Laura Claros
La Plata, Buenos Aires, Argentina
Esto sucedió hace 14.600 días y no se lo conté a nadie.
Supe que me abrirían la puerta cuando me devolvieron el reloj de pulsera: eran las 12:20 del 7 de enero de 1981 y había firmado mi libertad vigilada el 21 de diciembre de 1980.
En la calle Bermúdez vi que mi mamá cruzaba a recibirme sin mirar ¡y un Citroen 3CV frenó para no atropellarla! A ella le bastó abrazarme y sin llorar me explicó que durante Navidad y Año Nuevo había caminado por ministerios reclamando que se hiciera efectiva mi libertad.
El día que fui a presentarme a la comisaría, el vigilante de consigna me gritó: “Susana, ¿qué hacés acá?”. Y le dije: “Ya no soy esa y vine a mi primer control, otro día charlamos”. Alberto insistió: “Vení al barrio, vení que te esperamos ¡En Villa Montero no te olvidamos!”.
A mi papá se le ocurrió que el agente de control de mi libertad vigilada no debía subir al departamento y lo obligó a esperarme en la puerta, en la planta baja del edificio. Además, se negó a darme el plano del departamento que me reclamó el comisario.
“Estamos en problemas pero todo irá bien”, le expliqué al comisario. Una vez por semana me visitó el mismo controlador.
Después conseguí trabajo y solicité la reincorporación a la Facultad pero me la negaron dos veces. Terminé la carrera de Ciencias de la Educación, rindiendo la siete materias adeudadas. Para dar libre una materia tuve la colaboración de Marta Candia, que estaba con un embarazo de riesgo y permanecía en reposo en casa de sus padres. Solicité la reincorporación a mi trabajo, en el Poder Judicial, y también me la negaron. Recién en 1986 reingresé.
En mi familia el dolor por la muerte de mi hermana Roxana, en el intento de ser secuestrada por los militares, no tuvo nunca consuelo. Mi libertad fue reparatoria porque vieron que mi hija María Laura, nacida en la cárcel, se adaptaba a vivir conmigo después de haber permanecido seis años esperándome.
El nacimiento de María Eugenia, en 1983, formó parte de la nueva vida en democracia. La ciudad de La Plata, con intensa vida universitaria, quedó despoblada de jóvenes y los desaparecidos fueron miles. Sin embargo, a pesar de tan alto grado de politización en el pasado, durante los primeros años de vida democrática los jóvenes no tuvieron participación destacada .
Recién al cabo de un tiempo, con motivo de cumplirse los aniversarios del golpe cívico militar, pude reencontrarme con un clima en el cual la política tenía predominio en las discusiones y se hacía presente el tema de la Verdad y la Memoria. En ese tiempo, la Universidad Nacional de La Plata (UNLPUniversidad Nacional de La Plata. Universidad Nacional pública. Fundada en 1897. Está considerada una de las dos principales instituciones educativas del país. ) tuvo la iniciativa de homenajear a los profesores cesanteados y en la Facultad de Derecho entregaron un reconocimiento a mi papá, que había quedado fuera del claustro académico por ser el progenitor de “dos subversivas”.
Con las compañeras que seguimos en contacto más estrecho compartimos las experiencias laborales, familiares y sociales. A partir de la jubilación estuve con tiempo disponible para visitar a algunas de ellas en el interior y fueron días de intensas alegrías, de recordar momentos inolvidables y también de volver a sentir la grupalidad en identidad política.
Sin dudas, después de que se convocara a la difusión del libro Nosotras quedó ampliado el contacto grupal con el objetivo de llevar nuestra historia a todos los lugares posibles. En los actos de política reparatoria también me reencontré con otras compañeras. Por ejemplo, en la Facultad de Humanidades, en 2019, que se hizo entrega de los legajos de alumnos detenidos desaparecidos. Fui acompañada por hijas, hermano, sobrinos y amigos. Y estaban presentes Cristina Giorio, Diana Guastavino, Hilda Mígueles y todas las ex compañeras de mi hermana Roxana, que había estudiado Historia.
Durante estos años en libertad profundizar vínculos con todas era imposible, pero con las más allegadas fue maravilloso. Mirta Clara durante sus últimos quince años de vida profesional alquiló consultorio con mi pareja. Con Liliana, la Cherna, con Bage, con Gari, con Norita, con la Oje y Marta, permanecimos unidas. En los actos por el Bicentenario nos juntamos, paseamos juntas y el 24 de mayo a la medianoche cantamos el Himno Nacional en la avenida 9 de Julio. Fiesta Popular que coronó el éxito del gobierno de Cristina y que contó con la participación de todos los líderes de la Patria Grande. Continuará.
Etiquetas: DERECHOS HUMANOS, EDUCACIÓN