María Illanes
La Rioja, Argentina
Soy María Illanes, me dicen Maricha, fui detenida en julio del ’76 en La Rioja y estuve privada de mi libertad hasta julio del ’79. En ese lapso pasé por el Batallón de Ingenieros de Construcción 141 donde me interrogaban el jefe del Batallón, Osvaldo Pérez Bataglia, y el subjefe, Jorge Malagamba.
Recuerdo que el día que me trasladaban del regimiento al Instituto de Rehabilitación Social (IRS) se apersonó en el lugar donde estaba alojada y aislada el jefe del regimiento para comunicarme que por no querer colaborar me llevarían a la cárcel. Y me dijo: “El que las hace las paga, hoy murió en un accidente AngelelliBeato Enrique Angel Angelelli (1923-1976). Obispo católico asesinado en La Rioja el 4 de agosto de 1976 por el terrorismo de Estado. Se caracterizó por su fuerte compromiso social. Promovió la formación de cooperativas de campesinos y la sindicalización de peones rurales, mineros y empleadas domésticas.”. Por supuesto no dije nada y no creí lo del accidente. Era el 4 de agosto del ’76.
En el IRS los interrogatorios venían acompañados por torturas y vejaciones: submarinos, golpes, desnudez, etcétera.
El 8 de octubre del mismo año, junto con un grupo de compañeras nos trasladaron a la cárcel de Devoto. Si bien el viaje en un avión Hércules fue traumático por el trato que nos dieron, fue un alivio no temer que nos sacaran a interrogar o escuchar por las noches cómo torturaban a los compañeros en la cárcel de La Rioja.
Cuando salí en libertad de Devoto, previo paso por Coordinación Federal donde me encontré con quien sería mi marido, regresé a mi ciudad. A los pocos días comencé a trabajar: debía ayudar a mis padres que por los viajes que hicieron a Buenos Aires para verme en Devoto y visitar a Carlos -mi hermano, que estaba en Sierra Chica-, debieron contraer préstamos. Es que con sus sueldos -mi madre maestra jubilada y mi padre empleado público- no podían hacer frente a esos gastos.
A los diez meses de estar en libertad me casé con Jorge, el novio de siempre, compañero que también estuvo detenido en Sierra Chica y luego en La Plata.
En estos años en libertad, que son muchos, pasamos por distintas etapas. Los primeros años, como creo nos pasó a la mayoría de los compañeros, fueron muy duros y la tuvimos que apechugar con la ayuda de los viejos y como pudimos. En los años ’80, con la democracia y concurso mediante, logré entrar a trabajar en la Legislatura provincial. A todo esto ya era mamá de dos varones y una nena que vinieron a iluminar nuestras vidas.
Mi hermano Carlos continuaba detenido y además de sufrir por las torturas a las que fue sometido -a punto tal que una vez, en el ’77, lo dejaron tirado pensando que se les había ido la mano- lo llevaron de rehén de Sierra Chica a la cárcel de La Rioja. Allí permaneció un año sin ver el sol, solo lo sacaban para torturarlo de manera sistemática.
En el año ’82 mi madre se enfermó gravemente y nos pidió ver a mi hermano que todavía estaba detenido. Él era su único varón, somos cuatro mujeres. Se realizaron los trámites sin ninguna expectativa. Para que tuviera una mejor atención trasladamos a mi madre a Córdoba y un día, estando una de mis hermanas y mi marido atendiéndola, comenzó un operativo militar en la puerta del hospital y vieron que bajaban a mi hermano de un celular. Lo llevaron a terapia, donde estaba mi madre ya inconsciente. Entonces mi hermano le habló y mi madre abrió los ojos y le preguntó si lo habían liberado. Él mintió y le dijo que sí. “Entonces, te quedas conmigo”, dijo mi vieja y mi hermano contestó: “No puedo, en La Rioja me están esperando los chicos y ya pusieron el asado”.
Al rato que lo llevaron a mi hermano mi madre entró en coma y horas después murió. Tengo la certeza de que estaba esperando ver a su hijo para partir en paz. Es la primera vez que cuento esto y no puedo dejar de emocionarme. A mi padre lo perdí en el ’93 y mi hermano nos dejó en 2012. Son dolores que perduran de por vida.
Ya en libertad, con mi marido Jorge Machicote, comenzamos a militar en la Juventud Peronista (JP). Él llegó a ser presidente de la misma a nivel provincial y secretario general a nivel nacional dentro de la llamada Renovación Peronista. Ocupó varios cargos electivos tanto a nivel nacional como provincial. Yo fui diputada provincial por dos períodos consecutivos, después de lo cual me desempeñé como funcionaria en la Cámara de Diputados.
Una vez terminada mi función como diputada, me inscribí en la Universidad Nacional de La Rioja (UNLaR) y me recibí de Licenciada en Ciencia Política. Era una asignatura pendiente ya que cuando fui detenida estudiaba y trabajaba en Córdoba.
Siempre militamos para mantener viva la memoria. En La Rioja como Asociación de Ex Presos Políticos tenemos la Casa de la Memoria Justino Vergara, nombre de un compañero ya fallecido que fuera detenido con sus hijos mellizos de diecisiete años en aquel momento, y padre de Edgardo, un compañero que aún permanece desaparecido. También tenemos una Plaza de la Memoria que lleva el nombre de mi hermano Carlos Alberto Illanes. Es decir, siempre estuvimos movilizados teniendo presencia en las audiencias de los juicios por Enrique Angelelli, los curas Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias y el laico catequista Wenceslao Pedernera, todos asesinados. También en la mega causa donde se juzgan los delitos de Lesa Humanidad y donde se condenó a los represores por torturas, apremios ilegales, secuestro y desaparición de compañeros. En este último juicio fue condenado un juez federal, Roberto Catalán, y, por otro lado, el tribunal declaró y juzgó en forma autónoma los abusos sexuales.
Para los 24 de marzo tenemos una activa participación en las escuelas, dando testimonios de lo vivido y charlas donde lo requieran. Siempre trabajamos en la programación de esta conmemoración con Derechos Humanos (DDHH) de la provincia, Legislatura, Concejo Deliberante, Universidad y comunidades de base. Los 23, a partir de las 21, hacemos la vigilia donde actúan cantantes, coros y se hacen intervenciones artísticas. Finalizamos la jornada a las 24, cantamos el Himno Nacional y recordamos a los compañeros detenidos desaparecidos. Esto lo hacemos todos los años como parte de las actividades de la Asociación de Ex Presos Políticos.
Los 4 de agosto, fecha en que se conmemora el asesinato de Monseñor Angelelli, ocurrido a cien kilómetros de la ciudad capital, la Asociación de Ex Presos Políticos tiene un rol importante en cuanto a la organización y movilización a la localidad de Punta de los Llanos. Allí instalamos una carpa donde se almuerza con el gobernador y el obispo.
Actualmente estoy jubilada, buscando siempre actividades para hacer y disfrutando de la familia. Mis hijos nos dieron cuatro hermosos niet@s -tres varones y una nena- y uno viene en camino, por lo que estoy más que agradecida a la vida.
Cada una se va armando o rearmando como puede después de haber pasado por situaciones límite. Mi balance es positivo a pesar de los dolores y las pérdidas.
Etiquetas: DERECHOS HUMANOS