Bonaerenses

Por un sueño

Patricia Molinari

Mar del Plata, Buenos Aires, Argentina

Marzo de 1976, Golpe de Estado. Se instaló la dictadura militar en la Argentina. 5 de julio de1976, estaba cursando séptimo año de mi carrera en Artes Visuales en la ciudad de Mar del Plata y me faltaban cuatro meses para recibirme de Profesora en Artística, cuando se presentaron en la escuela, a las 17:30, seis represores de la Marina para secuestrarme. Me llevaron junto con otro compañero del curso, con el apoyo y aval de la directora del establecimiento, Elsa Maidan de Montpellier, siendo ella la que nos entregó junto con la colaboración del profesor y amigo que nos formó políticamente. A partir de ese momento, mi vida cambió por completo, viviendo el horror inimaginable de una dictadura militar.

Pasaron tres años para recuperar mi libertad y, en cautiverio, me prometí a mí misma terminar mi carrera y no permitir que todo lo vivido en ese tiempo pudiera arruinar mi vida. Tenía mucho por delante para lograr ser una persona de espíritu indomable, nada me doblegaría ni me humillaría. Desde mi alma sentí que era una triunfadora.

En marzo de 1980 me presenté a la escuela para anotarme y terminar la carrera. Me atendió la directora y me dijo que yo no podía estudiar allí. No me querían ahí. Con desilusión llegué a mi casa y le conté a mi mamá lo sucedido. Ella llamó a una tía, que tenía de inquilino a un militar del Ejército, y le contó lo que me estaba pasando.

Este hombre consiguió una nota de Emilio Guillermo Nani, comandante de la Subzona 15 en la que le decía a la directora que debían anotarme porque yo ya había saldado mi deuda con la sociedad. Así que esta mujer no tuvo escapatoria y me aceptó como alumna.

Ahí comenzó mi infierno en ese lugar, que tres años atrás, era como mi hogar. Todos mis amigos de la escuela ya no estaban, pero sí seguía allí como profesor el mismo que entregó la lista con nuestros nombres con tal de salvar su pellejo y en complicidad con la directora. A ambos los tuve como profesores sabiendo que lo único que querían era que yo me fuera. La directora se ocupó de avisarle a toda la comunidad educativa que volvía para terminar su carrera una terrorista que estuvo presa tres años y que no era conveniente entablar ningún tipo de amistad, ni contacto conmigo. Todo esto me enteré cuando ya estaba estudiando y por medio de una compañera que fue de gran apoyo, porque desatendiendo las órdenes de la directora entablamos una amistad.

Recuerdo el primer día cuando entré en la escuela, fue como si en una película se congelara la escena. No hice más que poner un pie allí, que todos se dieron vuelta y me miraron como si fuera el diablo, pero yo solo tenía en mente recibirme y no iba a permitir que nada ni nadie se interpusiera. Así que fui al salón que me tocaba y, para mi sorpresa, el profesor que me había entregado estaba a cargo de la materia de Grabado, quien además me reprobaría ese año. En otras dos materias tenía como profesora a la directora, que me decía constantemente que era muy difícil que yo aprobara. Era una situación muy molesta y de mucha soledad, pero tenía el objetivo muy claro. Hicieron todo lo posible para que declinara, pero no lo lograron. Hasta llegué a ser escolta de la bandera. No fue fácil, pero peor era lo que había pasado los tres años anteriores, estando en la cárcel de Devoto. Finalicé el año con muy buenas notas. Presenté mi tesis sacando la mayor calificación y logrando recibirme. Cuando la directora me entregó el analítico, entre todos los papeles había una planilla que decía que yo renunciaba a ejercer la docencia. No le sirvió de mucho porque logré enseñar en dos colegios a los pocos meses. Se negó a entregarme mi diploma. Mi último día en la escuela se acercaron todos los profesores a abrazarme y felicitarme por la entereza que tuve para seguir adelante.

Pasaron cuarenta años y mis compañeros y yo, que fuimos secuestrados, nos dimos cuenta que la escuela nunca habló de lo que allí había pasado. Así que fuimos, hablamos con la actual directora, que nos dio y da aún un gran apoyo. Se organizó una charla con alumnos, Abuelas de Plaza de Mayo y representantes de Derechos Humanos (DDHH) y nosotros dimos nuestro testimonio de lo sucedido. Alumnas que tenían que presentar su último trabajo, hicieron un foto libro con nuestra historia.

Tuve la suerte, después de varias charlas, que en una de ellas, mi mamá de noventa y dos años, pudo presenciar cuando me entregaron finalmente el diploma. Fue un momento muy emotivo. También colocamos dos placas: una en recordatorio de mi compañero Miguel, fallecido unos meses antes, y otra con el nombre de todos nosotros, ex alumnos de Artes Visuales Martin A. Malharro. Desde ese momento, vamos todos los años a hacer distintas actividades a la escuela. También organizamos exposiciones en distintas galerías de arte de Mar del Plata. Pasados más de treinta años, volvimos a juntarnos los que fuimos secuestrados de la escuela, cuando tuvimos que declarar en el juicio de la Base Naval 2Juicio de Base Naval II Mar del Plata. Trece represores fueron condenados por delitos de Lesa Humanidad, siete de ellos recibieron cadena perpetua. La sentencia se confirmó en el año 2013. . A partir de ahí, no nos separamos nunca más. Lamentablemente Miguel, quién fuera mi compañero en aquellos tiempos, falleció hace tres años rodeado de todos nosotros, con todo el amor. Siempre en nuestros corazones.

*Mis compañeras de Devoto me apodaron Pátula.

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