Hortensia Espínola, Margarita Camus, Diana Pizá, Letizia Raggiotti
Mendoza, San Juan, Río Negro, Córdoba
Los cóndores andinos suelen ser de color negro y tienen un collar blanco muy característico mientras que sus cabezas están calvas. El largo del cuello descubierto de pelos y de color rojizo, les facilita para llegar con su pico dentro de los cadáveres de la carroña, que representa su alimentación principal. Tiene un pico fuerte y afilado que le permite romper la carne más dura. Esta ave es un símbolo nacional de territorios americanos atravesados por la cordillera como Bolivia, Perú, Argentina, Venezuela, Chile, Ecuador y Colombia. Tiene tanta importancia en las zonas andinas que representa a nuestros pueblos originarios ante el mundo con su cultura, leyendas y formas de vida. Para los incas el cóndor era considerado como el «mensajero de los dioses ApuKuntur”, era quien llevaba las plegarias de los incas y sacerdotes. También le otorgaban valor simbólico, por su impresionante tamaño, unos tres metros de envergadura entre sus alas y fuerza, por ser capaz de elevar el sol hacia el cielo todos los días. Tiene una estructura jerárquica cimentada por el poder masculino, es decir, el macho es el que domina sobre la hembra y el cóndor adulto sobre el menor. Quizás por estas características y porque vuela sobre Los Andes y cruza fronteras sin peaje de aduanas es que los opresores quisieron tener la simbología de un ave dominante para llamar esta “mancomunidad represora e internacional del terror” que fue el Plan u Operativo Cóndor. Así se denominó al plan de exterminio – en las décadas de 1970 y 1980- de todas las representaciones políticas que se plantearan la lucha antiimperialista de liberación de los países latinoamericanos.
En aquel entonces ya formábamos parte de una militancia que hizo propio el deseo de un mundo más justo y fue reprimida por esto.
Margarita de San Juan hoy con sesenta y cuatro años, dos hijas -Mariana y María José- y tres nietos -Merlín, de cinco; Iñaki, de ocho meses; y Salvi, que falleció a los tres días de nacer-, en 1976 estaba en tercer año de Sociología. La detuvieron en noviembre de 1976 y salió con libertad vigilada en marzo de 1981. Como estaba por cerrar la carrera de Sociología al mes de salir con libertad vigilada empezó la carrera de Abogacía en la Universidad Católica porque no existía la carrera en la Nacional y solo podía trasladarse en un radio de 5 km, lo que le impedía irse a otro lado a estudiar. Fue docente de la carrera de Trabajo Social en la Cátedra de Criminología. Y desde 2007 es la única Jueza de Ejecución Penal de la provincia sanjuanina.
Tenchi, de Mendoza, también estudiaba Sociología. Estuvo detenida desde abril de 1975 hasta 1980. Cuando llegó a Mendoza, después de salir de Devoto, lo primero que hizo fue volver al Barrio San Martín, donde había iniciado su militancia política como tantos compañeros, siendo parte del compromiso cristiano junto al Padre Jesuita Macuca Llorens. Macuca estaba en soledad, la mayoría de los compañeros y las compañeras fueron presos, exiliados, desaparecidos. Entre ellos varios chilenos que habían llegado a vivir al Barrio luego del golpe contra Salvador Allende. Tenchi quiso seguir estudiando pero cuando salió de Devoto no podía seguir porque habían cambiado todos los planes de estudios. Militó en Intransigencia y Movilización y en el Peronismo Revolucionario. Tuvo dos hijas y dos hijos con su compañero que había salido de la cárcel de Rawson, a la familia se sumaron dos hijos anteriores de su compañero cuya mamá está desaparecida. Los hijos vivieron y viven en Río Cuarto, Córdoba.
Lluego de diecinueve años se separó de su compañero. Pasó el tiempo y hace quince años vive con su “nuevo” compañero Fernando, y se han sumado cuatro nietos a la familia. Siguen militando por una Patria justa, libre, soberana, ecológicamente sustentable y por nuestra patria grande latinoamericana. Fue convocada a trabajar en Desarrollo social y cooperativas hasta jubilarse. Y actualmente tiene una finca con viñedos y se dedica a la agricultura.
Letizia de Córdoba, sostiene que aprende a la par de sus alumnos. Participa de acciones de Derechos Humanos (DDHH) en un proyecto de cartografías sobre el Terrorismo de Estado y en un proyecto de extensión sobre el 24 de marzo. Una hija -Lucila- a la que quiere muchísimo y aprende sobre los nuevos tiempos y las nuevas demandas sociales.
Diana tiene tres hijos: Manu -que tiene dos niños, Mateos y Lucio- , Mariano que es músico y Martin que tiene un hijo, Lucas. La más grande de todas es Julia -hija de su hermana Liliana, desaparecida- y que tiene una niña, Anita.
Mientras vivíamos aquel momento en 1976, no podíamos hablar de lo que estaba sucediendo. Lo que no se puede nominar, difícilmente pueda pensarse. Con el tiempo lo fuimos haciendo. Hoy como siempre, nos encontramos con el compromiso intacto y entendemos que la transformación de la realidad es profunda, ligada a lo político, a la defensa de los DDHH y a la construcción permanente de la memoria. Sentimos al Plan Cóndor como un gran manto que nos cubrió a todas y todos, eso que no sabíamos cómo nombrar, eso que se desarrollaba y atravesó nuestros cuerpos. Pero podemos hoy, al reflexionar, indagar sobre esto.
Aún en este mundo multipolar continúan revoloteando en nuestra América esas fuerzas que pretenden exterminar las disidencias. Nosotras seguimos pensando, debatiendo, presentando inclusive posiciones diversas y entramando conocimientos, anudando puntos de acuerdos -como lo hacíamos en los viejos tiempos-, desde los libros, desde la experiencia, desde nuestra cotidianidad, desde nuestros saberes, desde nuestro pensar, inclusive desde nuestros cuerpos. Tejiendo ese conocimiento subalterno. Siguen revoloteando -lo sabemos- pero nosotras, nosotres y nosotros, allí estaremos: donde está la gente. Y junto a ella, seguimos pensando, elaborando conocimiento, haciendo experiencia, seguimos conjuntamente construyendo y resistiendo.