Maria Julia Clotilde Giusto
Gualeguaychú, Entre Ríos, Argentina
Soy María Julia Clotilde Giusto peronista y ex presa política desde 1977 hasta1983. Tengo dos hijos, de treinta y cinco y treinta y un años; y un nieto. Mi actividad principal fue la docencia, que fue el sustento para criarlos.
Desde que salimos en libertad, junto con el padre de mis hijos encaramos la inserción en la sociedad a través de lo laboral. También la inserción política desde las organizaciones de base para seguir buscando una sociedad más justa y llevar adelante la bandera de los 30.000 desaparecidos.
En la actividad docente y social de estas décadas de democracia de nuestro país participé y generé proyectos para modificar realidades adversas. El estímulo por estos proyectos es una continuidad de la motivación inicial que me llevó a integrar los grupos cristianos y a asumir el peronismo como necesidad de cambio social en la década del ’70. Esto se acentuó al salir en libertad, ya que los años de cárcel y una mirada crítica y reflexiva del camino como entidad política del peronismo revolucionario, nos mostraba que debíamos generar un poder popular con un protagonismo de la clase obrera y diferentes sectores nacionales.
Al asumir la dirección del Plan Estratégico en la Municipalidad de Gualeguaychú, en el período comprendido entre 1999 y 2003, el objetivo fundamental fue diseñar un plan de la ciudad a diez años con la participación de los vecinos. Así surgió el plan de Desarrollo Local con articulación gubernamental, no gubernamental y empresarial. La organización de la participación se hizo a través de diferentes comisiones que debían intervenir en las siguientes áreas: Urbano Ambiental, Economía y Empleo, Turismo, Sociedad y Cultura, Social, Educación, Salud, Normas de Convivencia y Seguridad.
El proceso tuvo diferentes etapas que consistieron en: pre diagnóstico, diagnóstico, objetivos y líneas estratégicas, proyectos en acción y evaluación. En ocasión de prepararnos para la etapa de diagnóstico la consultoría externa asignada desde el seno de la Red de Municipios Auto Sustentables (RAMA) -que nuestra ciudad integraba activamente desde 1997- solo preveía, al igual que en otras ciudades argentinas, el trabajo de siete comisiones. En tanto en la primera etapa hice el planteo firme de que debían incorporarse los talleres en los distintos barrios de la ciudad. Esto fue desechado por la consultoría externa de municipios, responsable del diagnóstico, con la tesitura que se realizaría una micro planificación barrial en lugar de diseñar una ciudad a diez años.
Las dos concepciones de diagnóstico se discutieron en las comisiones con el intendente y visitamos Montevideo para analizar esa experiencia. Del mismo modo, realizamos consultas a la ciudad de Rafaela, Santa Fe, que nos precedía en esta temática. Finalmente se ratificaron las comisiones y se agregaron los talleres barriales divididos en las grandes zonas de la ciudad, generándose así una herramienta local de metodología participativa genuina. Se combinaron diferentes marcos teóricos para construirla: entre otros, el enfoque de planeamiento situacional, marco lógico del diseño de proyectos en arquitectura y de la psicología social. Se buscó un asesor para acompañar que tenía experiencia en planes situacionales, era ex preso político y acompañaba procesos empresariales de una institución reconocida de la provincia.
Los talleres barriales se hicieron convocando a las distintas instituciones y a los vecinos. Tuvieron mucha concurrencia a pesar de que el país, la provincia y la ciudad estaban viviendo la antesala de lo que sería el 2001. Los vecinos se agrupaban en las comisiones que contemplaban sus problemas y los del barrio.
Aquí me permito reflexionar acerca de cuál fue la fuerza que me permitió llevar adelante -muchas veces en franca minoría, porque era la palabra de la ciencia, del saber universitario y de los tiempos- el compromiso asumido con la consultoría frente a la certeza de que no podía aceptar un diagnóstico participativo sin la intervención barrial. Tenía la absoluta seguridad de que no se podía hablar de una ciudad “con la participación de la gente“-que era el slogan del plan- porque nuestra formación política, los valores que llevábamos desde nuestras concepciones para acompañar un cambio social para una sociedad más justa, se basaba precisamente en la participación protagónica de todos los sectores.
Muchos fueron los saldos positivos de adoptar una metodología genuina de diagnóstico participativo de ciudad. Entre otros, menciono el haber incorporado la voz de referentes barriales que no se hubieran sentido incluidos en las comisiones generales y la consolidación del equipo técnico del plan, en su mayoría ad honorem o afectados desde sus lugares de trabajo.
Con este grupo -a lo largo de los años nos encontramos en diferentes convocatorias- pudimos plantear la importancia de una visión compartida de los problemas y de la ciudad, con las distintas miradas sobre la construcción de la participación y, sobre todo, con el afecto fraterno que nos atraviesa.
Quiero destacar el clima festivo cuando se firmó el acta acuerdo con la sociedad civil por un “Gualeguaychú Futuro”: se proyectó un video en el que un abuelo, padre de un desaparecido, hablaba con su nieta de la ciudad que le estábamos preparando. Se unió un conjunto de murgas estudiantiles vibrando el vals de nuestra ciudad y varios artistas lo entonaron recibiendo la ovación del teatro.
Finalizando, quiero decir que en los momentos más críticos de definiciones sobre lo popular y lo justo siempre lo hice con compañeros sobrevivientes de la dictadura.
Etiquetas: ACTIVIDAD COMUNITARIA