Nieves Kanje
CABA, Argentina
Claro que costó. Salir de la cárcel de Villa Devoto no fue fácil. Creer en la libertad, tampoco. Recuerdo las primeras sensaciones de extrañeza para cruzar la calle. Hasta los autos parecían un mundo turbulento que se venía encima. Cruzar por primera vez, sin nadie al lado, ni siquiera una miserable bichaApodo con el que las presas políticas de Villa Devoto se refieren a las celadoras del Servicio Penitenciario Federal. celadora, esa que nos marcaba el paso hasta en el recreo. Hasta ese momento, caminábamos con las compañeras los pasillos de la cárcel, largos, húmedos y grises, en los momentos en que ellos decidían cuándo nos llevaban a algún lado, siempre con esa custodia infame.
Salir y empezar de nuevo. Nada fácil, miradas de vecines insinuando el desconcierto, cuchicheos en espacios conocidos -ahora poco amigables- y preguntas con gestos inquisidores. Otras versiones solapadas: “¿Por qué saliste vos, dónde están elles?”. Eso era lo que más dolía. Tal vez no sabían que era nuestra mayor tristeza: nosotros afuera, tantas compañeras y compañeros adentro desparramados por las cárceles del país. Y nuestra angustia permanente, la pregunta que nunca nos abandonaba ni siquiera en sueño. Grito ahogado que se anudaba en la incertidumbre ¡Que digan donde están!
La vida seguía y yo bloqueada en medio de mi casa materna. Me sacaron de la escuela en mi primeros años de maestra, cuando estrenaba mi profesión… aquella que solo pude ejercer cuatro meses y a la que me había aferrado. Sabía que la educación era la bandera de la liberación, de la conciencia, del cambio, al menos eso me susurraba Paulo FreirePaulo Freire (1921-1997). Pedagogo y filósofo brasileño. Impulsor de la pedagogía crítica y autor del texto fundante «Pedagogía del oprimido». sobre educación popular y seguíamos con interés la lucha de Tupamaros en Uruguay. Además, estudiábamos a Marx.
De a poco -casi sin savia- fui recobrando la vida, el trabajo y los estudios truncados de Psicología. Paralelamente, continuaba en el aprendizaje de la única profesión que no tiene escuela, dado que mi flamante maternidad en Devoto me hacía danzar la chacarera de vuelta entera, haciendo el zarandeo, con pantalones de corderoy finito y verde musgo. Los de pata ancha como elefante y la minifalda lucían en mis veintiún años de señorita gastada.
Finalmente, la familia más cercana, los abrazos amigos y el tiempo agitado me acercaron a espacios conocidos, que siempre eran brazos tendidos para un alma que quería seguir su lucha por la justicia.
En 1982 viajé a Francia a ver a mis compañeres exiliades. Eso me dio una inmensa alegría, hasta se convirtió en belleza física cuando mi amiga Mónica me acompañó a cortar el pelo en su peluquería de una calle parisina. Ese corte moderno me permitió mirarme al espejo de otra forma, reconocerme como una mujer fresca que asomaba tímida nuevamente a la vida y se permitía brillar, por primera vez, al menos ante el espejo.
Mis compañeres, sus nuevos amigues de exilio -todes elles muy humildes- trabajaban de lo que podían mientras perfeccionaban el idioma. Pero vivían dignamente, en un país que, al menos, tenía un fondo para desocupados. Volví renovada, había esperanza. Otra forma de vida era posible. Recobrar lazos interrumpidos por la dictadura y hablar sin censura en un país sin botas animó una savia gastada de dolor encerrada en un cuerpo debilitado y reavivó la energía que necesitaba para volver a mi país, que aún lloraba de espanto ante la impunidad.
Las primeras marchas previas a la democracia me siguieron demostrando cuán necesario era que me fortaleciera para continuar la vida. No fueron sin temor pero así se caminaba en esa etapa, no nos dábamos por vencides en un país destrozado en lo económico y, también, en lo profundo de su corazón sensible. Rondas de MadresEn abril de 1977 un grupo de madres de detenidos desaparecidos comenzó con un movimiento de protesta no violenta. Desde ese momento, todos los jueves las madres siguen realizando esa manifestación alrededor de la Pirámide de Mayo, con sus cabezas cubiertas por pañuelos blancos, exigiendo respuestas por sus hijos e hijas y por sus nietos robados. Además adhieren a otros reclamos del campo popular. que lloraban, hijes desnudes. Seguían las injusticias y vulneraciones de la mano de los vende patria. Así, en medio del dolor profundo, volvieron cual ancianos de pies gastados los muchachos de MalvinasArchipiélago de América del Sur situado en el mar argentino a 500 kilómetros de la costa. El 2 de abril de 1982 la dictadura cívico militar inició el desembarco de tropas en las Islas Malvinas, dando comienzo al conflicto bélico con Gran Bretaña. El enfrentamiento dejó un saldo de 650 combatientes nacionales y 255 soldados ingleses muertos. El 14 de junio de 1982 Argentina presentó la rendición. .
Y luego festejamos en 1983, parecía primavera aunque aún no terminaba de florecer la democracia. “¡Una navidad sin presos políticos!”, se gritaba en las marchas. En la plaza se asomaban gemidos que exigían verdad: “¡Que digan dónde están! ¡Necesitamos justicia! ¡A dónde vayan los iremos a buscar!”. Es así que las luchas frente a las leyes que querían poner entre paréntesis a la memoria nos abrazaron nuevamente en las calles y, horrorizades, gritábamos que no fueron errores ni excesos sino “son todos asesinos los milicos del proceso”.
Desde antes de finalizar la dictadura un grupo de sobrevivientes y familiares organizaba todos los años un acto en homenaje a les compañeres desaparecides en El VesubioEl Vesubio fue un centro clandestino de detención, en Argentina, utilizado por el Ejército que estaba ubicado en la localidad de Aldo Bonzi , en el Gran Buenos Aires. «Empresa El Vesubio» era el nombre clave que utilizaban para referirse al mismo las fuerzas represivas. Comenzó a funcionar en 1975, siendo utilizado por la Alianza Anticomunista Argentina (AAA), antes del golpe de Estado, con el nombre de «La Ponderosa» y dejó de funcionar en 1978.. Asistía a las reuniones de la agrupación con dolor de cicatriz abierta y a la vez gran emoción por sentir el coraje de tantas manos luchadoras que no olvidaban. Lentamente, me fui integrando a elles sabiendo que la tarea era imprescindible. Se necesitaban datos de las personas que pasaron por los centros clandestinos de detención, también de los represores, los torturadores y los asesinos que habían perpetrado el terror. Desde el primero al último.
En búsqueda de espacios donde poder trabajar desde el amor por la justicia, siendo educadora y fiel a la política de nuestra generación setentista, ingresé a la Cátedra Libre de Derechos Humanos de Filosofía que fundó Osvaldo Bayer, para poder seguir sembrando, fortaleciéndome con la experiencia de compañeres valientes -de convicciones y prácticas similares a las mías- con los que me enriquezco hasta la actualidad.
Nuestra Comisión Vesubio abrió su nombre a Puente 12 y amplió su escenario de búsqueda cuando fuimos descubriendo que en Camino de Cintura hubo dos centros clandestinos similares pero espacialmente enfrentados y comandados por patotas diferentes. Estas investigaciones nos hicieron detectar un circuito que enlazaba la zona de cuatrerismo. En diciembre de 2019 y después de arduas luchas logramos con la comisión y el trabajo intenso de nuestro abogado Pablo Llonto, comenzar el tercer tramo del Juicio Vesubio III. Actualmente, estamos impulsando el tramo II de Puente 12, con nuevos testigos.
A “Nosotras”, ex presas políticas, nos vuelve a abrazar el 2019, nos fortalece y redobla apuestas, y volvemos a firmar un pacto de amor y compromiso. La primera voz del plural nos grita desde adentro que queremos una vida digna para todes. Sabemos de los vaivenes y aún falta un trecho largo pero en el mientras tanto, mi corazón susurra: “Arriba los pobres del mundo, los desocupades, las víctimas de trata, de gatillo fácil, todes de pie”. Seguimos andando juntas, por caminos varios pero enlazadas en Nosotras, Nosotros, Nosotres ¡Por los 30.000, Nunca Más!
Etiquetas: DERECHOS HUMANOS, EDUCACIÓN