Por el mundo

Mujeres indígenas en pie de lucha

Silvia Arana

Quito, Pichincha, Ecuador

Pienso que uno de los temas más fascinantes y complejos de nuestra época es la participación arrolladora de las mujeres en los movimientos populares de distintas partes del mundo. Tal vez mi interés nace del deseo de entender mi propia historia como activista desde mi adolescencia en Argentina, después en el extranjero ¿Qué nos motiva? ¿Cómo logramos vencer los obstáculos de las sociedades represivas y patriarcales para participar activamente en las luchas e, incluso, liderarlas en algunos casos? En la búsqueda de respuestas a estas preguntas me he enfocado principalmente en las dirigentes de movimientos mixtos, en los que hombres y mujeres trabajan juntos contra sistemas opresores para construir un mundo mejor. 

En septiembre de 2020 conversé con Blanca Chancosa, perteneciente al pueblo Otavalo, de nacionalidad kichwa (o quechua) y líder en las rebeliones indígenas más importantes de las últimas cinco décadas en Ecuador. En 1990 dirigió la toma de la iglesia de Santo Domingo, en Quito, la mecha que prendió el fuego de la gran movilización indígena de Inti Raymi.

En octubre de 2019 Blanca encabezó la multitudinaria marcha de mujeres hacia Quito, durante el levantamiento indígena y popular que paralizó el país durante once días, hasta conseguir la derogación del decreto Nº 883 impuesto por el gobierno en obediencia a las medidas económicas dictadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Después de que se derogara el decreto, ante la fuerte movilización liderada por el movimiento indígena, Blanca fue designada para entregarle al gobierno la propuesta económica del Parlamento de los Pueblos, una instancia organizativa del movimiento indígena y de las organizaciones sociales. En los meses posteriores a la rebelión y hasta fines de julio de 2020, Blanca coordinó la elaboración de una propuesta integral llamada “Minga por la Vida”.

Cuando le pregunté qué destacaría del documento que esboza el modelo de país propuesto por los pueblos indígenas y movimientos sociales, respondió: “’Minga por la Vida’ significa que es una propuesta construida en minga, es decir, con la participación de los obreros, los campesinos, los trabajadores, los ambientalistas,los jóvenes y las mujeres. Involucra la transversalidad y lo plurinacional. Pero si hubiera una particularidad, esa sería la visibilidad y el aporte del Parlamento de Mujeres, la fuerza femenina que tiene más presencia que nunca”.

En la visión del mundo de los pueblos indígenas el cuidado de la naturaleza, o Pachamama, no es un número más en una lista de reivindicaciones sino que es el tema que engloba a todos los demás. El río, el monte, el bosque, el páramo y el territorio son esenciales para la vida. Desde la década del ’70, con la llegada de las empresas petroleras multinacionales se inició un proceso de destrucción de las fuentes de vida en los territorios indígenas. Ese proceso destructivo continúa hasta la actualidad.

Por esto existen discrepancias de fondo con los gobiernos que recurren a la explotación petrolera como principal fuente de divisa extranjera. “Reiteramos que el extractivismo debe detenerse. Le preguntamos al gobierno: ¿Una cucharada de petróleo alimenta? No, nuestros cultivos son el alimento. Entonces, detengan el extractivismo que afecta nuestros cultivos y causa el hambre”, dice Blanca y señala que la Constitución de Ecuador (2008) le reconoce derechos a la naturaleza. Agrega que, según la carta magna, el país es un Estado Plurinacional. Sin embargo, “el gobierno de Lenín Moreno irrespeta sistemáticamente estos dos puntos”, concluye la dirigente indígena demandando el cumplimiento de la Constitución.

Sobre el concepto de Estado Plurinacional, Ileana Almeida, investigadora de las culturas indígenas, ha señalado que en los años ’70 se planteó por primera vez la idea de conformarlo en Ecuador. Es decir, un Estado que considere a los indígenas no como campesinos ni como pobres sino como pueblos que han conservado sus lenguas, culturas, territorios, memoria histórica, formas de producción y que, por lo tanto, tienen derecho a la libertad política y a gobernarse a sí mismos.

Desde fines de la década del ’80, con la consolidación de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE), fue tomando forma la propuesta de Estado Plurinacional y en 2008 quedó plasmada en la Constitución. Esto implica que los indígenas ecuatorianos no plantean la creación de un Estado propio sino que reclaman autonomías e instituciones que velen por sus intereses específicos: como la educación intercultural bilingüe, leyes que les favorezcan y compensen por el marginamiento de cinco siglos, el acceso a la tierra y a las fuentes de agua y la protección del medioambiente entre otras cuestiones. 

Volviendo a Blanca Chancosa, cuando le pregunté sobre cuál ha sido y es la motivación principal de su militancia, dijo: “Mis vivencias de la niñez en una familia que trabajaba como jornaleros de hacienda, sin tener ningún derecho. Me motivó y motiva la cuestión racial. Los maestros que tuve de niña no hablaban el kichwa y castigaban a los niños que si lo hacían. A los varones le cortaban el cabello, los niños y hombres del pueblo Otavalo usan el pelo largo peinado en trenza. Por eso, quise prepararme, hablar el idioma castellano y me recibí de maestra”.

Y continuó: “A los dieciocho años empecé a enseñar en una escuela bilingüe cerca de la ciudad de Otavalo. Mi trabajo no era solo enseñarle a los niños pues cuando las familias se enteraron que había una maestra indígena se pasó la voz entre las comunas, la gente me pedía ayuda para resolver problemas de abuso de autoridad que los perjudicaba en la distribución del agua y en las relaciones laborales. En 1974 fundamos la Federación Indígena y Campesina de Imbabura. Hacíamos asambleas sábados y domingos. Luchamos defendiendo a los indígenas contra el abuso en el cobro del diezmo que hacía la Iglesia católica en la provincia de Imbabura. Los curas se llevaban un guacho del mejor maíz, por ejemplo, sin respetar y restringirse solo a la parte que correspondía como diezmo. Nosotros, los cuestionamos. Y desde el púlpito los curas nos llamaban comunistas y nos satanizaban diciéndoles a los indígenas que no nos recibieran en las comunas porque estábamos en contra de Dios. Logramos cortar con el diezmo y erradicarlo. También capacitamos a los cabildos indígenas para que sus integrantes conozcan la ley y puedan disponer de herramientas para defenderse contra el racismo. En 1986, contribuimos a formar la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador».

Sostiene el escritor tunecino Albert Memmi que en un sistema colonial el racismo no es un accesorio sino que es una parte consustancial del sistema. Es la expresión más acabada del sistema colonial y es también su característica más significativa. Lo mismo ocurre en el sistema neocolonial ecuatoriano: el racismo está presente en las instituciones y en la sociedad como pilar del sistema. Blanca Chancosa señala que le impactó el racismo vivido en carne propia durante las jornadas de lucha indígena y popular de octubre de 2019. “El gobierno de Moreno y sus ministros mandaron a disparar en contra nuestra en Quito. Ellos dicen: ‘¿Cómo se atreven estos indios? ¿Quiénes son estos indios?, no reconocen que somos ciudadanos ecuatorianos’ ”, expresó.

En su decisión irrevocable de negarse a ser racialmente discriminada, invisibilizada y ninguneada, esta mujer junto a sus compañeras y compañeros, iluminan el camino hacia la protección de la Pachamama, la celebración de las diversas identidades indígenas, el acceso a la tierra y el trabajo digno en el campo y en las ciudades para acercarse a la utopía de un mundo mejor aquí y ahora.

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