Entre sierras valles y ríos

Recuerdos

Cristina Díaz

Córdoba, Córdoba, Argentina

Mi nombre es María Cristina Díaz, recibí la invitación para participar del libro digital de las ex presas políticas de Argentina, con un  relato o relatos de cómo fue la vida desde que recuperé la libertad. Mi vida, como la de tantas compañeras de familias de trabajadores, no fue sencilla pero como otros tantos pude insertarme, trabajar y formar mi familia. Tengo tres hijos, hoy adultos: Vanesa, Gabriel y Marcos, y un nieto de diecisiete años. 

Elegir un hecho o situación resulta difícil. Puedo decir que presento una doble condición: ex-presa política y familiar de un preso político que fue sacado de la cárcel de Córdoba y fusilado durante la última dictadura cívico-militar.  

Desde estas experiencias consolidé la fortaleza de mis principios ideológicos, que movilizaron mis sentimientos de manera definitiva  para ubicarme entre aquellos que luchan por ser libres, nunca esclavos.    

Comenzaré nombrando a mi padre, Florencio Díaz. Él nos enseñó los principios de amor, solidaridad y justicia. Su militancia fue siempre en y desde el peronismo. Allí volcó sus ideales para defender derechos de sus compañeros. Mi padre trabajaba en la fábrica Fiat de Córdoba. Con un grupo de compañeros decidieron independizarse de la Unión Obrera Metalúrgica (UOMUnion Obrera Metalúrgica. Sindicato que representa a los trabajadores metalúrgicos de la República Argentina. Fundada en 1943.) y así nacieron el Sindicato de Trabajadores de Fiat ConCord (SITRAC) y el Sindicato de Trabajadores de Fiat MaterFer (SITRAM). Si bien estos sindicatos eran considerados clasistasNuevas corrientes del movimiento obrero nacidas a fines de la década de 1960, que buscaron diferenciarse del sindicalismo peronista, objetando que éste admitiera la conducción de Perón, lo que incluye sectores de izquierda que admitían alianzas con corrientes peronistas de izquierdas y aún corrientes peronistas de izquierda que se planteaban cambiar la hegemonía en el sindicalismo., él fue elegido por sus compañeros como secretario general del SITRAM en 1971. La existencia de estos gremios fue corta, datan de la época de la dictadura del general Onganía, que  luego fue reemplazado por el general Marcelo Levingston. Fue entonces cuando se produjo la intervención a la organización y con ella la persecución y encarcelamiento de todos sus dirigentes.  Mi padre eludió la persecución, esa vez no fue detenido aunque vivió en forma clandestina y, aun así, siguió militando hasta la llegada de la democracia en 1973.

Cuando pudo volver a trabajar, lo hizo en Vialidad de la provincia de Córdoba, donde enseguida fue elegido como delegado. Debo decir que en 1975 también integró el Bloque Gremial del Peronismo AuténticoOrganizaciones territoriales y sindicales lideradas por Montoneros. Lo conforman como partido y movimiento. Después de la muerte del general Juan Domingo Perón, a fines de 1975, fue declarado ilegal por el gobierno de María Estela Martínez de Perón.. Su propósito fue luchar por una Patria justa, libre y soberana. Su vida en libertad concluyó con su detención, el 5 de febrero de 1976. Fue llevado a la  Unidad Penitenciaria N° 1 de Córdoba (UP1). El 11 de octubre de ese mismo año, invocando un “traslado”, fue sacado de esa cárcel junto con cinco compañeros: Pablo Balustra, Jorge García, Miguel Ceballos, Oscar Hubert y Marta Juana González de Baronetto. Todos ellos fueron asesinados en las inmediaciones de la fábrica Coca Cola, muy cerca de la cárcel, desde donde se pudieron escuchar los disparos. Los militares dijeron que fue un intento de fuga.  Recuperamos su cuerpo y lo homenajeamos de infinitas maneras. Lo merecía porque fue un ejemplo de lucha.  Hoy existe un hospital en la ciudad de Córdoba que lleva por nombre “Florencio  Díaz”, está en el barrio José Ignacio Díaz (debo aclarar que no somos familia con éste último señor).   

Cuando salí en libertad trabajé en una fábrica de ropa que se llamaba Roanmar, que actualmente ya no existe. Trabajé casi diez años allí. Era una fábrica pyme, con más o menos treinta trabajadores entre varones y mujeres. Las condiciones eran aceptables pero había un encargado muy vigilante. Permanentemente apuraba la producción y nadie decía nada. Un buen día cuestionó mi falta de «rapidez», según su criterio, y le dije que trabajaba a conciencia y si sus pretensiones eran de mayor producción tenían qué emplear a más trabajadores. Se puso furioso. Después supe que fui la primera trabajadora en veinticinco años que se rebelaba. Me llamó el gerente y tuvimos una extensa charla acerca de cómo yo consideraba debía ser tratado un trabajador, respetando sus tiempos. Reconoció que la producción salía tal como la planificaban, entonces exigí respeto para mis compañeras y para mí.    

Desde ese día mis compañeras me miraban de otra manera y el encargado me odiaba pero se cuidaba porque el gerente le había llamado la atención. En el almuerzo hablábamos con las compañeras y el tema de la explotación me ponía mal, deseaba hacerles comprender sus derechos y cómo había que defenderlos. Me escucharon y aprendieron de qué manera hacerlos valer. Este logro me hizo sentir de nuevo en la lucha. Fui elegida como delegada y fue una hermosa experiencia. Conseguimos más tiempo para almorzar, higiene en los baños y tolerancia a la llegada tarde. Antes, por un minuto de llegada tarde o un pedido de carpeta médica descontaban el presentismo.

Al poco tiempo se afiliaron masivamente al sindicato y, aunque los trabajadores no querían a los del gremio porque los consideraban pro-patronales, lo hicieron. Después vendría el trabajo por recuperar el sindicato para todas y todos. Ya no pude participar de ese proceso. Dejé de trabajar, porque ya tenía dos hijos y necesitaba emplear una persona que los cuidara y eso demandaba casi todo mi salario.  

Más adelante estuve en la lucha por los juicios de lesa humanidad. Desde la asociación de ex-presos trabajamos duro, valió la pena.  Muchos militares y policías fueron condenados. Aún hoy ese proceso no termina, en este mes de setiembre en Córdoba se inicia un nuevo juicio.

En el terreno político, en los años ’80 milité en el Partido JusticialistaPartido Justicialista. Continuador del Partido Único de la Revolución y luego Partido Peronista, fundado por Juan Domingo Perón en el año 1946. Resultó de la fusión de los partidos Laborista, Unión Cívica Radical, Juventud Renovadora y Partido Independiente. , luego hice trabajo en el territorio en la época del kirchnerismo. Como dije antes, es difícil sintetizar tantos años vividos. Espero que mi humilde aporte sirva para que otros agreguen más fuerza a la lucha casi milenaria que libramos por nuestros derechos como seres humanos. Gracias.

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