
que buscan orbitar
galaxias donde amarrar.
Y tejo,
te tejo
la ausencia.
Cruzo las agujas sobre mi pecho
y en ese pequeño abismo
existo yo,
me expando.
Ahí circula mi savia,
me pierdo y me recupero
en las lazadas
con que abrazo,
siempre más vacío que lleno.
Busco una trama
en las breves puñaladas
donde me reflejo.
Muero mis muertes cotidianas,
vivo mis tibiezas
en la niebla de la vieja lana
donde todavía alguna belleza es posible.
Empuño las agujas
y elijo punto jersey,
el más real,
el que hinca en la pena,
el que anuda gotas
que cuelgan una junto a la otra.
Es la malla del dolor,
gota a gota
en jersey me desangro
o lluevo
y tejo mi propia lluvia
en gris,
en pura lana
y cae torrencial en mi costado
el tejido con su fantasma.
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