Ema Delia Lucero
Rosario, Santa Fe, Argentina
Entre las tantas actividades que desarrollé en el transcurso de mi vida en libertad quiero destacar particularmente la creación del Museo de la Memoria de la ciudad de Rosario, en la que participé activamente desde sus inicios y de cuya primera comisión directiva formé parte durante ocho años.
Desde el momento en que comenzamos a pensar, imaginar y proyectar la creación de un lugar para custodiar la memoria de tantos compañeros y compañeras, militantes populares asesinados y desaparecidos, se nos presentaron incontables obstáculos, inconvenientes y tropiezos que debimos superar. Un larguísimo andar que fuimos realizando, paso a paso, con enorme convicción y compromiso.
Allá por 1996 un grupo de ex presos y presas políticos de la asociación de Rosario comenzamos a impulsar la creación del Museo de la Memoria, para lo cual formamos una comisión Pro-Museo que invitó a once organismos de Derechos Humanos (DDHH) para definir en conjunto los lineamientos de lo que sería ese sitio de memoria que aspirábamos a crear.
Después de muchas y arduas gestiones ante el ejecutivo municipal, los secretarios y los concejales, finalmente el 26 de febrero de 1998 se aprobó por ordenanza su creación.
Se eligió la designación de museo porque sin duda el proyecto se encuadraba en lo que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) definió como Museos de Memoria: acumulación de evidencias, difusión y participación en los juicios. En aquella época no habían comenzado aún los Juicios de Lesa Humanidad, pero en muchas localidades se realizaban Juicios por la Verdad que fueron un precedente importante.
Nos proponíamos rescatar las huellas dejadas por las personas desaparecidas, aquellas que habían sufrido el terrorismo de Estado de la dictadura genocida, y para ello se necesitaban ámbitos donde la información, los testimonios y los recuerdos que los familiares conservaban pudieran ser compartidos con la sociedad y donde los investigadores también tuvieran un espacio apropiado para desarrollar su labor.
Comenzamos a funcionar el 30 de marzo de 2001 en una sede provisoria ubicada en la estación Rosario Norte. Allí se conformó la primera comisión directiva, de la cual formé parte junto con representantes de otros organismos de DDHH y tres miembros designados por el Concejo Municipal. De inmediato se convocó a voluntarios y familiares que quisieran colaborar y así logramos realizar en marzo de 2002 la primera muestra, que fue acerca del Campo Clandestino de Concentración “La Calamita”, de importante repercusión y visitada por cientos de personas.
A fines de ese año se llamó a concurso para designar formalmente al director y lo ganó Rubén Chababo, que asumió en 2003. La comisión inicial continuó hasta 2011 consolidando y ampliando las áreas de trabajo.
El lugar elegido para su sede definitiva fue un edificio situado en Córdoba y Moreno, que había sido la sede del Comando del Segundo Cuerpo de Ejército: por allí habían pasado los detenidos que luego irían a los centros clandestinos de las siete provincias que abarcaba. Al ser propiedad del Ejército fue muy difícil lograr su desafectación y posterior expropiación.
Finalmente el 10 de diciembre de 2010, después de numerosos escraches e interminables gestiones ante el gobierno nacional para lograr la expropiación, se logró tomar posesión del edificio y, luego de las necesarias refacciones, nuestro Museo de la Memoria comenzó a funcionar allí el 24 de marzo de 2011. Cuenta con una muy buena biblioteca y es visitado por muchas escuelas primarias y secundarias durante el período escolar, que son atendidas por excelentes guías.
Por mi parte, y aun después de haber finalizado mi gestión en la comisión directiva, siempre he realizando actividades de divulgación para nuestro entrañable museo, concurriendo todos los años a diversas escuelas con otra compañera para dar testimonio de lo que fue la dictadura cívico militar.
Este año teníamos programadas cuatro charlas para marzo pero por la pandemia y debido a mi edad, ya que paso los ochenta, no fue posible realizarlas. Espero poder retomarlas el año próximo porque sé la importancia que tiene para las futuras generaciones todo lo que podamos hacer para preservar la Memoria de todas y cada una de las víctimas del terrorismo de Estado.
Etiquetas: ACTIVIDAD COMUNITARIA, DERECHOS HUMANOS