Bonaerenses

Otra oportunidad

Beatriz Zulema Grasso

Berisso, Buenos Aires, Argentina

El 20 de octubre de 1981, desde Coordinación Federal, junto con Mercedes Alessi, compañera de Devoto, pisamos la calle rumbo a la libertad. Había sido publicada el 17 de octubre por lo tanto fueron pocos los días de espera, comparando con los cinco años y siete meses que esperé ese momento. 

Es difícil expresar en palabras lo que siente una persona al recuperar la libertad después de tantos años. Tuve la sensación de que me encontraba con otro país, lo sentí en mi familia y allegados, tenían miedos. Lo más importante fue volver a tener en mis brazos a Betina, mi chiquita que nació en el hospital de Devoto. Para ella yo era una carta, una imagen detrás de un vidrio. Carlitos y Darío, de catorce y doce años respectivamente, habían crecido mucho. Mi suegro atravesaba una enfermedad muy dura, alzhéimer, y no supo que yo había vuelto. Mi suegra, una campeona, fue capaz de sostener toda esa familia. Mi mamá feliz pero con una sensación rara porque Betina, que vivía con ellos, debía quedarse conmigo. Era doloroso para mis padres no tenerla cada día.

Tres días más tarde fue el encuentro con Beto, mi compañero. Llevábamos más años separados que los que habíamos estado juntos. Mientras estuve en Devoto no nos vimos porque no estábamos casados. Estaba hermoso, más grande, más fuerte. Nos abrazamos, parecía que no teníamos nada que decirnos. Toda la familia estaba expectante con este encuentro. Yo estaba segura de mis sentimientos pero no tenía idea de lo que pasaba con Beto, pues eran muchos años y él tenía derecho a hacer su vida. Lo que tenía claro era que nos debíamos una charla y, más allá de la decisión, siempre íbamos a estar ligados por el cariño que nos tuvimos, porque teníamos una hija en común y los chicos, que aunque no los parí, los amaba con toda mi fuerza.

Nuestra conversación fue simple y profunda, nos debíamos una oportunidad. Beto me dijo que siempre me esperó y volvimos a empezar y nos amamos y nos respetamos y soñamos e hicimos lo que pudimos. Y todo el dolor vivido lo convertimos en semilla, entonces llegó Martín y tuvimos futuro todos juntos. Nada era fácil. Beto, técnico en hidráulica, trabajaba para una empresa francesa y viajaba por todo el país. Todavía me emociono al revivir aquellos tiempos y destaco el amor y la familia que logramos rearmar. 

El período radical fue difícil por muchas cosas, pero es bueno recordar que en ese gobierno tuvo lugar el Juicio a las JuntasProceso realizado por la Justicia Civil en 1985 por decreto N° 158/83 del presidente Raúl Ricardo Alfonsín. El decreto ordenó someter a juicio sumario a nueve militares de las tres armas que integraron las Juntas y dirigieron el país desde el inicio del golpe cívico militar hasta la Guerra de las Malvinas en 1982. La sentencia dictada el 9 de diciembre de 1985 condenó a cinco acusados y absolvió a cuatro de ellos. , ese que le relató a todo el mundo lo que hicieron durante esos años tremendos de destrucción. Incluso el pueblo argentino se enteró, ya que el terror sembrado no les había permitido ver lo que pasaba. 

Tuvimos que esperar varios años para que se hiciera justicia, pero en 1984 fui convocada por un grupo de compañeros obreros de PropulsoraEmpresa creada por Techint en 1969 en localidad bonaerense de Ensenada. Utilizada como centro clandestino de detención durante la última dictadura cívico militar. y de Astilleros Río SantiagoEstá en la ciudad de Ensenada. Fundado en 1953 durante la presidencia de Perón ha realizado diversos trabajos en el sector naviero, industrial y ferroviario. En 1962 construyó la fragata Libertad. para hacer juicio a los militares. Hubo más de cuarenta obreros de esas fábricas que fueron detenidos y desaparecidos. Y más de doscientos fuimos encarcelados. Mi familia tenía miedo pero consideré que nosotros debíamos empezar a reclamarle a la Justicia lo que no hizo en siete años por el pueblo argentino. El Nunca MásInforme producido por la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP) que dio cuenta del accionar del terrorismo de Estado en la Argentina. fue como un despertar para nuestro pueblo y nosotros debíamos reafirmarlo también con estos hechos. 

Así fue que en las elecciones nacionales de 1983, mientras que en el país ganaba el radicalismo, en Berisso ganaba un peronista. También es cierto que a esas elecciones nacionales las perdió el peronismo pero a nosotros, viejos amigos y compañeros, no nos sorprendió el resultado. Luego vinieron otros gobiernos pero por suerte nosotros vivíamos en un pueblo muy peronista que nos contuvo y nos dio un lugar y un espacio. 

Etiquetas: