Navegando el Paraná

Pasado y presente

Patricia Céuninck

Santa Fe, Santa Fe, Argentina

Nos convocó nuestra historia. No podía ser de otra manera: en ese momento tuvimos el tiempo que las obligaciones -formales o no- nos negaron antes. Así que fuimos al juicio, no como público, sino como escribas.

Un cuaderno, una birome, turnándonos de acuerdo a los días y obligaciones de cada una, sin discusiones, sin estridencias y con ese consenso que da el pasado en común. Aquello que vivimos, aunque no hayamos estado juntas, dio un aprendizaje duro por momentos, tierno en otros y solidario siempre.

Era una actividad nueva y militante: nosotras tomábamos notas -aún las tengo guardadas-, luego hacíamos el escrito correspondiente a los testimonios de ese día y los “muchachos” armaban un diario digital en el que iban colgando nuestros escritos y muchas cosas más.

Nosotras, las que estuvimos juntas o no, las que militamos juntas o no, las que seguimos en contacto o no… nos volvimos a ver después de veinte años y estábamos allí, en la sala del tribunal viendo desfilar a los compañeros que estuvieron en CorondaEstablecimiento penitenciario de la provincia de Santa Fe, el único administrado por Gendarmeria Nacional.. Los escuchamos contar hechos y vivencias que muchos nunca habían sacado a la luz, riendo o emocionándose con el recuerdo de nuestros muertitos. He visto a varios de ellos llorar como chicos, reviviendo lo que pasó cuarenta años atrás con el lujo de detalles como si hubiera ocurrido hace una semana.

Tanta memoria guardada por tanto tiempo, hasta que pudo salir a la luz. No solamente de ellos sino de los familiares, conocidos y amigos. También de nosotras, que sabíamos algunos detalles por lo que nos contaron los cumpas y nuestras propias parejas. Pero en la sala del juzgado, la realidad se manifestaba en su sentido cabal de memoria colectiva.

Y nosotras fuimos las escribas. Así nos definíamos con Stella (Vallejos) y Piojo (Elda Menvielle). Las escribas: testigos de los testigos. Depositarias de parte de esa memoria enorme e impresionante.

Todo esto culminó en un libro: Coronda: 40 años después. Diario de un juicio. El prólogo es de Eugenio ZaffaroniJuez de la Corte Suprema de Justicia, actualmente miembro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)., a quien fuimos a buscar a Rosario para interesarlo y que, en 24 horas, lo tuvo listo. Además, incluye artículos de la época, viñetas y dibujos.

Y para acompañarlo fuimos presentándolo en diversos ámbitos, tratando de desparramar esa memoria, con libro en mano como arma de la misma.

Estuvimos en dos juicios más y si llegara a haber otro las escribas prenderemos nuestras antenitas, nos pondremos en contacto y volveremos a la carga como lo que queremos ser: protagonistas e instrumentos de la memoria.

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