Entre sierras valles y ríos

Red Buhito

Maria Lidia Piotti

La Calera, Córdoba, Argentina

Esta fue una experiencia que comenzamos a principio de los años ’90 con alumnos de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), de la cátedra Niñez, en la que me desempeñaba como docente. Al comienzo, para funcionar, nos facilitó un lugar la Asociación de los Docentes e Investigadores Universitarios de Córdoba (ADIUC). También hacíamos algunas reuniones en los barrios y villas de Córdoba y ciudades de gran Córdoba. Finalmente, la Facultad nos permitió reunirnos en predios de la Universidad. En 1995 fuimos coorganizadores de la Mesa de Trabajo por los Derechos Humanos (DDHH). Un tiempo antes le habíamos dado un nombre a nuestra experiencia de trabajo territorial con niños, niñas y adolescentes: Red Buhito por la defensa de los derechos de niños, niñas y adolescentes. El Buhito es un ritual de los pueblos originarios por el cual se entrega una pena al Buhito para que en sueños se la lleve. Del mismo modo hemos denominado al espacio colectivo, donde los niños no esconden sus penas sino que las hacen públicas para transformarlas juntos y con la fuerza colectiva poder modificar la realidad y lograr sus derechos.

La red contaba con tres espacios diferenciados y coordinados entre sí: el de los niños, formado por varios grupos que realizaban encuentros en cada barrio o villa desde el juego y la educación popular; el de los adolescentes, que también funcionaban en sus barrios o villas pero además concurrían a la universidad -una vez por semana, donde desarrollábamos capacitación en DDHH y educación-, y el de adultos, con quienes nos reuníamos en el gremio o la Universidad a aprender cómo trabajar con ellos, planificar y evaluar la tarea que realizábamos. Los adultos eran colaboradores y asesores de los otros grupos, pero el eje de trabajo era el protagonismo de niños y jóvenes, que hacían las propuestas y tomaban las decisiones. 

El protagonismo infanto-juvenil organizado era nuestra meta y -a través de él- la creación de un movimiento social infanto-juvenil.

Así fue como participamos de todas las marchas, especialmente las de DDHH,  y  los adolescentes crearon La Marcha de Las Gorras, que trascendió la provincia. A fin de año, el 10 de diciembre -día de los DDHH-, participamos de la marcha de la Mesa de Trabajo junto con otras organizaciones juveniles. También viajamos con los niños mayores a Buenos Aires a una marcha realizada por El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Además, concurrimos del Foro Social Mundial, en 2006, en Brasil.

Cuando se aprobaron en el Estado las nuevas leyes de infancia, por las cuales veníamos bregando desde fines de 2005 -sobre todo la de la participación de los niños con ciudadanía reconocida en las acciones públicas- muchos adultos y jóvenes pasaron a trabajar en la constitución de los Consejos de Infancia en los municipios. Estas nuevas figuras legales hicieron que la actividad de la Red Buhito disminuyera hasta quedar subsumida en la lucha, dentro del Estado. Algunas seguimos impulsando el espacio desde la Mesa Provincial de DDHH y este 2020 estamos reorganizando la Comisión de Niñez con adultos. Por ahora para exigir al Estado que asuma sus responsabilidades frente a la infancia y adolescencia, pero con la idea de convocar a los niños y adolescentes cuando derrotemos la pandemia del Covid-19. 

La idea y las acciones de la red surgieron a partir de un seminario que se dictaba en el último año de la Licenciatura en Trabajo Social, que estaba bajo mi responsabilidad como docente. Pero también concurrían al grupo de adultos de la red y aportaban al trabajo con los niños y adolescentes, jóvenes de todos los géneros y todas las facultades y otras y otros que no iban a la Universidad. Había también personas mayores de edad que participaban de esta tarea.  

Un lugar para la niñez
Marily 1994

Un lugar es un espacio significativo para cada ser humano,
un ámbito para expresarse,
para estar y para ser.
Un nido donde la niñez se siente acogida y estimulada,
un refugio frente al miedo
y un consuelo en el dolor.
Un lugar es para el conocimiento y para la comunicación,
un solar para el encuentro,
donde cada ser construye su identidad
y comienzan a ser nosotros...
Un lugar es una dimensión donde la vida fluye
conjurando la muerte.
Un sitio para la expansión y el regocijo...
Un sueño de memorias colectivas.
Un lugar es un espacio-tiempo
en que la historia del niño, niña se realiza,
con singularidad, pero sin perder el encaje colectivo,
la red que lo contiene.
Un lugar es, a veces, una vivencia
que alumbra y deslumbra,
una caricia que renueva, un abrazo que sostiene,
una mano que se ofrece.
Un lugar tiene que ver con sus amores 
y su proyecto,
los nombra...
y les da identidad.

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