Todas sentimos lo mismo: nunca imaginamos llegar tan lejos en la vida, vivir tantos años. A los veinte nos rodeó la muerte y la cárcel de la dictadura. Todas tenemos un ser querido -o varios- muerto o desaparecido. Pero también todas nos aferramos a la vida, es nuestra forma de resistir. Resistimos viviendo hasta el límite. Escribimos y contamos para seguir viviendo cuando no estemos más. Nos pusimos a los 30.000 al hombro y los trajimos a la historia de los días de la democracia conquistada. Y pudimos ser felices, reír, cantar, gritar, trabajar, marchar, votar. Por nosotras y por los que no pudieron llegar y -ahora- por las compañeras que tuvimos que despedir.
Ellas también están en este libro, son quizá la presencia más fuerte y más convocada cuando escribimos nuestras historias y reflexionamos sobre este hijo común que es Nosotras en Libertad. Están no solo en los recuerdos sino en el instante presente. En sus palabras que hicimos propias, en sus risas que nos contagian, en sus historias juveniles que nos vuelven jóvenes, en sus habilidades artesanales que nos llenan de color, en sus cantos reiteradamente repetidos y escuchados, en sus ideas y análisis políticos que retomamos para entender las complejidades del presente, en sus convicciones ideológicas que nos refuerzan la visión humanista y feminista del mundo y en sus historias amorosas que nos llevan a apostar al amor.
Queremos recordarlas así, vivas en Nosotras, partícipes de esta nueva gesta, escribiendo el libro a través del cariño y compañerismo que nos socializó y amalgamó en esta categoría que nos cuesta definir, pero que simplemente sintetizamos en la palabra Compañeras.
Ellas, las compañeras que en libertad se nos fueron para iniciar el otro camino -el más desconcertante de nuestra condición humana-, participan a través de nosotras quienes al volcar retazos de sus legados modelamos este libro con un preciso mensaje: ESTAMOS TODAS, SOMOS TODAS.