María Cristina Ercoli
Santa Rosa, La Pampa, Argentina
A Estela Cereseto y a NOSOTRAS que, de una u otra manera hemos aportado a la construcción del proyecto nacional, federal y popular.
¡Sí! Estela llamó y agitó para que escribiéramos “algo” y entonces surgió esto: testimoniar, casi en primera persona, sobre una parte del activismo político-gremial y feminista.
Todas somos conscientes que el movimiento de mujeres en Argentina ha ayudado a tejer, no sin dolor y lágrimas, una agenda llena de transformaciones políticas y culturales trascendentales que repercuten en todos los ámbitos de la sociedad argentina. Y aún podemos afirmar en el mundo, desde la fuerza y la resistencia de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, hasta las leyes como la de Identidad de Género y el Matrimonio Civil entre personas de igual sexo y géneros.
Tomaré dos hechos históricos: uno local, que es difícil que aparezca en la historia federal pero fue maravilloso, se concretó y está funcionando. El otro, nacional y de la Patria Grande, que está en construcción y casi lo logramos el 8 de Agosto de 2018.
Comienzo por el primero. Corría septiembre de 2003 y por medio de un relevamiento de las mujeres de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) La Pampa, en su trabajo territorial con el aporte estadístico del compañero Aldo Copes, analizamos que en la zona noroeste de la ciudad de Santa Rosa, capital de la provincia, con 26.000 habitantes de los cuales 1.300 eran jóvenes de entre quince a diecisiete años que no concurrían al trayecto escolar secundario porque no había un establecimiento educativo cerca. En ese tiempo no era obligatorio. De esos 1.300, la mayoría eran mujeres, algunas madres adolescentes y otras solo tenían como horizonte cuidar a sus hermanos más chicos, cocinar y limpiar sus hogares o ajenos. En tanto otras eran prostituidas y explotadas sexualmente. Solo una minoría concurría a alguna escuela a más de veinte o cuarenta cuadras de distancia, a escuelas del centro, aspirando a ir construyendo un futuro más digno.
Así, con datos concretos y con la certeza ideológica de que solo las políticas públicas son capaces de ofrecer educación y dignidad, le propusimos a trece comisiones vecinales barriales la imperiosa necesidad de crear una escuela secundaria para esa población etaria. Las convencimos para que nos acompañaran con una nota a la ministra de Cultura y Educación, profesora María de los Ángeles Zamora, entendiendo que solo con la incidencia política colectiva y bien fundamentada podríamos lograr nuestro objetivo. Y así fue que argumentamos “urgente la atención de los problemas sociales, tales como vivienda digna, alimentos adecuados, atención primaria de la salud, pero sobre todo escuelas cercanas a los domicilios y apoyo escolar como así también becas estudiantiles para tener igualdad de oportunidades para nuestras hijas e hijos”.
Con las autoridades provinciales del Ministerio recorrimos las barriadas y fuimos escuchados, haciendo realidad que “dónde hay una necesidad, nace un derecho”. En marzo de 2004 se inauguró en unas habitaciones alquiladas y con una matrícula inicial de veinticuatro estudiantes un Polimodal, así se llamaba en La Pampa el trayecto del sistema educativo del nivel secundario.
En la actualidad ese Polimodal se llama Colegio Secundario Zona Norte. Tienen un edificio escolar propio con 354 estudiantes. Se propusieron otros nombres, inclusive el de aquellas personas que fuimos protagonistas de los “ladrillitos” que cimentaron esa política pública, pero en la barriada se conoce con mucho orgullo con el nombre de la zona donde está ubicado.
Esta historia viene de más lejos… con nombres propios y muchas miles de anónimas y dolientes o emancipadoras, pero como algún corte hay que hacerle, ahí vamos: en el mes de mayo de 2005 se realizó en la ciudad de Córdoba una reunión auto-convocada que tuvo carácter federal y contó con la asistencia de setenta organizaciones de varias provincias. Entre ella estaba la nuestra, La Pampa.
Se evaluó que era un momento oportuno para lanzar una campaña por el derecho al aborto a nivel nacional y así se convirtió en la primera articulación nacional por el Derecho al Aborto en Argentina.
La adhesión a la legalización del aborto había crecido en la opinión pública en general y en las mujeres de sectores populares en particular. También entre los jóvenes. Asimismo los argumentos religiosos habían pasado por un proceso de deslegitimación dada su radicalidad en contra del uso de anticonceptivos y su falta de respuestas a la problemática de la mortalidad materna.
En esa reunión se alcanzaron acuerdos de relevancia: entre ellos, comisiones de trabajo, la distribución de pañuelos verdes, las actividades y modalidades de intervención en el ámbito público, las incidencias políticas y recolección de firmas con los argumentos principales para la legalización del aborto: el aborto es una cuestión de salud pública, de justicia social y de Derechos Humanos (DDHH) de las mujeres. Hoy, a más de quince años, le hemos sumado “toda persona con capacidad de gestación”. De este modo, el 28 de mayo de 2005 se lanzó la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito y su lema “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir”.
Elaboramos un proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) y lo presentamos por primera vez en el Congreso Nacional en 2007. Transcurrió mucha agua bajo el puente y muchas veces volvimos a presentar nuestro proyecto porque perdía estado parlamentario y nadie lo trataba. Hasta que en el año 2018 una marea verde llenó las calles, los pueblos y tuvo tratamiento y media sanción en la Cámara de Diputados. Lamentablemente, el Senado, integrado por una mayoría vetusta y “antiderechos” -aunque solo por ocho votos- nos negó a las mujeres de nuestro país el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo.
En 2019 volvimos a presentar nuestro proyecto de IVE, revisado y actualizado a través de un trabajo federal y estamos poniendo todas nuestra fuerzas para que sea Ley en el 2020.
La interrupción voluntaria de un embarazo es un acto de autonomía sobre el cuerpo. Y ese posicionamiento político del feminismo argentino y latinoamericano boga por la emancipación de las mujeres y los Estados están llamados a garantizar que se realice en forma digna y segura.