Bonaerenses

Otros mundos posibles

Aída Graciela Schtutman

Quilmes, Buenos Aires, Argentina

“De aquí solo van a salir muertas o locas”, decían las autoridades de la cárcel de Villa Devoto.

Estuve presa desde el 1° de mayo de 1975 hasta el 18 de octubre de1983, día en que se levantó el Estado de Sitio. Guardo de la cárcel el recuerdo imborrable de la fraternidad entre compañeras, el sueño intacto de un mundo más justo y feliz, a pesar de las derrotas, y el arte como constante posibilidad de trascender las adversidades. En mi caso, fue el teatro. Cuando me detuvieron ya había ingresado, para no salir jamás, en ese maravilloso mundo y fueron muchos los tiempos dedicados a integrar grupos, crear y representar obras. Todo en secreto, todo prohibido, todo a costa de más de un calabozo, con la alegría de afirmar una libertad indoblegable. También la danza, el canto, las artes plásticas y las artesanías estuvieron presentes en secreto, así como el continuo aprendizaje que unas a otras nos brindábamos, desde la alfabetización hasta las complejidades de la economía, la historia y las ciencias.

Así salí, dispuesta a reaprender, a vivir y luchar como parte de un pueblo que venía de tantos años de dictadura. Fueron años de reconstruir pareja, tener hijas, reencontrar padres, hermana, toda mi entrañable familia que tanta presencia y dificultades tuvo en los años oscuros y que reverdecía luego de las visitas a cárceles y exilio. Años de disfrutar de ser vecina en el barrio, participar de la construcción de la sociedad de fomento y cooperadora, de estudiar con avidez Psicología Social, profesorado de Teatro, Psicodrama, profesorado de Educación, Gestalt, Socioterapia y Biodanza.

Además, tiempos de disfrutar las aulas universitarias del Instituto Universitario de Arte (IUNA) y la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Años de nuevos amores, de viajes, de encuentros con mis compañeras de siempre, de llorar la muerte de muchas de ellas, de amistades antiguas y nuevas, de nietos, de reflexiones, aciertos y errores. Participé de la escritura del Nosotras Presas Políticas y de prácticas de economía social y solidaria. Comprendí y encontré en el feminismo -¡Gracias Tere Caferri, mi compañera de celda, mi amiga para siempre!- respuestas necesarias y participé del último Encuentro de Mujeres. Descubrí en la ecología una dimensión indispensable de las luchas, así como en apoyo a los derechos de las diversidades, como el matrimonio igualitario y la adopción. También contra la violencia de género y todas las opresiones y violencias, por Memoria, Verdad y Justicia. Y por la libertad de Milagro Sala y todos los presos políticos.

Y siempre el arte, que como aprendí en el IUNA, “permite soñar otros mundos posibles”.

Tuve la suerte de trabajar durante muchos años, hasta que me jubilé, como profesora de teatro en los talleres barriales de la municipalidad de Quilmes, mi ciudad, a la que regresé para no dejar más, y de participar de la creación del Elenco Abierto Teatro Comunitario de Quilmes. Un grupo de teatro comunitario que ya cumplió once años y que es parte de la Red Nacional de Teatro Comunitario.

En más de un encuentro de la red tuve el alegrón de abrazarme con cumpas que integraban grupos similares en sus ciudades: recuerdo a la Gari en Ramos Mejía, a la Zorro en Catalinas y a Nieves en Villa Crespo. Es eje del teatro comunitario que los vecinos y vecinas cuenten, en modo teatral, sus historias. Así se conjuga la memoria con el protagonismo de cada cual en una práctica que nos transforma y transforma a nuestro entorno. De la mano de otra compañera, Eli Eichenberger, con quien compartimos celda y amistad toda la vida, ingresé en el mundo de la Biodanza, formándome como facilitadora y con la alegría de dar clases hasta el presente.

Últimamente y precisamente alentada por otra de mis compañeras de siempre, Sarita, conocí el Ballet 40/90 y dimos inicio, en Quilmes, en pandemia, por Zoom, de un grupo de danza teatro para mujeres de más de cincuenta. Y la seguimos…

En medio de las luchas de todos los días, de las alegrías y tristezas, de más de una desilusión y desamor, en medio de los sueños de una América unida que floreció brevemente en la década pasada y resistiendo junto a los proyectos nacionales y populares que apoyo como lo mejor alcanzado hasta hoy, en nuestras difíciles democracias. Conservando como un tesoro el anhelo por una sociedad diferente, sin explotadores ni explotados, por una dimensión humana que privilegie la fraternidad, el respeto por toda vida y la alegría de ser una partecita nomás de esta maravillosa aventura que no empieza ni termina conmigo.

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