Aída Graciela Schtutman
Quilmes, Buenos Aires, Argentina
En 1989, recién separada de quien fuera mi compañero, llevaba a mis dos hijitas -de dos y tres años- a la guardería municipal de Quilmes. Estaban allí desde las 9 hasta las 18, lo cual me permitía trabajar.
A los pocos días conocí a María Eva, misionera luchadora, también mamá sola con dos niñas de las mismas edades que las mías. En seguida nos hicimos amigas, nos contábamos nuestras vidas, trabajos, preocupaciones y tristezas. También nos ayudábamos prestándonos unos pesos cuando estábamos más que apretadas y no llegábamos a fin de mes.
Un día Mari me dijo: “Chamiga, te voy a contar una cosa que no suelo contar: estuve presa, fui presa política durante la dictadura”. Y le dije: “¡Yo también!”, y nos estrechamos en un abrazo alegre, emocionado, cómplice y que continúa hasta hoy.
Etiquetas: GÉNERO