Albornoz Ramona
Octubre 2020. Berazategui, Provincia de Buenos Aires
He participado de los Encuentros Nacionales de MujeresEncuentro feminista que se realiza anualmente en Argentina desde 1986. casi desde el comienzo; en ese entonces militaba en la “RED DE MUJERES DE ZONA SUR” -Quilmes, Varela y Berazategui-. Comprobé cómo la cantidad de mujeres aumentaba año tras año, atraídas por los aires de libertad, por la posibilidad de participar y de tener un espacio propio. Todo esto sumado a la posibilidad de conocer otros paisajes y hasta costumbres distintas, lo cual invadía la ciudad y la provincia donde el Encuentro se realizaba. Comenzaban los 2000, y lentamente se fueron incorporando las mujeres de los barrios, pero esta vez organizadas en los sufridos y muchas veces denostados “Movimientos Sociales”Organizaciones sociales. Muchas surgieron a partir de la crisis económica de 2001 producto del desempleo y la exclusión. Algunas se agremiaron como Confederación de Trabajadores de la Economia Popular (CETEP). . Las mujeres pobres venían de protagonizar históricas jornadas de lucha y junto a las ollas populares con las que paliaron el hambre de sus hijxs, querían conocer sus derechos y encontrar su propia voz.
Pero estamos en el 2019, y este Encuentro es distinto, entre algunas “Chicas” -ex Presas Políticas de la Cárcel de Devoto- nos hemos propuesto armar un Taller para presentar en el 34º Encuentro Plurinacional de Mujeres y Diversidades. Sabemos que la Marea VerdeDenominación del movimiento feminista que en Argentina impulsó la sanción de la Ley N° 27.610 de Acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). lo invadirá de jóvenes y disidencias de todo el país. Queremos visibilizar nuestra experiencia como mujeres y militantes de los ’70, contar nuestra historia, pero también ponerla a dialogar con el Presente, ponerla en debate y si es preciso desacralizarla ¡Todo un desafío!
Los preparativos fueron febriles, con entusiasmo, con mucho empuje y con el sello que creo nos caracteriza: el trabajo colectivo, la búsqueda de los acuerdos y las síntesis no exentas de dudas y de nervios. Tuvimos varias reuniones preparatorias con Berta, la Azzaro, Lili Ortiz -quien hace años se ganó el apodo cariñoso de “La Rezo”-. Las reuniones se dieron en Buenos Aires y en La Plata donde se sumaron Canastito, la Pluta y Perla. Entre mates, WhatsApp y llamados telefónicos nos fuimos reconociendo y al rato charlamos sin parar de nuestra condición de mujeres militantes, de nuestras maternidades de nuestrxs hijxs. El Taller fue tomando forma, pero ¿Sería convocante? Entre tantos talleres, me preguntaba ¿Participarán las jóvenes?
Nuestro taller se llamó “Mujeres, Militancia Política y Resistencia”, y se desarrollaría solo el primer día del Encuentro. Llegó el día, el taller se realizó en la Facultad de Periodismo de La Plata, primera sorpresa: cuando llegamos ya había mujeres esperándonos por lo que tuvimos que pedir más aulas. Además, fue tal a convocatoria que agregamos un día más de taller en el encuentro; al final asistieron un total de seiscientas mujeres.
Varias rompimos el hielo presentándonos y narrando alguna historia de la cárcel o de cómo hicimos para reinsertarnos. La palabra fue pasando de boca en boca, de mujer en mujer y como en el juego del ovillo se fue armando no sólo horizontalidad sino una tupida trama de sentimientos profundos y sólidos que nos hermanó. Hubo allí cuatro generaciones construyendo puentes, sin prejuicios y con mucha avidez de saber. Así, las más jóvenes preguntaron sobre el socialismo, el peronismo, la lucha armada, la vida en la clandestinidad, las Madres en lucha, les hijes, las relaciones de pareja y tanto más. Valorando nuestra lucha como lucha feminista, resaltaron la necesidad de recuperar prácticas colectivas carcelarias como el hecho de mantener los acuerdos a pesar de las diferencias así como también, la condición para consolidar la confianza, que fue reconocer el enemigo común. Todo esto no fue otra cosa que consolidar el colectivo, creando vínculos sororos.
Para nosotras fue un doble encuentro: el reencontrarnos entre nosotras hermanas hace tantos años, reencuentro lleno de abrazos, lágrimas, mimos y hasta canciones; y el encuentro con las nuevas generaciones. Allí comprobamos que aún hoy las mujeres padecemos cárceles simbólicas. Cárceles de las cuales lograremos salir si podemos respetarnos las unas a las otras, comprendernos, acompañarnos, tejiendo esas redes colectivas que al final de cuentas continúan siendo el entramado de nuestra lucha. Así lo hicimos entre las paredes de Devoto, así lo hacemos hoy.