Gladys Leonor Hanke
Goya, Corrientes, Argentina
“¡Libertad!” La voz de la penitenciaria sonó del otro lado de la reja aquella calurosa mañana del 24 de diciembre de 1977. Era temprano. La sorpresa primero me paralizó. Luego junté mis pocas cosas y las rejas se abrieron. Me sentía como un pájaro al que le abren la jaula y no sabe qué hacer ¿Qué me esperaba afuera?
Volví a Bella Vista, mi pueblo natal, y a mi casa materna para reencontrarme con mi bebé, Juan Carlos -de casi un año-, luego de tres meses de una separación abrupta. Su primera reacción fue huir de mí y refugiarse con mi hermana ¡Cuánto dolor!
¿Qué hacer en mi pueblo chico luego de haber soltado las alas en búsqueda del cambio que queríamos? No estaban l@s compañer@s de militancia. No estaba Lalo, mi compañero, militante de la Juventud Peronista (JP) y luego montonero. Además, era el padre de Juan Carlos, a quien no conoció pues el nacimiento ocurrió en la cárcel y él estaba clandestino. De él no supe nunca más. Quizás esté entre las víctimas de Margarita Belén, pero nunca se encontraron sus restos ¿Cómo sobrevivir?
Había aprendido a adaptarme a situaciones nuevas o viejas y a ser independiente en lo económico. Sabía que lo primero que tenía que hacer era trabajar y sobrevivir con mi hijo, no ser una carga para mis familiares. Aprendí a hablar con las vecinas de las cosas cotidianas, debía ser prudente porque estaba con libertad vigilada. Hice de todo: trabajé en un negocio, tomé alumn@s particulares, puse un kiosco e hicimos empanadas con mi vieja. Nos levantábamos a las cuatro de la mañana para llevarlas calentit@s a los emplead@s del banco. Debo rendir mi homenaje y agradecimiento eterno a mi vieja, porque me bancó todo el tiempo presa y en libertad, sin pedir explicaciones de cosas que quizás ella no entendía. Su amor era incondicional. Encontré nuevas amistades y traté de integrarme culturalmente, pero había un vacío en mí.
Esa transición duró casi cinco años. A mediados de 1981 vine a Goya con un grupo de religiosas que hacían trabajo social. Las conocía de la época del colegio en Bella Vista, trabajamos en catequesis y en los grupos juveniles post conciliares. Planificamos ir a Santa Fe a trabajar en una casa con jóvenes de la calle pero el destino quiso otra cosa.
Una tardecita de julio me reencontré en la calle con Pilo, ex compañero del profesorado que había manifestado alguna vez un interés más que de compañero. Era buena persona y había militado en grupos juveniles religiosos pero de política no quería saber nada. Y menos de ideas “subversivas” como nos decía a l@s que militábamos. Muy cerrado en sus costumbres, como su familia; buena gente pero tradicionales en casi todo.
Como dicen que donde hubo fuego cenizas quedan, se dio el flechazo con Pilo. Yo estaba más abierta mentalmente y él, terapia mediante, estaba más flexible en sus ideas. Así, en julio de 1983, me radiqué en Goya con Juan Carlos ya de seis años y a esperar el nacimiento de Santiago Nicolás, primer hijo con Pilo. Luego, vendrían Marcos Ireneo (1986) y Amadeo Rafael (1994). Las mujeres vendrían a la familia mucho después, con tres nueras: Vane, Noe, Juli y tres nietas. En Goya retorné a los orígenes de mi militancia política pero de otra manera. No ya en JP o Montoneros sino en la escuela, pues comencé a trabajar como profesora de Lengua y Literatura.
Antes del ’83 fue imposible, las egresadas del Instituto del Profesorado José Manuel Estrada (cerrado en agosto del ’76 con su rector exiliado y profesoras secuestradas, torturadas y exiliadas) no teníamos el currículum aceptable. Con la vuelta de la democracia se encontró un acta discriminatoria explícita que fue publicada en el libro Dictadura Memoria y Verdad. Educación y represión en la ciudad de Goya, escrito por Gladys Marcon de Di Gregorio y publicado por Librería de La Paz (2009), que relata la represión en Goya en el área de la educación.
Se fue sucediendo la militancia gremial docente ¡Qué satisfacción hacer el primer paro de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA) en 1983! El punto culminante fue en el ’99, cuando docentes, empleados públicos, trabajadores de la salud, judiciales, policías auto acuartelados, padres y vecinos autoconvocados hicimos marchas y cortamos el puente General Manuel Belgrano, único cruce al Chaco y a provincias situadas del otro lado del río Paraná.
Mientras a nivel nacional los reclamos docentes liderados por CTERA mantenían la Carpa Blanca frente al Congreso Nacional, nosotros instalamos carpas en toda la provincia y en la capital, frente a la Casa de Gobierno, en la plaza 25 de Mayo. Fueron más de doscientas, una por cada escuela y por los gremios. No hubo clases en todo el año. Los alumnos pasaron por decreto. Nos adeudaban cuatro meses de sueldo. Finalmente, cayó el gobierno de Tato Romero Feris y gobernó la provincia una coalición de partidos. Pero seguíamos sin cobrar. El 17 de diciembre de 1999, Gendarmería reprimió y, como consecuencia, se produjo el desalojo del puente, la muerte de dos cartoneros y varios heridos. El gobierno nacional intervino la provincia y designó a Ramón Mestre como gobernador.
Nuestra situación no mejoró. A los bonos CE.CA.COR. (Certificados de Cancelación de Obligaciones de la provincia de Corrientes) como parte del salario luego se agregaron las LECOP (Letras de Cancelación de Obligaciones Provinciales). Nos iban pagando de a poco la deuda. Mestre y Aguad, su ministro de Gobierno, aprovecharon todo lo que pudieron de las arcas provinciales. Se llevaban el efectivo y nos dejaban los bonos, que los negocios y cambistas nos recibían a menor valor para luego canjearlos uno a uno. En fin, años de lucha.
Luego, llegó el 2001, corralito y los Colombi de la Unión Cívica Radical (UCR) que permanecen hasta hoy en la gobernación (ahora como ECO CAMBIEMOS). Pero los mansos docentes correntinos aprendimos a luchar por nuestros derechos.
En 2004 formamos Memoria, Derechos Humanos y Solidaridad (MEDEHSOrganización Memoria, Derechos Humanos y Solidaridad. Asociación civil que se constituyó en Goya, Corrientes, en 2004.). Asociación de compañeros, ex preso@s, gremialistas, militantes barriales, amig@s y ciudadan@s identificados con la lucha por los Derechos Humanos(DDHH). Actualmente seguimos marcando presencia militante muy importante en Goya.
En 2013 me jubilé como docente y en junio de 2014 falleció Pilo por un cáncer de páncreas. Todos los hijos están estudiando o viviendo en otros lugares. Por primera vez, la vida en soledad. En todo sentido. Mucho dolor.
En 2015, MEDEHS me propuso para conformar el Comité Provincial contra la Tortura, compromiso que acepté. Otro mundo. Aunque las cárceles y comisarías eran una realidad ya conocida por mí, el drama de la pobreza, la marginalidad, el abandono y la desidia de la Justicia fueron otro desafío. A fuerza de militancia se lograron cambios. Hoy nos visualizan internos y autoridades, reclaman nuestra atención los que sufren apremios y detenciones injustas. Son pequeños grandes logros. También hay impotencia ante el peso del poder y la injusticia pero seguimos firmes como perros de sulky, como dicen los paisanos. Encima, la pandemia, realidad totalmente nueva y más difícil de sobrellevar en situación de encierro carcelario.
A pesar de todo estoy feliz, aunque parezca contradictorio: reencontré el sentido de mi vida, los ideales y alegría de la juventud y la madurez de los sesenta y siete febreros.
¡NO NOS HAN VENCIDO!
¡LALO PRESENTE, AHORA Y SIEMPRE!
¡30.000 COMPAÑER@S PRESENTES, AHORA Y SIEMPRE!
¡MEMORIA VERDAD Y JUSTICIA!
Etiquetas: ACTIVIDAD COMUNITARIA, ACTIVIDAD GREMIAL, EDUCACIÓN