Lucía Isabel Briones Costa
Las Grutas. Río Negro, Argentina
No darme por vencida podría ser el título. No dejar que ese estigma del chancho GalíndezHoracio Martín Galíndez. Jefe de Seguridad del penal de Villa Devoto. Sentenciado por crímenes de Lesa Humanidad en el año 2018. , “de aquí saldrán locas o muertas”, se cumpliera conmigo.
Me dieron la libertad desde la Unidad 20 del servicio penitenciario que estaba en el hospital Borda, donde estuve internada en aislamiento desde que me llevaron de Devoto hasta el 30 de diciembre del ’78. Allí, con un prolijo tratamiento de medicación con drogas psi, me borraron totalmente la memoria dejándome tabula rasa. Y así les dijeron a mis padres: “Su hija será un vegetal hasta el día de su muerte. Que Dios les dé la santa resignación”.
Dividiría mi vida en libertad en tres períodos: el primero, al salir y la lucha por recuperar la salud mental. Lo cuento en mi primer libro Caleidoscopio, de 1990. Es la etapa de Buenos Aires -desde 1979 a 1985-, del tratamiento en el hospital Moyano y, luego, con el doctor Roberto Crottogini de medicina antroposófica, que me devolvió la salud perdida. En esa época tuve a mi hija mayor, Lucía Guadalupe. Lo hice como madre sola, con la ayuda de mi familia. Hasta que formamos la cooperativa de trabajo ÑacuMapu y me fui con ella a La Pampa. Pese al fracaso de esa empresa, me quedé allí.
El segundo tiempo es en 25 de Mayo, La Pampa, viviendo diecisiete años en el ranchón, en la zona rural, con mi familia, mi pareja, mi hija mayor y una segunda hija, Raitrai Ayelén. Trabajé en educación en todos los niveles: primario y secundario pampeano y terciario en el magisterio de Catriel, Río Negro.
Recién en 1997 pude terminar el Profesorado de Historia en la Universidad Nacional del Comahue de Neuquén. Me detuvieron cuando me faltaba una materia para terminarlo en la Universidad del Sur (UNS) de Bahía Blanca.
En la escuela secundaria de 25 de Mayo logramos formar la Cátedra Libre Che Guevara y para el Día de la Memoria hicimos actos conmemorativos. Recuerdo que al primero invitamos a Carmen Ortiz -Carmona- tan querida compañera.
Participamos en las Olimpíadas de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue para los veinte años de la dictadura y mis alumnos fueron premiados por sus excelentes participaciones. Allí nos reencontramos con las compañeras Gladys Sepúlveda, Arbustito, Nora Maggi, Cristina Rebello y Anita Romero.
Cuando me enteré que mi pareja había abusado de mi hija mayor, otra vez me descentré. Obtuve una jubilación por invalidez y me vine a vivir a Las Grutas, Río Negro. Esta es mi tercera etapa.
Desde 2004 hasta el presente, estoy en Las Grutas, donde me dedico a escribir -he publicado varias novelas- y a luchar por los derechos de los pacientes de salud mental y contra las violencias de género e institucionales. Soy parte de la comisión de ex presos políticos rionegrinos y destino la pensión de ex presa política a dar trabajo en una especie de editorial artesanal: Auka che mapu.
Ahora mis mayores alegrías son mis hijas, ambas continuaron estudiando: Guby terminó Psicología y sigue con post grados, ya es mamá de Luana, mi nietita, y Raitrai es maestra y está terminando el profesorado de Historia. Ambas estudiaron en la Universidad Nacional del Comahue.
Con tambaleos, sigo resistiendo para no darme por vencida.
Etiquetas: DERECHOS HUMANOS, SALUD