Eva Orifici
Del Viso, Buenos Aires, Argentina
Mi historia es de reencuentros, esos momentos de abrazos, de risas, de lágrimas, esos hermosos momentos que han sido tan significativos para todas nosotras. Cada reencuentro fue y es una victoria. Porque no pudieron, porque aquí estamos de nuevo con nuestra gente.
Mi nombre es Eva, me detuvieron junto con mi compañero pocos días después del golpe del ’76. He pasado por los centros clandestinos de la dictadura, luego por la cárcel de Olmos y, finalmente, Devoto. Fueron casi siete años. Después vino el tiempo de los reencuentros.
No olvidaré jamás la imagen del encuentro con mi hijo Martín que ya tenía diez años. Cuando abrió la puerta para recibirme lo vi y no hubo palabras, el abrazo que nos dimos nos llenó el alma.
El reencuentro con el Negro, mi compañero de toda la vida, que salió en libertad un día después que yo. Lo fui a buscar con mi viejo a la cárcel de Caseros. Lo vi junto con otros compañeros, todos con su bolso verde al hombro, y ¡el abrazo! el primero después de casi siete años.
Después, el reencuentro con mi pueblo, con los compañeros y compañeras de militancia en el sindicato y en el trabajo y el retorno a la misma escuela en la que hice mi primaria y donde trabajé como docente.
Y el reencuentro después de algunos años con varias compañeras con las que habíamos compartido intensamente nuestra vida de encierro. A lo largo de estos años nos hemos encontrado en las marchas, en los plenarios, en los congresos sindicales de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA) del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (SUTEBA). También en algún acto y en algún juicio de los que fui testigo, querellante o simplemente acompañante.
Las compañeras que fui reencontrando son parte de mi vida en libertad.
Con Sarita Murad nos encontramos en 1988, cuando viajó desde su Jujuy hasta mi casa. Ella conocía mi pueblo ya que cuando salió en libertad estuvo unos días en casa de mis viejos y allí conoció a Martín. En cambio a Marcos, mi hijo menor, y al Negro los conoció en ese viaje. Vino por unos pocos días y se quedó un montón, tuvimos que cambiar la fecha del pasaje. A partir de allí nos hemos reencontrado muchas veces porque viajó a Buenos Aires o nosotros viajamos a Jujuy. También nos encontramos en la histórica Marcha Blanca donde con los compañeros del sindicato recibimos la caravana en Pilar ¡Qué alegría verte con todos y todas las compañeras! Recuerdo ese abrazo en el calor de la lucha, es inolvidable. Como las largas charlas en las que compartíamos vivencias de tu trabajo en escuelas de zonas tan alejadas y olvidadas de nuestro país y del mío, en las escuelas también olvidadas del Gran Buenos Aires.
Del reencuentro con Sari se desprende el encuentro con Selva y Laura Vilte, a quienes no puedo dejar de mencionar porque conocerlas fue una hermosa experiencia de vida, ellas son las hermanas de Marina(1938-1976) Marina Leticia Vilte. Maestra, militante sindical y del Peronismo Revolucionario «17 de octubre» (FR-17) de la provincia de Jujuy. Fue secuestrada el 31 de diciembre de 1976 por la dictadura cívico militar y continúa desaparecida., una de las fundadoras de nuestro gremio docente y desaparecida por la dictadura. Desde que las conocimos por tu intermedio, Sara, mantenemos el vínculo alimentado por todo lo que tenemos en común: el trabajo docente, el rescate de nuestras raíces, la música y el vino. Gracias Sara por tu amistad franca.
Con Mayté fue distinto. Su abuelo Casimiro y mi papá Yito se conocieron en la cola de la cárcel de Devoto y allí nació una profunda amistad. Nosotras nos conocimos en Olmos y llegamos juntas a Devoto. Estoy hablando de María Ester Martínez Tecco, de Mar del Plata. Cuando recuperó su libertad se quedó a vivir en Buenos Aires y al enterarse de la nuestra se apareció una tarde en casa, con su familia. Desde ese momento nos mantenemos en contacto. Vivió un tiempo en mi pueblo, Del Viso, cerca de mi casa. Fue un verano genial: sol, pileta, charlas y lo mejor de todo la organización de las comidas para trabajar menos, cada día una de las dos cocinaba para todos. Ahora vive en Canadá. Nos encontramos cada vez que viene a nuestro país y mañana nos veremos vía Zoom para celebrar su cumpleaños. A lo largo de estos años hemos compartido montones de cosas y viajes con nuestras familias de vacaciones. Recuerdo especialmente el de 1993 a San Martín de los Andes. Te quiero Mary.
No puedo olvidarme de la colito Berra, quien un día cargó en su auto a Paula y Tito, sus hijos más pequeños, y salió de Zárate rumbo a Del Viso con la idea de encontrarme teniendo solo el dato de que era maestra en una escuela del pueblo. Hemos compartido distintas etapas de nuestras vidas. Como compañeras en la cárcel y después en la militancia. También como mamás ya que nuestros hijos tienen edades similares. Como docentes, intercambiando nuestras experiencias: ella desde las escuelas de isla y yo desde el conurbano. Pasamos muchas horas reflexionando sobre estas prácticas desde todos los puntos de vista posibles, fue y sigue siendo una preocupación compartida. Además, como abuelas, disfrutando de nuestros nietos. Tenemos gustos e intereses comunes. Por ejemplo, los viajes. Rolo, su compañero, y el Negro, el mío, fueron construyendo a lo largo de estos años una hermosa amistad. Nuestros viajes son absolutamente informales, partimos en cualquier momento hacia lugares remotos. En las sierras, la playa o la puna convivimos con la gente del pueblo, enriqueciéndonos con sus historias, inolvidables algunas. Juntos visitamos a doña Eulogia Tapia, en La Poma, y llegamos a los Silos IncaicosSitios de almacenamiento de granos que tenían los Incas en el Valle Calchaquí. Estos sitios se encuentran en la llamada quebrada de los graneros en la provincia de Salta. bordeando el río Calchaquí. Salimos de Andalgalá por el camino de cornisa a Las Pirquitas para llegar a Loro Huasi de noche. Nada fácil por cierto, pero con toda la alegría de vivir y de hacerlo juntos. Gracias Martita por estar con tu familia junto a la nuestra.
Después de más de cuarenta años, hace unos meses, encontré a la muy querida Elsa Ise. Y volví a constatar la frescura del “parece que fue ayer” en lo que te conté y me contaste, compañera.
Queridas compañeras, mi recuerdo para todas. Sé que siempre estarán en mi corazón.
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