Navegando el Paraná

Portadora de sueños

Dalia Elisa Canteloro

Corrientes, Corrientes, Argentina

Cuando se nos propuso escribir Nosotras en libertad me pregunté quién o qué define a la libertad. Encontré que es “la facultad y derecho de las personas para elegir de manera responsable su propia forma de actuar sin estar sometida a la voluntad de otro, ni estar constreñida por una obligación, deber o disciplina”. Y también me pregunté cuándo me sentí en libertad, luego de estar presa durante casi dos años. Me respondí sin dudar que elegí ser libre desde el momento en que salí en opción a España. Era el año 1977 y Videla era el amo y señor de la muerte en Argentina.

Fue la decisión que me llevó a recorrer a pie casi toda la ciudad de Salamanca, España, para volver a sentir el sol en la cara y la brisa en el pelo. La que me impulsó a vivir en Madrid con mi hijo Mariano para tomar contacto con los compañeros. Y, cuando de nuevo la tragedia golpeó mi vida, llorando la muerte de Mariano y embarazada de cinco meses de Pablo, también elegí cómo quería seguir viviendo: honrando la vida o aferrada a la muerte.

Opté por retornar clandestinamente a la Argentina como un miembro más de la contraofensiva montonera para apoyar la lucha de tantos militantes, obreros y estudiantes contra la brutal dictadura militar que diezmaba a nuestro pueblo y que en Rosario ya había fusilado por la espalda a Alberto, el papá de Mariano. Integré las Tropas Especiales de Agitación (TEAMilitantes exiliados de la organización Montoneros que reingresaron al país entre 1979 y 1980 para realizar acciones de propaganda.) que intervenían con nuestras consignas políticas el audio de los canales de televisión abierta.

Y cuando la segunda contraofensiva se suspendió, estuve en Nicaragua como oficial de las milicias populares del Frente Sandinista de Liberación nacional (FSLNFrente Sandinista de Libracion Nacional, partido político de Nicaragua creado en 1961 como organización político militar que derrocó a la dictadura de Anastacio Somoza.) y enlace de Montoneros con las demás organizaciones revolucionarias que lo apoyaban. En Bolivia apoyamos al gobierno democrático de Hernán Siles Suazo y en Chile colaboramos con las organizaciones que enfrentaban la dictadura de Pinochet.

La experiencia de las TEA me marcó profundamente y cuando volví al país, ya legalmente, en pareja y con dos hijos -Pablo, nacido en Madrid, España, y Miguel, nacido en Managua, Nicaragua-, me inscribí en la carrera de Comunicación Social de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) de Corrientes. Aquí nació Juan Manuel y aquí todavía vivimos con Arturo. En esas aulas me encontré con Vilma Peggy Gómez, siempre tan inteligente, vital y combativa, con quien entablamos una relación hermosa de compañeras y amigas enfrentando juntas los prejuicios y discriminación de los años post dictadura. 

Con Arturo construimos Radio Federal, la única radio en un local de la Confederación General del Trabajo (CGT)Confederación General del Trabajo fundada en 1930., con espacio para los trabajadores de los gremios que lo solicitaran. Usábamos el salón de actos de ese mismo edificio para instalar el Centro Cultural Federal donde se hacían recitales y presentaciones de libros, entre otras actividades.

Mientras me adaptaba a vivir en la sociedad correntina, conservadora como pocas, fui delegada gremial de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), lo que me valió persecución, traslados y sumarios administrativos. Cuando se produjo otra de las tantas intervenciones federales, esta vez a cargo de Claudia Bello, me nombraron Directora de la Mujer, cargo creado en ese momento sin presupuesto ni estructura. Por supuesto que terminada la intervención de Bello me despidieron sin contemplaciones y seguí con la radio que daba voz a todos aquellos que no tenían acceso en las emisoras legales. Aunque en ese entonces había varias emisoras de FM, las llamadas truchas, que también cumplían ese propósito.

Como periodista gráfica recorrí, con otra compañera peronista, casi toda la provincia confeccionando un suplemento semanal que iba incorporado al diario El Libertador para reflejar aspectos de la producción, el turismo y la cultura de cada uno de los departamentos correntinos. Ahí pude comprobar la terrible situación de desigualdad y opresión en la que vivían la mayoría de los habitantes de la provincia, siempre rendidos a las órdenes del patrón para tener el escaso derecho a la subsistencia.

Con gran tristeza tuve que aceptar que Pablo, a sus diecinueve años, se fuera a vivir a mi querida ciudad de Rosario. Fue a estudiar Ingeniería Electrónica y a vivir con mi madre Irma y mi hermana Gloria, con quienes compartimos detención y celda en Villa Devoto.

Tuve el honor de ser elegida diputada constituyente de la provincia, para la reforma constitucional de 2007 y candidata a diputada provincial propuesta por el Frente Cívico y Social de aquel entonces.

Arturo, el amor y sostén en mis días tristes, también montonero y ex preso político -con quien me casé en el Líbano bajo los naranjales en una ceremonia al estilo combatiente-, escribió varios libros a los que les hice el prólogo. Con él y otros dos compañeros compartí el trabajo de investigación periodística publicado como El golpe de Estado en la provincia de Corrientes, de la serie La Memoria III.

Tuve el orgullo de ser la primera coordinadora provincial del Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) hasta la llegada del nefasto gobierno macrista. Ese cargo me dio la oportunidad de recorrer nuevamente toda la provincia impulsando la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, dando charlas, organizando capacitaciones en Comunicación Popular, Guion Radial y Televisivo, Locución con profesores y entrega de Carnet del Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica (ISER).

La comunicación fue mi eje militante. Siempre creí y creo que es uno de los pilares fundamentales de la democracia y que cuando ese derecho humano fundamental se cercena por mandato de las corporaciones dueñas de los medios hegemónicos, la democracia se debilita y es el campo propicio para el crecimiento de las políticas excluyentes de las grandes mayorías.

Hoy puedo decir que sigo en el mismo camino. Con un programa de TV de entrevistas a representantes del ámbito de la cultura, de la producción, el turismo y, en general, de todo aquello que muestre que a pesar de todo tenemos la fuerza para salir adelante, crecer, convertirnos en una provincia pujante y que no expulse a sus mujeres y hombres. Corrientes tiene casi un millón de personas viviendo fuera de la provincia, la mayoría jóvenes que en la búsqueda de una mejor vida terminan integrando las inmensas villas que rodean a las grandes ciudades de nuestro sufrido pero valiente país.

Rememoro a Neruda y “confieso que he vivido”. Plenamente, intensamente. Persigo el sueño de que un mundo mejor es posible, convencida de que es una construcción que depende de todos, todas, todes. Aunque el modo sentido de vida que nos caracterizó en la década del ’70 ha cambiado, todavía quedan muchas batallas por dar, muchas luchas por ganar, conscientes de que la victoria sobre la injusticia y la desigualdad sigue siendo nuestro norte. Esa es la mejor herencia que le puedo dejar a Dorian, Eva y Noah, mis hermosos nietos que han traído a mis días esa sensación maravillosa de haber vuelto nueva luego de tanta tragedia, pérdida de los más queridos y angustias por no haber logrado aún desalojar de nuestra tierra tanta inhumanidad.

Me siento una brizna más de ese fuego que hemos mantenido a lo largo de los años sin bajar su intensidad. Todas somos, como escribió la gran poeta nicaragüense Gioconda BelliPoeta nicaragüense que militó en el Frente Sandinista de Liberación., “los portadores de sueños” que no bajamos los brazos, que seguimos engendrando vida, de la buena, de la dulce, de la tierna siempre y sin perder la alegría, sin odio ni sed de venganza. Pero con la convicción de que hasta el final de los días recordaremos, buscaremos y denunciaremos a los traficantes de la muerte.

Somos portadoras de sueños y como tales me siento orgullosa de mis compañeras, compañeros, compañeres que con el acompañamiento silencioso de aquellos 30.000, hoy caminan junto a nosotras iluminando el sendero y gritando al viento con todas nuestras fuerzas ¡Vamos, no nos han vencido!

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