Judit Casco
Corrientes, Corrientes, Argentina
Mi hijo, Chaval Arqueros -periodista y especializado en política y vapuleado por amigos, compañeros y rivales por sus creencias y por portación de apellidos y familia- fue cambiado de la sección Política del diario Época -de Julio Romero, el fundador y primer gobernador peronista en 1973- a Espectáculos.
Cuando volvió a Corrientes Rodolfo Regúnaga, chamamecero muy conocido y querido por los correntinos, estuvo allí. Comenzó la entrevista y, en medio de la charla, el cantante le preguntó el nombre. “Joaquín Arqueros”, le respondió Chaval. Rodolfo se puso pálido. “¡Sos el hijo de Bocha y Judit!”, le dijo. Se largó a lagrimear y lo abrazó. “Me enteré lo de tus padres ¡Cuánto dolor!”. Ahí, Chaval le dijo: “Mi vieja está viva. Sí, estuvo presa seis años y medio, pero volvió”. ¡Más llanto! Luego, él dijo: “Yo le escribí una canción a tu madre, cuando ella desapareció” y Chaval le respondió: “Le voy a decir que venga esta noche a verte al teatro Vera”.
Esa noche, estuve presente en el teatro cuando dijo que iba a cantar una canción para un amor “álmico”, a una amiga que él creía desaparecida con su compañero, al que quería mucho y era muy amigo. En ese momento, yo, con la dulce voz que me caracteriza, le grité: “Te quiero gordo”, con un nudo en la garganta. El teatro entero se dio vuelta a mirar y muchos lagrimearon.
Hasta hoy, mis hijes, mi compañero de aquel momento, y compañeros me preguntan si además de la amistad tuve con Rodolfo alguna relación afectiva ¿Por qué el gordo me escribió “No llores sauce”? Porque era nuestro amigo y me quería.
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