Siglo XXI. Nuevos gobiernos en América del Sur

A partir de la Revolución Bolivariana en Venezuela (1998) y, posteriormente, de otros cambios de gobiernos en América Latina, se empezó a generar una integración muy importante, aunque lenta por la diversidad de los procesos económicos, sociales y políticos que se desarrollan en cada país. Esta integración se plasmó en instituciones:

ALBA. Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América.
UNASUR. Unión de Naciones Suramericanas.
CELAC. Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribe.
MERCOSUR que es anterior a la ola de gobiernos progresistas y de izquierda, se adapta a la nueva integración, en un contexto de transformaciones políticas, económicas y sociales profundas y aceleradas.

INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA 

El proceso fue complejo, con intentos de contraataque de las derechas neoliberales, campañas mediáticas, incentivación de contradicciones entre los gobiernos de la región y campañas de desestabilización. Hubo una intensa presión militar con el relanzamiento de la IV Flota y la ampliación de bases militares de EEUU y Europa en la región. Además de golpes de Estado en Honduras -Manuel Zelaya- y Paraguay -Fernando Lugo-, a la nueva usanza.

Similares procesos se dieron en Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Venezuela, Perú, Ecuador y Bolivia. Se caracterizaron por elecciones libres y democráticas, por la ampliación de la participación popular y por el ascenso de nuevos actores, como los pueblos indígenas. El crecimiento económico generó expansión del empleo, reducción de la pobreza e importantes mejoras por la implementación de políticas públicas en educación, salud, vivienda y saneamiento.

En un mundo con tendencia a la multipolaridad, la América del Sur integrada es fundamental. La región tiene reservas de petróleo y gas, energía hídrica, reservas de biodiversidad, más de un tercio del agua del mundo, es gran productora de alimentos, es la mayor base energética del planeta. Otras ventajas que favorecen la integración son las referencias culturales comunes, no tener serios conflictos étnicos ni religiosos y, además, contar con centrales nucleares, universidades y centros de investigación científica. Por estos motivos es codiciada.

Esta etapa también se caracterizó por el crecimiento de los movimientos de mujeres, los antirracismo, multiculturalismo, y derechos de los movimientos de lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros, transexuales, travestis, intersexuales, y queers (LGBTQ+).

2003-2015. Néstor Kirchner y Cristina Fernández 

En Argentina, se inauguró un nuevo discurso que refiere a un proyecto nacional y popular, acorde al vigente en la Venezuela de Chávez o el Brasil de Lula, con las diferencias propias de cada país. Se impulsó una política activa de DDHH y políticas sociales que intentaron volver a la integralidad y a la universalidad, con el objetivo de recuperar la centralidad del Estado. Se promovió la producción y el empleo. Aumentó el salario real y, por lo tanto, el consumo. Se redujo la deuda pública a partir del pago al FMI en 2005. Se estatizaron YPF y las AFJP, entre otras medidas.

Desde el Ministerio de Desarrollo Social, se instrumentaron nuevas políticas sociales que se articularon en dos grandes ejes tendientes a erradicar la pobreza extrema a través del desarrollo de las fuerzas productivas y de la inclusión: “Argentina Trabaja”, con el objetivo de promover la producción y el empleo para la inclusión social; y “Familia Argentina” para el fortalecimiento de las familias y las comunidades como integradoras sociales. Se mantuvieron los Planes Sociales tales como el Plan para la Inclusión Social Jefa/e de Hogares desocupados, se redefinió el “Plan Nacional de Seguridad Alimentaria” y el de “Asistencia Directa a las Familias”, como políticas de protección inmediata para familias víctimas de la crisis. De esta manera, se dio una progresiva conversión de planes focalizados a otros, universales e integrales. Se otorgaron Pensiones Asistenciales No Contributivas. Se creó el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) y el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI).

La política de DDHH se constituyó como el marco para la enunciación de los derechos de la infancia. Entre los principales, el Derecho a la Identidad con el respaldo a la búsqueda y recuperación de  nietos, el Plan de Asignación por Embarazo para Protección Social y el Plan de Asignación Universal por Hijo.

Se potenció la investigación científica, se puso en funcionamiento el plan nuclear y el plan aeroespacial, que incluyó los satélites geoestacionarios de la Empresa Argentina de Soluciones Satelitales Sociedad Anónima (ARSAT). Se potenciaron el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), que estaban desfinanciados. Se sancionaron leyes que otorgaron derechos, acceso al hábitat, salud reproductiva, de protección integral de derechos de niños, niñas y adolescentes, educación sexual integral, salud mental, protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, fertilización asistida, matrimonio igualitario, entre otras. 

Uno de los hitos más importantes fue la derogación de las Leyes de Punto Final y Obediencia Debida, y el inicio y consustanción de los juicios por delitos de Lesa Humanidad.

En el período 2003-2015 se redujo la deuda externa en 51.000 millones de dólares.

No al ALCA

La alianza con Lula en Brasil y Chávez en Venezuela, era capaz de redefinir la relación hegemónica histórica de EEUU en la región. Se vio en la IV Cumbre de las Américas, que se efectuó el 4 y 5 de noviembre del 2005 en Mar del Plata. Al mismo tiempo se celebraba en paralelo, del 1 al 4, la Cumbre de los Pueblos. 

EEUU subvencionaba la producción agrícola y de alimentos y pretendía imponer condiciones a la producción local. La misma situación se planteaba con Brasil. La aceptación de esos términos hubiera puesto en riesgo el incipiente repunte de la economía tras la crisis del 2001. La votación fue de 29 a 5 (los cuatro del Mercosur, más Venezuela) pero el documento tenía que salir por consenso. Fue una verdadera batalla diplomática donde estuvo en juego el destino de la región. El desenlace de esa disputa al rechazar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), sentó las bases para consolidar el Mercosur y después fundar la Unasur y la CELAC, en la que no participaban Canadá ni Estados Unidos, pero se incorporaba a la bloqueada Cuba al sistema interregional.

Se avanzó en un diseño que impulsó la infraestructura de comunicación y transporte intrarregional, así como el comercio y el funcionamiento del bloque ante temas como Malvinas, el levantamiento del bloqueo norteamericano a Cuba y la paz en Colombia. Una caravana de mil ómnibus partió desde Buenos Aires, además del Tren del ALBA en el que viajaron Diego Maradona, Emir Kusturika, un Evo Morales que todavía no era presidente de Bolivia, Adolfo Pérez Esquivel, Madres de Plaza de Mayo y otras personalidades. “ALCA, ALCA, ALCA, al carajo ¿Quién enterró el ALCA?, los pueblos de América”, dijo Chávez y desató una cerrada ovación. La reunión de Mar del Plata impactó en el sistema unipolar que funcionaba en el planeta tras la caída de la URSS. Kirchner, Chávez y Lula pusieron un tope que permitió que América Latina tomara un rumbo de unidad e integración, en contraste con la división y el enfrentamiento promovido históricamente desde fuera de la región, cuando cada país se enfocaba más hacia Washington o Europa.

Modificaciones en las relaciones de poder en el mundo
La crisis del 2008, producto de la especulación inmobiliaria,  causó la quiebra del Lehman Brothers, el cuarto banco de inversión más grande de Estados Unidos, que, a su vez, provocó la denominada Gran Recesión con consecuencias internacionales. En Estados Unidos y Europa, los gobiernos se apresuraron a rescatar instituciones financieras en problemas a costa de los ciudadanos que, muchos, llegaron a perder su vivienda. Reunidos en el G20, las economías más grandes del mundo reconocieron la necesidad de apoyar a la economía global y acordaron una serie de políticas para estimular el crecimiento.
Por primera vez, desde la época de la independencia, los países latinoamericanos no sufrieron los efectos de la debacle, gracias a las políticas de desendeudamiento de los gobiernos populares de la década.
Hasta finales del siglo XX la tríada hegemónica estaba conformada por Estados Unidos, Europa y Japón, con el liderazgo del primero. Hoy Estados Unidos se enfrenta a la formidable potencia económica china que lo superó con la tecnología 5G y en inteligencia artificial y a Rusia que recupera su poderío militar y político, rica en petróleo, energía y agua, y con importante desarrollo industrial.


El neoliberalismo contraataca. Neocolonialismo
Las élites locales, acompañadas por empresas e intereses transnacionales ahora con visos de neocolonialismo, decidieron que el continente, sus recursos humanos y naturales, debían volver a estar a su entera disposición. Para eso definieron nuevas estrategias. Se trata de un neoliberalismo más autoritario, racista, xenófobo, fascista, antidemocrático. que trata de amplificar sus reclamos, azuzar los enfrentamientos y desgastar a las verdaderas mayorías que gobiernan, hasta hacerlas caer por medio de la farsa judicial o parlamentaria o para forzar, en algunos casos, una intervención extranjera.
Una de esas estrategias es el llamado golpe de estado blando, llamado también judicial, institucional, impeachment. Se ha generalizado en gran parte del continente el lawfare o guerra judicial. Se explican así la cantidad de procesos judiciales que se abren contra actuales o antiguos liderazgos que podrían volver a ganar elecciones en diferentes países, como en el caso de Mauricio Macri en la Argentina, donde los medios de comunicación masiva jugaron un papel determinante para articular este tipo de campañas de criminalización y persecución judicial con acusaciones de fraude, corrupción, etc., basadas en difamaciones, denuncias falsas con condenas anticipadas y, sobre todo, inhabilitaciones para no poder presentarse a futuras elecciones. Estas campañas mediáticas incitan al descontento social, la deslegitimación política, provocando la violencia en las calles, ataques a la economía, guerras psicológicas y otras acciones desestabilizadoras.
Entre los primeros golpes de este tipo está el que se dio en Venezuela contra el presidente Hugo Chávez en 2002 y en Ecuador contra Rafael Correa en 2010. A pesar de que llegaron a encarcelarlos, fracasaron en su intento. El pueblo salió a la calle respaldando a sus líderes. En cambio, lograron concretar su objetivo contra los gobiernos de José Manuel Zelaya en Honduras en 2009 y Fernando Lugo en Paraguay en 2012, destituido por ambas Cámaras del Congreso, la Corte Suprema y los medios de comunicación.    

Honduras
En el caso de Honduras, Zelaya fue depuesto por la Corte Suprema de Justicia, los partidos opositores en el Congreso y las corporaciones mediáticas, por su supuesta intención de hacerse reelegir violando la Constitución, cuando en realidad había querido organizar una consulta, sin carácter vinculante, sobre la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. Fue un comando militar el que detuvo a Zelaya, lo hizo subir a un avión con destino a Costa Rica, reprimió violentamente a los que salieron a las calles y entregó inmediatamente el poder al presidente del Congreso Roberto Micheletti rebautizado como “gobierno de transición”.

Bolivia
A partir del año 2000 se sucedían las movilizaciones que llevaron a Evo Morales a la victoria en 2005, que luego fue ratificado en el referéndum revocatorio de 2008. Evo enfrentó un ataque desestabilizador en el 2008, con influencia de EEUU. Ya con un Estado Plurinacional Comunitario constituido, el Movimiento al Socialismo (MAS) siguió en la presidencia en 2009 y en 2015. En noviembre de 2019, se comenzó a gestar el golpe, luego de que la oposición cuestionara el escrutinio que dio ganador a Evo Morales en primera vuelta. Evo se vio obligado a renunciar. El gobierno mexicano de López Obrador le ofrece asilo. El 11 de noviembre, ya en el avión, trataron de asesinarlo. Jeanine Áñez asumió con la promesa de llamar a elecciones, con la excusa de la pandemia de Covid-19 postergó la convocatoria. Encaró una política represiva y racista, a manos de la policía y las Fuerzas Armadas con masacres en Senkaya y Secaba que dejaron al menos treinta y siete muertos. Evo también estuvo exiliado en Argentina hasta octubre de 2020, cuando el MAS volvió al poder.

Venezuela
El jefe de Estado Nicolás Maduro, se ha tenido que enfrentar a una guerra económica, a las constantes protestas violentas, entre ellas, las llamadas “Guarimbas”, que dejaron decenas de muertos y centenares de heridos en 2014 y a intentos de invasión.

Haití
Jean Bertrand Aristide, primer presidente democrático de Haití, triunfó en las elecciones de 1990 con el respaldo de grandes mayorías populares (67 por ciento de los votos). Fue derrocado por el general Raoul Cédras siete meses después de llegar al gobierno con apoyo implícito de EEUU. Aristide volvió a ser elegido en 2001, pero en 2004 volvió a ser derrocado, esta vez con intervención directa de EEUU, cuyas tropas lo trasladaron a un exilio forzado en la República Centroafricana y ya no se le permitió volver a participar en las elecciones.
El 7 de julio de 2021 fue asesinado el presidente de Haití, Jovenel Moise. Están implicados ciudadanos e instituciones de cinco países: Colombia, Venezuela, EEUU, República Dominicana, quienes facilitaron el tránsito de personas y armas, y Taiwán, que refugió en su embajada a once de los mercenarios detenidos.

Chile
Michelle Bachelet, que tras gobernar en el periodo 2006-2010, volvió a ganar las elecciones en 2013 con un programa con propuestas mucho más transformadoras en materia económica y social, y que apostaba a la redacción de una nueva Constitución, recién cinco días antes de terminar su mandato presentó al Congreso un Proyecto de Ley por una Nueva Constitución, que el Gobierno de Sebastián Piñera, desestimó apenas asumió la presidencia. 


Brasil
El 31 de agosto de 2016 Dilma Rouseff, sucesora del ex presidente Luiz Inácio Lula Da Silva, fue acosada y víctima de un golpe judicial, mediático y parlamentario, sobre todo, del sector financiero. En 2018 detuvieron a Lula para que no pueda presentarse como candidato. Jair Bolsonaro, ex militar brasileño, siete veces diputado, asumió la presidencia el 1 de enero de 2019, con un discurso de odio contra las minorías y el explícito elogio de la dictadura, destruyó las políticas públicas progresistas con ideología neoliberal.
Hoy, agosto de 2021, el Supremo Tribunal Federal lo investiga por atentar contra el sistema electoral y diseminar noticias falsas a la población. Bolsonaro, financiado por sojeros, grupos evangélicos y miembros de la policía y las FFAA, intenta perpetuarse en el poder.

Ecuador
Rafael Correa llegó al gobierno en el 2007. Entre otras medidas progresistas, contrató a Alejandro Olmos (hijo) para investigar la deuda externa, dictaminando la ilegitimidad de parte de la misma. Lenín Moreno, presidente desde mayo de 2017 hasta mayo de 2021, ganó con el respaldo de la Revolución Ciudadana que integraba hasta ese momento como vicepresidente. Contradiciendo su propuesta programática aplicó políticas neoliberales y antipopulares. Le quitó el asilo político y le suspendió la nacionalidad al fundador de Wikileaks Julián Assange, que le había concedido el presidente Rafael Correa en 2017. Fracturó la UNASUR al pedir la salida de su país, lo que ya había hecho Colombia. Y se sumó a la derechista PROSUR. Reconoció a Juan Guaidó, autoproclamado presidente interino de Venezuela. Justificó su política de ajuste diciendo que recibió un país endeudado y quebrado y tomó deuda del FMI.  En abril de 2021, en la segunda vuelta, Guillermo Lasso -neoliberal- le ganó las elecciones al candidato del correísmo Andrés Arauz.


Argentina

También en Argentina, en 2008, hubo intentos destituyentes por parte de las corporaciones terratenientes y el monopolio comunicacional privado. Además, la presidenta Cristina Fernández, enfrentó un golpe blando ejecutado por la derecha y el Poder Judicial por la denuncia de supuesto encubrimiento de Irán en el atentado contra la Asociación Mutual Israelita (AMIA), que hizo el fiscal Alberto Nisman.
A principios de 2015 el fiscal se suicidó, presionado por sus cómplices. Se instala, desde los medios, la responsabilidad del gobierno en un supuesto homicidio. La estrategia de desestabilización permitió el triunfo de Mauricio Macri en diciembre de 2015.

2015-2019. Neocolonialismo. Mauricio Macri
Por el grado de entrega de los bienes y la banalización de los principios de la Nación, más que neoliberalismo el gobierno de Macri puede encuadrarse como neocolonial. Gana las elecciones respaldado por una campaña agresiva de promesas, fake news, violencia simbólica y complicidad de las corporaciones judiciales y mediáticas. Reflotan la teoría de los dos demonios, criminalizan la protesta, a las organizaciones sociales, a los pueblos indígenas, a los migrantes de países limítrofes, a los científicos, a los intelectuales.

La banalización de la discusión política perjudica a la mayoría de la sociedad argentina. Para Cambiemos, la coalición política que Macri encabeza, los derechos sociales de los sectores populares son privilegios.

Con el objetivo de controlar a la oposición política se instaló un aparato de espionaje ilegal, por ejemplo, en el Instituto Patria. Miembros de los servicios de información vinculados al macrismo y asociados a conocidos periodistas de los medios, llegaron a actos de chantaje e intimidación a políticos y empresarios. También espiaron a los familiares de Santiago Maldonado -joven desaparecido y asesinado por Gendarmería Nacional, en un reclamo del pueblo Mapuche- y de las cuarenta y cuatro víctimas del hundimiento del submarino ARA San Juan.

El gobierno de Mauricio Macri eliminó una docena de ministerios, muchos de los cuales se fusionaron con otros y se degradaron al nivel de secretarías. Dejaron vencer vacunas y arruinaron computadoras del plan Conectar Igualdad. Bajaron los salarios y las jubilaciones con una fuerte redistribución del ingreso a favor de sus amigos, del capital financiero especulativo y de sus aliados externos.

Macri recibió un país desendeudado y entregó el gobierno con un país en default. Se endeudó con el FMI por 57 mil millones de dólares. En la llamada “década ganada” se redujo la deuda en 51 mil millones y entre los tres períodos neoliberales, dictadura (1976-1983), Menem-De la Rúa (1991-2002) y Macri (2016-2019) se incrementó la deuda externa en casi 139 mil millones de dólares -datos del BM- y hubo una importante pérdida de la autonomía nacional.

2019. Alberto Fernández

El liderazgo indiscutible de Cristina Fernández se puso en evidencia cuando designó como candidato presidencial de un amplio frente a Alberto Fernández. El nuevo gobierno, el Frente de Todos, asumió con la expectativa de retomar los objetivos de una Argentina productiva con un Estado presente. Recuperar la salud, la educación y la cultura. 

Una de sus metas es la Reforma Judicial. En pocos meses se votaron leyes importantes como la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), el aporte extraordinario de las grandes fortunas, la elevación del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, entre otras. 

Al inicio de la nueva gestión -en marzo de 2020- el COVID-19 llegó a la Argentina. Esta pandemia -derivada de la enfermedad ocasionada por el virus SARS-CoV-2-​ tuvo su primer caso identificado en diciembre de 2019 en la ciudad de Wuhan (China), al reportarse casos de un grupo de personas enfermas con un tipo de neumonía desconocida. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la reconoció como una pandemia el 11 de marzo de 2020, cuando informó que había 4.291 muertos y 118 mil casos en 114 países).

El gobierno tomó la decisión de preservar la salud de la población mediante la implementación de la cuarentena y el fortalecimiento acelerado de la infraestructura en materia de salud pública, muy deteriorada por el gobierno de Cambiemos.

La oposición mediática y política estimuló la indisciplina social, llamó a no obedecer los mínimos cuidados sanitarios, convocando a movilizaciones que contribuyeron a quebrar el distanciamiento social necesario. Además el gobierno implementó medidas como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), para ayudar a los más perjudicados por la imposibilidad de trabajar. Todo el apoyo económico estuvo a cargo del gobierno nacional. Juntos por el Cambio solo obstaculizó las decisiones del presidente.

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No es arbitrario finalizar entonces, luego de este breve repaso por la historia reciente de nuestro país y nuestra América, con las mismas referencias y representaciones que dieron inicio al texto. Las diferencias entre los dos proyectos se evidencian claramente. Uno nacional, popular, inclusivo. Otro entreguista, elitista, antipueblo. Éstos últimos son los que aniquilaron “al indio”, explotaron al gaucho, odian al cabecita negra, y temen al choriplanero.

Hoy, como mencionamos al inicio, ambos proyectos antagónicos siguen vigentes. Con algunas décadas más de experiencia de vida seguimos sumando nuestra voz latinoamericanista a favor de la intervención activa del Estado en el mejoramiento de la salud, la educación, el medio ambiente, la comunicación, la igualdad de derechos y la redistribución de la riqueza, para terminar con la hiperconcentración económica.