Bonaerenses

Somos la rabia

María Rosa Martínez

Adrogué, Buenos Aires, Argentina

Muchas veces durante los ’80 sentí que doblabas la esquina y no podía verte o que pasabas en un micro rápido y la ventanilla estaba oscura, o te soñé -casi siempre de espaldas- diciéndome que no nos encontramos.

Recién cuando los antropólogos identificaron tus huesos, Juan -nuestro hijo- comenzó el duelo y yo dejé de soñarte.

Es difícil escribir sobre estos cuarenta años, hoy 17 de octubre de 2020. En aquel momento todo me parecía raro, frágil: demasiadas ausencias. Y las que quedaban en cana eran una voz permanente, una guía de recuerdos divertidos y tristes, de chistes negros e historias contadas con detalle para pasar el tiempo, de talleres de idioma, teatro, coro, historia, y por supuesto la formación y discusión política.

Mis viejos y mi hermana estaban felices aunque me veían llorar muy seguido. Tampoco sabían si era la madre de Juan, la hija «difícil» y qué estaría pensando hacer. Mi hermana se fue a La Plata a seguir sus estudios interrumpidos por mi detención. Ella había sufrido mucho, había cuidado y criado a Juan. La familia de Sergio eran un abrazo permanente, Angelina -una de las hermanas- me propuso que me casara con su hermano para que Juan tuviera su apellido. Por supuesto no pasó de esa loca necesidad de tener alguien con el apellido de Sergio. A los meses de vigilada pueblerina y acuerdos caseros, decidí venirme a Buenos Aires con Juan Pablo a construir el vínculo madre hijo. 

Estudiaba en el Hospital Ramos Mejía una carrera corta, necesitaba trabajar. Enseñaba inglés a domicilio y vivimos ese año en la casa de una amiga de mi abuela, con la que nos quisimos mucho. Llamé varias veces a un número que me habían dado dejando mensajes encriptados para tener una cita pero no lo lograba. A fin de año conseguí trabajo en el Hospital Ferroviario, estaba contenta, me llamó el jefe de personal -un Coronel- y me dijo “sabemos que usted es Montonera”. Era finales de 1980, no me daban las patas para salir corriendo o caminando despacio pero firme hacia la calle que quedaba lejos.

Aquel 15 de agosto -día de la Asunción de la Virgen- fuimos con el Gringo y Juan a un festejo en el barrio, nuestras charlas eran larguísimas de historias y presentes, yo había sentido muchas veces que se me aceleraba el corazón cuando me agarraba del codo para cruzar una calle. Esa noche me propuso que formáramos una familia, que me viniera a vivir al barrio. Le dije que sí, sin dudarlo. El Amor Vence decimos: dejé el Hospital Español, volví a Inglés a domicilio en CABA y gratis en el barrio, Doña Rosa me consiguió vacante en la escuela de doble turno para Juan. Viví los quince años de mayor aprendizaje, de ese que queda como marca. Fuimos recuperando las Instituciones del barrio después de la Guerra de Las Malvinas, hacíamos bailes en los que las consignas eran frases de Perón y Evita -siempre cuidando el límite porque todavía había buchones- y los vecinos aplaudían.

Empezaron a volver compañeros del exilio, había clima, euforia. Nos fuimos juntando en Intransigencia y Movilización con la candidatura de Framini para Gobernador, salíamos a pintar con los chicos, los tizones y los vecinos y vecinas del barrio en un camioncito, varios habían militado en la JP. De esa época recuerdo “somos la rabia”, una pintada en Lanús, de color rojo, por aquella vieja frase que le decían a Perón: “muerto el perro se acabó la rabia”. 

Nació Alberto -el nombre había surgido del alias del Gringo y del recuerdo de su padrino-, al año y meses Eva -la llamaríamos Victoria pero había ganado Alfonsín, así que le pusimos Eva- y a los tres años Andrea -el Gringo dice en memoria de Andrea desaparecida de Rojas-. No podía ponerle a una hija Adriana, Adriana era solo ella. Finalmente Mariana Florencia, me gasté los dos nombres que tenía y pensé: “será la última”.

En esos años organizamos las educadoras sanitarias, creamos jardines maternales, armamos la red de almacenes populares, iniciamos los primeros emprendimientos, dábamos apoyo escolar y educación sanitaria en la Escuela. Nos fuimos juntando con otros barrios y éramos más de tres mil mujeres organizadas que tomábamos micros de línea para ir a las marchas.

Llegó Cafiero a la provincia de Buenos Aires y con él Floreal Ferrara como Ministro de Salud. Fue una gestión corta, de seis meses, que dejó una marca imborrable en el conurbano bonaerense. Por otro lado, integré el Consejo de las Mujeres que conducía Ana Goitía y fui Coordinadora en la Delegación del Ministerio de Trabajo de Quilmes para defender los derechos de las mujeres trabajadoras. Fui Secretaria del Sindicato de Amas de Casa en los ’90. Por la experiencia de los Jardines Maternales Comunitarios me convocaron a trabajar en la Secretaría de Trabajo de la Nación. Siempre volviendo a las raíces -con la indemnización de ex presa- nos compramos una casa en la que entráramos todos. Nos mudamos a Almirante Brown. 

En el 2003 fui a trabajar con Alicia Kirchner al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, había mucha euforia aunque veníamos de una crisis sin precedentes. Néstor(1950-2010). Néstor Carlos Kirchner. Abogado y político peronista. Diputado, gobernador de la provincia de Santa Cruz y presidente de la Nación entre 2003 y 2007. Revalorizó la política como herramienta de transformación y dio un fuerte impulso a las políticas de Derechos Humanos. era uno de los nuestros, de la generación que soñó y militó para hacer una revolución desde el peronismo, tuvo una voluntad imparable de trabajar por la felicidad del pueblo y la grandeza de la Patria. Fueron años de buenos hechos y también de salir de la indignidad a la que nos habían sometido Menem y la AlianzaLa Alianza para el Trabajo, la Justicia y la Educación, más conocida como La Alianza, fue una coalición política entre la Unión Cívica Radical (UCR) y la Alianza Frente País Solidario (FREPASO), conformada en 1997 en la Argentina. Ganó las elecciones de 1999 llevando a Fernando de la Rúa a la presidencia., cuestionando el Consenso de Washington.

La Escuela de Mecánica de la Armada (ESMAEscuela de Suboficales de Mecánica de la Armada, fue centro clandestino de detención. Actualmente alberga el Archivo Nacional de la Memoria.) para mi fue una bisagra liberadora. Era una emoción indescriptible, y cuando vi los dedos en V y los puños en alto, me puse a llorar. No se veía esa expresión en tantos actos políticos, no se había hablado nunca de la responsabilidad del Estado como habló Néstor. Después vino la derogación de las Leyes y la sensación de que podíamos por fin contar las historias a fondo, ser escuchados sin prejuicios, podíamos juzgar a los genocidas, valorar a nuestros compañeros y compañeras que siempre caminan con nosotras.

Con el Gringo seguimos militando y trabajando en el Sindicato Federación Gráfica desde la vuelta de Raimundo, cuando ganaron las elecciones del ’84. Pasamos por todos los conflictos: despidos, achiques, cierres en los ’90, flexibilización de hecho. El 2003 nos entusiasmó por lo gigantesco de volver al peronismo, a aquello que somos. Creo que el respeto que nos tenemos, el gran amor y el amor a los hijos, nietos y al pueblo, nos han ido fortaleciendo.

En el 2007 fui a trabajar a la Provincia como Directora de Género primero y como Directora Provincial de Derechos Sociales después. Fue una experiencia muy interesante en la escala ideal de cercanía, distancia y aproximación y mayor aprendizaje sobre la gestión. Vinieron los años más felices de buenos anuncios con Cristina, de medidas necesarias y la profundización; también una ofensiva particular desde el arranque. La muerte de Néstor fue un baldazo, una sensación muy parecida a la de aquel 1° de julio del ’74 ¡cuánta orfandad de nuevo, qué inmensa e irreparable pérdida! Y Cristina allí de pie con sus anteojos negros, levantando la mano para saludar cuando pasábamos a los gritos para que le llegaran a sus oídos, gritos de: “fuerza, te queremos”.

Voy a escribir hasta acá, aunque la historia nuestra sigue y nos volvimos a encontrar en el Bauen para hacer de cuenta que nos vimos ayer, abrazarnos, contarnos, hablar. Hoy es 18 de octubre del 2020 y cuando este libro salga a la luz, tal vez tendremos otros vientos en América Latina. Ayer festejamos el día de la madre, algunos con barbijo y guardando distancia, es el fueguito que caldea esta vida donde el amor y la igualdad son bandera.

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