Cristina Lange
Oxford, Inglaterra
Llegamos al verdugueoModismo en Argentina que hace referencia al hostigamiento por parte de una persona que ejerce poder sobre otra. de Coordinación FederalCentro clandestino de detención ubicado en la Capital Federal argentina que desde 1974 y sobre todo a partir del golpe cívico militar de 1976 fue uno de los más activos. ya listos (creíamos) para venirnos a Inglaterra. Después de unos días, partimos a Ezeiza. Al llegar, los que nos llevaban dijeron que se habían “olvidado” mi pasaporte y que Richard partiría solo. Richard se negó y volvimos a Coordinación. Allí nos dejaron solos en un Ford FalconAutomóvil de color verde utilizado por las fuerzas represivas del Estado para realizar secuestros durante la última dictadura cívico militar de Argentina. , con las puertas abiertas a la ciudad ¿Una invitación para que intentáramos salir? Después de una larga espera, partimos nuevamente hacia Ezeiza.
Esta vez, además de los dos que nos habían llevado en la primera oportunidad, se había sumado un tercero que sabía quiénes éramos y cuándo nos habían arrestado. No tenían el permiso para pasar por el control hacia Ezeiza pero, igual que la primera vez, sacaron rifles y tiraron al aire. Veíamos las caras de susto de los pobres soldados. Llegamos. No sabíamos que había celdas en el aeropuerto: estaban llenas de chicos muy jóvenes y aterrorizados que habían sido arrestados al tratar de salir de la Argentina. Allí nos separaron. Se lo llevaron a Richard y a mí me dijeron que Reuters me quería entrevistar. Fue una estúpida mentira. Nosotros éramos amigos de mucha gente de la agencia y muy amigos de los dos jefes. Los que me iban a “entrevistar” no tenían idea de quién trabajaba en Reuters.
No me dejaron ver a mi papá, que estaba con Richard en Ezeiza. A través del encargado de “relaciones”, un tal Shakespeare, me hicieron llegar un hermoso collar de plata que yo me había comprado en Oaxaca. Un policía me dijo: “Eso no se lo puede llevar”, y me sacó el collar. Le respondí: “Dígale a su compañera que lo compré en Méjico. Espero que le guste”. El collar no era importante. No poder despedirme de mi papá, sí.
El viaje no fue fácil porque apareció varias veces un señor que sabía todo sobre nosotros: quiénes éramos y cuándo habíamos estado en Devoto. Llegamos a Madrid y desde ahí tomamos otro avión a Londres. Por fin, nos dieron nuestros pasaportes. En el aeropuerto de Heathrow había mucha gente de la televisión y de los diarios que esperaba para entrevistarnos. Dijimos todo lo que pudimos. Dos días después, todavía muy cansados, concurrimos al Parlamento para empezar con las denuncias. Fuimos a todos lados: universidades, iglesias y sindicatos. Richard fundó el Argentina Solidarity Committee. Trabajó mucho con tantos otros compañeros, tratando de conseguir visas y de ayudar en lo que se pudiera. Acá ya había muchos refugiados chilenos pero muy pocos argentinos. El gobierno había cambiado y no era tan fácil.
Nuestro gran amigo Andrew Graham-Yooll, del diario Buenos Aires Herald, también estaba en Inglaterra. A él, como a tantos otros, lo habían perseguido y vivía en Londres. Siempre pensamos que le debíamos la vida, ya que publicó, en grandes titulares, que habíamos desaparecido. A través de Andrew conocimos a mucha gente, por ejemplo a varias Madres de Plaza de Mayo.
El exilio no es fácil. Es una mezcla de “estamos acá, estamos bien” y de sentirse culpable por todos los que no salieron.
Por fin conseguí trabajo en Oxford University Press, la editorial de la Universidad de Oxford. Empecé con libros de texto para América Latina y de Lingüística. Luego, edité libros para Europa, Europa del Este -como se llamaba en esa época-, Asia, Estados Unidos y Canadá. Viajé mucho.
Richard y yo fuimos muy felices. Cuando todavía era muy joven se enfermó; murió después de una terrible y larga enfermedad de Alzheimer. Esos largos doce años fueron los más duros de mi vida.
Tengo dos hijos maravillosos. Thomas, el menor, estudió arquitectura en Cambridge y música (canto) en la Royal Academy of Music y fluctúa entre las dos cosas. Viajó mucho en cruceros: tiene grandes dotes para la enseñanza y el entretenimiento. Mathew, el mayor, es director de cine, está casado y tiene dos hijas divinas. Quizás han visto algunas de sus películas: los biopics, videos de Coldplay y The Road to Guantánamo, entre otras.
Yo estoy muy ocupada con algo de trabajo de Lingüística, mis flautas -cada vez toco peor-, el coro, francés, pilates, yoga, mi gran perro golden retriever y un jardín que me encanta. Me enamoré de los tulipanes y planto unos doscientos todos los años.
Siempre me gustaron los perros y en un momento difícil de la enfermedad de Richard empecé a trabajar como voluntaria para Dogs for the Blind y Dogs for the Disabled. Aprendí mucho. Los perros cumplen una función muy importante y aunque es difícil cuando se van, es hermoso ver lo que significan en nuestras vidas.
Hace unos años me entrevistaron para Index on Censorship. Hablé también en un largo programa de la British Broadcasting Corporation (BBC). Acepté declarar, como tantos otros compañeros, en uno de los juicios sobre Automotores Orletti. Fue difícil hacerlo, pero era necesario. Condenaron a los acusados a dieciseis y a doce años y a los dos restantes a seis años cada uno. No de por vida, como querían las Madres, pero es mejor que nada.
Una vez fui a una reunión de Amnistía InternacionalOrganismo de DDHH fundado en 1961, por el abogado británico Peter Benenson. Trabaja para lograr la libertad de encarcelados por sus creencias religiosas, politicas o de origen étnico. en la que los hijos de dos compañeras agradecían a Cambridge lo que la ciudad y la Universidad habían hecho para ayudar a refugiados chilenos. Sentadas detrás de mí había dos chilenas conversando. Paré la oreja y en eso pensé: “Una de las dos estuvo en Devoto”. Tal cual, no era en la misma época sino después.
Otra vez, fuimos con Richard a un congreso en Londres, en la Universidad. Había mucha gente y nosotros estábamos de pie. En eso, me di cuenta que una mujer que estaba lejos, pero a quien se le podían “leer” las manos, hablaba con otra. No pude dejar de mirarle las manos. Sé que no debía hacer eso porque es como leer la correspondencia privada de alguien. Al final, le fui a pedir disculpas. Yo no la conocía, pero ella había estado en Devoto.
Acá la cuarentena no es muy estricta y de ahí las casi cincuenta mil muertes. Este gobierno es mediocre y corrupto y estamos a punto de salir de la Unión Europea ¡Terrible error! Pero ¿a quién se le ocurrió votarlos? Recuerdo que cuando era chica mi papá me dijo: “Nunca, pero nunca, votes a un conservador”. Mi papá era socialista. Y tenía razón.
Etiquetas: DERECHOS HUMANOS, EXILIO